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¿De qué trata realmente Superman?

El pasado sábado tuve la oportunidad de ver Superman en el Centro Cultural San Martin. Si bien ví la película de Richard Donner sendas veces en el pasado, esta oportunidad de verla en la oscuridad de una sala de cine me permitió percatarme de ciertas cosas que pasan desapercibidas cuando la película se mira en la comodidad del hogar. Al poderme concentrar en nada más que lo que la pantalla me ofrecía, pude finalmente constatar de qué trata realmente Superman.

Sí, es cierto, la película tiene algunos clichés y unas cuantas inverosimilitudes, pero es una película a la cual en retrospectiva le debemos mucho. Aunque ha habido seriales de cine y televisión en el pasado, los superhéroes como un espectáculo cinematográfico en el que vale la pena apostar es algo que le debemos al Superman de Donner (y, secundariamente, a los X-Men de Bryan Singer, que dio pie a una ola de películas superheroicas que estamos surcando al día de hoy).

Siempre fui un firme creyente de que todas las películas tienen una temática, un mensaje si lo quieren ver así (incluso el no querer tener un mensaje, irónicamente, es dejar un mensaje.) Traigo esto a colación dado a que un hecho poco frecuente a la hora de hablar de la película de Superman, un hecho que se pasa por alto —y cuando no, pocos lo creen— es que la primera película mainstream de superhéroes salió de la pluma de Mario Puzo, autor de El Padrino. Un escritor de su talla no puede evitar dejarle una impronta temática a aquello que escribe; independientemente de la liviandad del material, su notoria y polarizada carga moral, o que su intervención en un proyecto de esta índole sea meramente económico.

El Superman de Mario Puzo trata sobre la vanidad, un tema que se extiende incluso hasta la segunda película, a un extremo que me animo a decir que no se trata de una película y su secuela, sino una película de cuatro horas y pico dividida en dos partes; es más, el guion de Puzo constaba de 500 páginas.

Pero volvamos a la vanidad a la que me refiero. El diccionario la define como el “Orgullo de la persona que tiene en un alto concepto sus propios méritos y un afán excesivo de ser admirado y considerado por ellos.” Este concepto lo encontramos en todos y cada uno de los personajes desde el protagonista, pasando por su interés romántico, sus personajes secundarios y hasta por sus villanos.

La película comienza con el juicio al General Zod y sus secuaces que son acusados de traición. Durante la pronunciación de su sentencia él le grita a Jor-El que la raza Kryptoniana, hasta el último de sus herederos, se arrodillara ante él, una fijación que se extiende hasta la segunda película, donde lo consigue, pero con las autoridades terrestres.

Inmediatamente después de la escena de Zod, tenemos al Jor-El de Marlon Brando advirtiéndoles a la comunidad de sabios Kryptonianos que el planeta tiene los días contados y debe ser evacuado inmediatamente antes de que una Supernova los destruya a todos. Pero la vanidad de la comunidad científica Kryptoniana no les permitió aceptar que por más inteligentes y avanzados que sean, el universo es más poderoso. Tan extremo es su orgullo que amenazan a Jor-El con acusaciones de traición.

Ya en la tierra, tenemos al otro villano de la película, Lex Luthor, que es la personificación absoluta del tema de la película, aunque sea de un modo bastante explícito. Se vanagloria de ser la mente criminal más grande que jamás haya habido, mientras subestima y descalifica a los que lo rodean, y como si esto fuera poco, oculta su calvicie bajo una peluca. Acción más vanidosa imposible.

Pero las cosas no terminan ahí. ¿Qué hay del personal del Daily Planet? Tenemos a Lois Lane, una mujer tan vanidosa para con su profesión que cree que cada cosa que escribe es digna de un Premio Pulitzer cuando ni puede deletrear bien. No solo eso, cuando Clark Kent se une al personal del diario, Lois lo ignora y se queja cuando se entera que se unirá a su sección. Pero lo peor de todo es que dicha vanidad le impide ver que la diferencia entre Superman y Clark Kent la separan sólo un par de anteojos.

Su jefe, Perry White, no se queda atrás. Con tal de tener un encabezado que venda más diarios, intimida a su personal y los obliga a escarbar en la vida privada de la gente. Está bien, hay más de una publicación en la vida real que se maneja así. Pero una escena en donde esto no se discute es donde White trata de decirle a Clark Kent que le falta agresividad para hacer su trabajo, no sin antes vanagloriarse (“40 años en la profesión, con agallas y compasión”) de cómo llegó él a donde llegó.

¿Pero qué hay de nuestro protagonista? Puzo no era ningún caído del catre. Ninguna declaración temática en una narración estaría completa sin exponer a nuestro protagonista a la misma. En el tercer acto, ante la supuesta muerte de Lois Lane, Kal-El se debate entre seguir el mandato de su padre biológico (“no intervenir en la historia humana”) y el de su padre adoptivo (“Estás aquí por una razón”); entre hacer uso de sus poderes para el bien o abusar de ellos para su beneficio. Kal-El elige lo segundo y no comprende las consecuencias de dicha acción sino hasta la segunda película, donde esa vanidad lo lleva a renunciar a sus poderes para estar con Lois Lane y vivir como alguien normal. Eventualmente, como corresponde a cualquier héroe, recupera sus poderes y le borra la memoria a Lois.

No obstante, a pesar de ambos fallos y al aprender de ellos, Kal-El se anima a aleccionar sobre hacer a un lado la vanidad en favor del bien común, cosa que queda clara en el final de la primera película cuando el alcaide de la prisión la da un efusivo agradecimiento a Superman, mientras que este solo responde que “Todos formamos parte del mismo equipo.”

Al poder ver de qué trata realmente Superman me quedo clara finalmente una lección. Que ver un clásico en una sala de cine es una experiencia que se debe aprovechar, sin importar el estado del material. La oscuridad de la sala te permite ver películas que conoces de memoria bajo una luz completamente distinta, y se los dice alguien que tiene menos comic que un jornal de economía y no era tan seguidor de Superman para empezar.

 

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1 Comment

1 Comment

  1. Alejandro Gomis

    12/05/2016 at 16:46

    Me gustó mucho tu artículo. Debo decir que, al verla recientemente por conseguir el DVD, yo noté que otro eje muy poderoso que la atraviesa es el de la pregunta “Qué pasaría si un hombre puede hacer lo imposible? “. Porque Clark Kent entre otras cosas, no puede llamar la atención de Lois Lame. Pero como SUPERMAN, ella está perdidamente enamorada de él, aunque sólo los separara un par de anteojos. También ésto muestra la perfecta e importante actuación de Christopher Reeve. Y también explica el final medio bizarro de echar atrás el tiempo rotando la tierra “para atras”.

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