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Decretos Paramount: ¿cómo impacta en el cine su anulación?

En 1948, la justicia estadounidense estableció normas antimonopólicas en la industria cinematográfica. En 2020, fueron consideradas obsoletas.

De 1948 a 2020, los decretos Paramount ahora son considerados obsoletos.

Mientras muchos se preocupaban por los efectos de la pandemia en la industria audiovisual y especialmente por el futuro de las salas de cine, que llevaban varios meses cerradas o con muy poca afluencia de público, sorprendió la noticia de que algunas de las más grandes habían subido en la bolsa. ¿El motivo aparente? La anulación del fallo antimonopólico de 1948, conocido como “los decretos Paramount”, que limitaba algunas prácticas consideradas perjudiciales para la competencia, particularmente la limitación de que los estudios productores y distribuidores de las películas fueran también dueños de las salas de exhibición.

Es decir, se abre la posibilidad de que alguna de esas cadenas que están sufriendo la sequía de la pandemia próximamente se calcen orejas de ratón, por ejemplo.

¿Qué son los decretos Paramount (Paramount Decree)?

Desde sus orígenes, el cine ha sido un negocio. Y un negocio amenazado por el monopolio desde los tiempos en que Edison decidía quién podía usar sus máquinas. Aunque otros países desarrollaron su cinematografía en paralelo, fue especialmente en los Estados Unidos donde -tras unas pocas décadas- la industria audiovisual fue consolidándose y concentrándose en las manos de unas pocas empresas, las cuales controlaban gran parte de todo lo que se producía. A esto se lo conoció como “sistema de estudios” (Studio System). 

Con un sistema verticalizado que hoy conocemos como “cartelización” (si, como ESOS cárteles), cada empresa mantenía dentro de su control todos los eslabones de la producción, distribución y exhibición de sus películas. Por un lado, esto trajo el beneficio de que se pudieran llevar adelante producciones cada vez más grandes, con sets monumentales y elencos multi estelares, pero también que se establecieran una serie de prácticas monopólicas diseñadas para mantener a la industria bajo control de unos pocos estudios grandes. Estos, en pocas décadas alcanzaron una posición dominante por la que les resultó tan fácil como beneficioso ponerse de acuerdo en los detalles del sistema, dejando afuera del mercado a cualquier posible competidor independiente que intentara participar.

Qué son los decretos Paramount - Paramount Decree

Fue recién en 1948, después de una batalla legal de una década, que un fallo de la Corte Suprema de los EE.UU. conocido como “los decretos Paramount(Paramount Decree) forzó a los estudios a abandonar o restringir algunas de esas prácticas, permitiendo la competencia en términos un poco más justos.

Las prácticas denunciadas eran varias, como el Block Booking (obligar a comprar un paquete con varias películas menores y poco rentables para poder exhibir un tanque) o el forzar a los exhibidores a comprar los derechos de películas sin permitirles verlas antes (Blind Bidding), a veces porque ni siquiera estaban filmadas aún. El Block Booking se limitó en volumen y se establecieron funciones especiales para que los exhibidores pudieran ver lo que iban a comprar, pero el punto central por el que son recordados los decretos Paramount es porque forzaron a los estudios a deshacerse de sus salas de exhibición y vender los derechos de exhibición con las mismas condiciones para todos, sacando de sus manos al menos el último eslabón de la cadena.

¿La explicación de tal fallo? La investigación que dio origen a los decretos Paramount determinó que “las cinco grandes” (Paramount era la mayor, seguida por Metro-Goldwyn-Mayer, Warner Bros., 20th Century Fox y RKO Pictures) controlaban más del 70% del mercado en las 92 ciudades más grandes de los EE.UU., siendo dueñas de las salas más importantes habilitadas para exhibir sus estrenos. Sumado a que se guardaban el derecho de decidir sala por sala a qué exhibidores licenciar sus películas, en vez de hacerlo en forma conjunta, esto les permitía que sus salas propias nunca tuvieran que competir con exhibidores independientes, quienes recién podían acceder a proyectar las películas después de que hubieran pasado las primeras (y más lucrativas) semanas desde el estreno. La justicia determinó que había un acuerdo entre las empresas para mantener este sistema y consideró que violaba las leyes anti monopolio vigentes a la fecha, ordenando que se firmaran una serie de compromisos que luego se conocieron como “the Paramount Decree” (los decretos Paramount, por la principal compañía acusada).

the Paramount Decree

El resultado fue que en las décadas siguientes a la firma de los decretos Paramount, los grandes estudios comenzaron a marchitarse y perder buena parte de su anterior esplendor, dejando lugar para el surgimiento de otros estudios que produjeron y distribuyeron una variedad más amplia de películas. Al tener pretensiones económicas más modestas, también les permitían atreverse a correr mayores riesgos que los tomados por aquellos que dependían de atraer a las grandes masas hacia las salas de cine. La Era Dorada llegó a su fin, pero fue reemplazada por una nueva época vibrante de nuevas formas de hacer cine. Lejos de achicarse como amenazaban las majors, la industria siguió creciendo en calidad y variedad.

