5 películas argentinas de delincuentes
Frente a la pantalla no siempre queremos que ganen los buenos y por una historia interesante hasta somos capaces de alentar al villano. Por eso el cine policial tiene su reverso en un género donde los protagonistas crean el misterio en vez de resolverlo y planean el gran golpe en lugar de frustrarlo, usualmente con la costumbre de que todo les salga demasiado perfecto y no nos moleste. Porque no sólo de héroes vive el público, repasamos esta lista de cinco películas argentinas de delincuentes.
Nueve Reinas (Fabián Bielinsky – 2000)
Lo que faltan son financistas y películas de Bielinsky, que dejó una muy corta y prometedora carrera iniciada con esta vertiginosa historia de un inescrupuloso estafador veterano (Ricardo Darín) que debe asociarse temporalmente con un novato (Gastón Pauls) para vender estampillas falsas a un coleccionista. Con la clásica fórmula de la pareja despareja y un clima muy porteño, la trama salta de mentira en mentira a un ritmo que no deja tiempo a notar la gran cantidad de coincidencias que hacen posible toda la historia.
Un oso rojo (Adrián Caetano – 2002)
Oso (Julio Chávez) es detenido el día del primer cumpleaños de su hija y pasa siete años en la cárcel sin verla. Al salir comienza a trabajar de remisero porque pretende reformarse y recuperar la familia que no le perdonó su ausencia. Para comenzar su nueva vida pretende recuperar dinero de su último golpe, aún en la mano de su antiguo cómplice interpretado por René Lavand quien no muestra muchas intenciones de saldar su deuda y aunque no quiere arriesgarse a tener que abandonar otra vez a su hija empieza a sospechar que abandonar los viejos hábitos será más difícil de lo que espera..
Este western conurbano se diferencia de sus contemporáneas en donde sucede poco y nada más que retratar una pretendida marginalidad, entregando una historia de delincuentes simple pero entretenida y ágil.
Vino para robar (Ariel Winograd – 2013)
El ladrón profesional (Daniel Hendler) roba una valiosa máscara azteca de un museo pero es emboscado por otra ladrona (Valeria Betuccelli) que lo deja sin el botín. Herido en su orgullo la rastrea hasta Mendoza pero al confrontarla queda expuesto ante un criminal más peligroso que los obliga a trabajar juntos para robar un vino que perteneció a Napoleón. Una buena combinación de comedia y suspenso que entretiene de principio a fin mientras publicita los paisajes cuyanos y cita a Hitchcock.
Nicotina (Hugo Rodriguez – 2003)
Doblo un poco mis propias reglas con este punto, porque si bien director, guionista y parte del equipo técnico son argentinos esta película fue grabada en Méjico con producción y un elenco casi completamente local.
Al estilo de Guy Ritchie con diamantes incluidos, varias pequeñas historias se cruzan para construir una más grande cargada de traiciones, violencia y personajes turbios. Quienes siguieron el programa Tiempo Final reconocerán algunas de las historias como episodios del programa entrelazados y resumidos, pero con el mismo espíritu que mezcló suspenso con acción y humor negro.
El Desquite (Juan Carlos Desanzo – 1983)
Con esta producción inicia una serie de películas argentinas de delincuentes dirigidas por Desanzo en los 80s que siguió con En retirada(1984) y La búsqueda(1985).
Cuando un empresario de la noche (interpretado con toda naturalidad por Gerardo Sofovich) es baleado por un grupo de matones, deja instrucciones de que sea su viejo amigo de la infancia quien tome su lugar al frente de sus negocios. Aunque desconoce completamente el tema y es sólo un escritor frustrado, se siente obligado a cumplir con el pedido de su amigo y comienza a descubrir lo que realmente sucedió. Con el estilo un tanto burdo del cine de los 80s se convierte de la noche a la mañana en el criminal que necesita ser en un trama que mezcla drogas, mujeres y venganza, con visiones del bajo mundo y la sexualidad que hoy resultan un tanto cómicas.
