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Director’s Cut: ¿Qué es y por qué no vemos siempre el corte del director?

Director’s Cut: ¿Qué es y por qué no vemos siempre el corte del director?

Con la confirmación de que HBO Max presentará, durante 2021, el esperado Director’s Cut de Liga de la Justicia que los fans de Zack Snyder llevan años militando (desde que tuvo a abandonar la postproducción de la película) y con David Ayer soñando la posibilidad de su propio corte del director para la vapuleada Escuadrón Suicida, no será poca la gente que se pregunta:

¿No vemos siempre un corte del director (Director’s Cut)?

Existen por lo menos tres versiones de una película: la que se escribe en el guion, la que se graba durante el rodaje y la que se edita en la sala de montaje. Esto suele ser real incluso cuando hay una misma persona ocupando varios roles en esos procesos, porque al ser una construcción colectiva que reúne la creatividad de mucha gente, difícilmente una producción audiovisual atraviese esos recorridos sin mutar con los aportes o la experimentación del equipo.

Al público general le llega solo la versión de la película que se decidió en la sala de edición. Si fue un proceso saludable, es un consenso entre las personas encargadas de montaje, producción y dirección. Cuando no se logra ese consenso de forma natural, hay una voz que suele imponerse: pese a lo que mucha gente cree, no es la de dirección, sino la de producción. 

Esto responde a una realidad un tanto molesta: los productores de una película son más dueños de ella que quien aparezca en los créditos a cargo de la dirección; se guardan el derecho de elegir quién hace el corte final que verá la luz. Eso es especialmente preciso en Estados Unidos, donde directamente está preestablecido en las reglas de juego, sabiendo desde el contrato que en todo caso deberán ceder ese derecho.

Estas negociaciones llegan a mejor puerto cuando se trata de obras más personales y de presupuesto modesto, cuando un director no es contratado por un estudio para realizar un producto, sino que alguien decide financiar el proyecto de un director porque lo considera viable desde un principio. Es también por esta razón que muchos directores con algo de prestigio intentan volverse productores de sus propias películas: puede ser la única forma de tener un presupuesto interesante sin perder el control creativo.

Sobre todo en grandes producciones, donde la taquilla es muy importante, no tiene nada de raro que lo que llega al público no sea exactamente el corte del director (Director’s Cut) tal como lo tenía en mente, sino una versión que los productores consideran que va a vender más entradas. La mayoría de las veces esto no resulta un problema, ya sea porque las concesiones que pide el estudio son mínimas o porque la versión tiene un buen desempeño con el público y la crítica; pero algunas veces esto no sucede.

Así se desata un enfrentamiento entre las partes para desligarse del fracaso, especialmente cuando un director siente tener motivos para afirmar que lo que llegó a las pantallas no es la película que pretendía hacer. En casos extremos han llegado a pedir que se retire su nombre de los créditos y se lo reemplace por un seudónimo, como el del mítico Alan Smithee, el director inexistente.

Aunque desde hace algunas décadas se fueron volviendo cada vez más importantes los estudios de mercado a la hora de tomar decisiones “artísticas”, esto no es algo nuevo ni aislado. Siempre  existieron varios montajes de una misma película que facilitaran esquivar la censura o permitir un estreno internacional, y hasta el mismísimo Alfred Hitchcock ha tenido que grabar finales alternativos para no arriesgarse a ver bloqueado un estreno.

¿Entonces qué es un Director’s Cut o corte del director?

Cuando el estudio (o quien sea que tenga los derechos sobre la película) decide que el Corte Cinematográfico (Theatrical Cut) llegado al público no fue suficiente, deciden lanzar al mercado una edición alternativa. 

Dependiendo del caso pueden recibir el título de Versión Extendida, corte del director (Director’s Cut) o una variedad de nombres similares; pero esencialmente se trata de un nuevo montaje del material que ya fue registrado durante el rodaje, usualmente incorporando escenas que fueron recortadas en la primera versión por considerarlas inapropiadas, perjudicar el ritmo narrativo o por extender demasiado la duración de una película. 

Por lo general, no cambian sustancialmente la trama y apenas ofrecen algunas escenas extra; pero en otros casos puntuales, aprovechan la oportunidad de arreglar agujeros de guion o desarrollar con más profundidad personajes y tramas secundarias, llegando a ofrecer finales alternativos que habían sido descartados del Corte Cinematográfico por diferentes razones.

¿Por qué se hace un Director’s Cut o corte del director?

No hay una regla estricta para explicar el por qué los dueños de una película deciden que es buena idea publicar un Director’s Cut o versión extendida. Los motivos pueden ser varios, pero en general el más importante es comercial.

Aunque los Director’s Cut ya existían de antes, esta costumbre se volvió mucho más habitual con la llegada del DVD al cine hogareño, un formato que ofrecía bastante más capacidad que el VHS y que además permite elegir ver o no ese contenido extra que había quedado afuera. Y para qué negarlo, un Director’s Cut también es una buena forma de volver a venderle la película a un montón de fans que ya tenían el formato anterior y necesitaban un incentivo para volver a abrir la billetera. 

Se han hecho Director’s Cut con películas que fueron un éxito y dejaron a parte del público con ganas de más, como pudieron ser las versiones extendidas de El Señor de los Anillos agregando dos horas de contenido extra a la ya de por sí extensa trilogía. Por más que esta versión rellenó un par de huecos del guion que habían quedado (sobre todo en El Retorno del Rey), ese material que hizo muy feliz a los numerosos fans de la saga resultó de poco interés al grueso del público, que ya había gastado sus marcadores disfrutando de la versión original.


En otros casos, estos montajes alternativos se hacen con films que no fueron grandes éxitos comerciales pero con el tiempo ganaron reputación como películas de culto. En esta categoría es un caso emblemático el de Blade Runner, una película que -como analizamos en esta nota- tuvo dos Director’s Cut que fueron ajustando la narración para intentar acercarse a la visión que tenía Ridley Scott.

Y, por supuesto, como la taquilla suele ser un juego de azar, siempre queda el sueño de salvar con un Director’s Cut o corte del director a una película que no estuvo a la altura de las expectativas generadas antes del estreno, especialmente si el rodaje o la postproducción fueron una experiencia traumática.

Sucedió en su momento con Waterworld como un intento de recuperar cada centavo que fuera posible de las millonarias pérdidas, y hace menos tiempo con Batman vs Superman. En ambos casos, los Director’s Cut ofrecieron una versión mejor armada que le dio a los fans un poco más de tracción a la hora de salir en su defensa, pero que de todas formas tampoco logró revertir la malas opiniones generales de la crítica y el público. 

La decisión final sobre si es mejor el corte del director (Director’s Cut) que el Corte Cinematográfico (Theatrical Cut), es personal y no tiene una respuesta absoluta. La experiencia indica que, por más que individualmente fueran escenas interesantes, muchas veces los fragmentos que quedaron afuera tenían buenos motivos para ello: y es que un buen montaje tiene que trabajar a la narración como un conjunto más que como la sumatoria de partes sueltas, llevando a la difícil decisión de sacar algo que quisieran poder dejar.

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