En contrapartida, hay quienes consideran que los decretos Paramount fueron también responsables del final tanto de los seriales (esas populares historias episódicas que incluyeron, por ejemplo, las primeras apariciones de Batman y de Superman en el cine) como de las entonces llamadas películas serie B, producciones de menor presupuesto y duración que también se proyectaban junto a los largometrajes principales para justificar mejor el valor de la entrada.

Si bien es cierto que los decretos Paramount prohibieron que los seriales se siguieran vendiendo en paquete junto a los largometrajes principales, y restringieron a cinco la cantidad de largos que podían incluirse en un mismo paquete (limitando así la necesidad de los distribuidores de comprar las otras películas que eran más negocio para el estudio que para las salas), hay que tener en cuenta que en esos años también creció mucho la popularidad de la televisión. La nueva plataforma resultó mucho más apropiada tanto para el formato episódico como para las películas cortas. Y el serie B resurgió más tarde en forma de exploitation y producciones de género dando voz a expresiones que difícilmente hubieran tenido lugar dentro del estructurado sistema de estudios.

¿Son obsoletos los decretos Paramount?

Muchas cosas cambiaron en la industria cinematográfica desde 1948, cuando la televisión apenas empezaba a masificarse y ni la ciencia ficción se imaginaba el streaming. Eso es lo que en agosto de 2020 opinó la justicia estadounidense al argumentar que no tenía sentido mantener vigente una reglamentación sin uso real y que solo se aplica a las sobrevivientes de las compañías que originalmente firmaron los decretos Paramount. Aunque eso es técnicamente cierto, también es cierto que el resto de los estudios mantuvieron un acuerdo tácito de que lo escrito en decretos Paramount era válido para todos, seguramente no por su bondad de corazón sino porque -existiendo ese antecedente- sospechaban que ningún juez fallaría de otra manera llegado el caso.

En el mismo fallo, la jueza Analisa Torres opinó que hoy existen en el mercado estadounidense una abundancia de opciones disponibles (entre las que considera las hogareñas) que vuelven poco probable que se vuelva a establecer una situación monopólica similar a la que llevó en su momento a crear los decretos Paramount, algo que también es bastante cierto. Cuesta imaginar, sin embargo, que cualquier estudio que tenga la chequera para hacerlo se va a querer perder la oportunidad de sacar del medio a los distribuidores o al menos, reducir su margen de ganancia para sumarlo al propio. Y seguramente es una coincidencia que el modelo de negocios que dio origen a los decretos Paramount comenzó a fortalecerse cuando los estudios aprovecharon a comprar numerosas salas de cine al borde de la quiebra, en parte producto de la fuerte caída de público durante de la pandemia de gripe de 1918.

La situación actual no es idéntica, pero aunque existen muchas mas compañías activas en el mercado estadounidense (y por ende, global) es difícil de discutir que un puñado de estudios sigue manteniendo un control dominante sobre la producción y distribución de cine, a lo que en estos últimos años fueron agregando cierto control de la exhibición con sus plataformas de streaming propias. Es entendible entonces que aparecieran algunas voces críticas hacia la derogación de los decretos Paramount por el efecto que esto podría tener en la ya debilitada industria cinematográfica independiente; temen que incluso si no toman posesión directa de las salas de exhibición, sin las restricciones que hasta ahora estaban vigentes los estudios no tengan obstáculos para asfixiar a los exhibidores y concentrar aún más el mercado, limitando las posibilidades de que puedan producirse y exhibirse en pantalla grande películas que no lleven su sello. 

Desde el hemisferio sur, donde los decretos Paramount nunca limitaron las acciones de ese puñado de estudios trasnacionales y no nos llama demasiado la atención que un cine con 20 salas tenga la misma película en 10 de ellas, mientras a otras 5 la ocupan otras con el mismo logo; ¿alguien creería que todo esto no tiene ningún interés? Probablemente, para buena parte del público así sea. Pero la otra parte, esa que se queja de no poder ver El Irlandés en una sala mientras un film terror directo a video sí tiene ese espacio, quizás debería considerar la posibilidad de que exista algún vínculo entre ambas situaciones, que algo está desbalanceado en el mercado del cine y que quizás esté a punto de empeorar todavía más desde la anulación de los decretos Paramount en la otra punta del globo.

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