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Entrevista a Sebastían Caulier, director de El Corral: “El cine de género crece a pasos agigantados y no hay quien lo pare”

Entrevista a Sebastían Caulier, director de El Corral: “El cine de género crece a pasos agigantados y no hay quien lo pare”

Luego de su paso por la última edición del BAFICI en donde cosechó una multitud de aplausos, llega a las salas la última película de Sebastián Caulier, El Corral. (VER CRÍTICA AQUÍ). Tuvimos la oportunidad de dialogar con él sobre la película, su visión del mundo joven que representa, y la actualidad del cine argentino.

Contanos un poco sobre El Corral ¿Qué nos podemos encontrar los que a partir del 22 de junio vayamos a sala?

Se van a encontrar un thriller escolar (como lo definió muy acertadamente un diario de Formosa) con toques de comedia que narra el turbulento viaje de maduración de un adolescente en un mundo cuyas reglas no comprende.

El Corral es tu segunda película – (N. del R.) la anterior fue La inocencia de la araña –, y en ambas recurrís a la adolescencia, al ámbito escolar, y a una visión bastante singular de la relación entre los adultos y los más jóvenes ¿Hay algo en particular que te atraiga de la adolescencia? ¿Qué diferencia podemos encontrar entre ambas historias?

De la adolescencia me atrae principalmente la idea de extranjeridad. Me resulta muy interesante esta idea de una persona expulsada de ese país cómodo que era la niñez y arrojada a un mundo desconocido, incomprensible y, por momentos, aterrador. Ese mundo en el que ya nada es familiar, ni siquiera el propio cuerpo, y en el que hay que empezar a construir una nueva identidad desde cero. Ambas películas hablan sobre esta etapa, pero cada una se centra en polos opuestos: En La inocencia de la araña eran dos nenas en el traspaso de la niñez en la adolescencia, en El corral son dos varones en el traspaso de la adolescencia a la adultez. La relación con el mundo adulto en ambas es prácticamente inexistente, porque en ambas planteo un mundo adulto absolutamente incapaz de comprender o de pensar al adolescente más que como objeto: un adolescente es alguien a quien educar, a quien proteger o a quien castigar, pero nunca alguien que siente y que piensa cosas o que tiene un universo interno. Esta idea de soledad absoluta del adolescente atraviesa las dos películas, tanto que en La inocencia de la araña ni siquiera aparecían los padres de las dos nenas. En El corral sí aparecen, pero aparecen como personas que, a pesar de sus buenas intenciones, no cazan una y no tienen idea de qué cosas pasan por la cabeza de su hijo. Lo protegen, lo cuidan, etcétera, pero también hablan de él delante suyo como si no estuviera presente: es un objeto, no una persona. La escena que mejor grafica esto es, para mí, el diálogo que tiene con la madre, cuando está a punto de confesarle lo que le está pasando y le termina diciendo cualquier cosa y la madre se lo cree. Ahí más que en ningún otro momento de la película se pone de manifiesto el abismo insalvable que existe entre el mundo adolescente y el mundo adulto.

El Corral está ambientada en 1998 ¿Qué elementos tomaste para crear la ambientación de época de un modo sutil, no muy cargado, como lo que podemos ver en pantalla? ¿Hay algún anclaje en hechos reales que te llevó a ubicar la historia en ese año en particular?

La ambienté en Formosa a fines de los ’90 por una cuestión más bien emocional, que tiene que ver con que es la época y el lugar en que yo hice el secundario. Quería contar esa adolescencia: la que conozco, la que viví yo. Si bien el argumento es ficticio, el universo en el que se desarrolla es bastante autobiográfico, porque son los personajes y las situaciones de mi adolescencia. Con respecto a la ambientación, la idea fue precisamente esa que decís: hacerla sutil, natural, el simple trasfondo de las cosas que pasan. No quería tematizar sobre los ‘90 ni meter un montón de referencias de época que distrajeran al espectador de la historia.  Pilar González (la vestuarista) y Lola Rubinstein (la directora de arte) hicieron un gran trabajo de investigación para lograr desde el arte y el vestuario ese retrato de época riguroso, pero siempre funcional al argumento. 

No solamente encontramos la ubicación temporal ¿Hay alguna incidencia en hacer que transcurra en Formosa y en el ámbito de una escuela privada? ¿Qué podría haber cambiado de trasladarse a un ámbito más populoso como la Ciudad de Buenos Aires o sus alrededores?

Si bien la historia es universal, para mí está tan emparentada con la idiosincrasia formoseña que no concibo la idea de que hubiera podido transcurrir en otro lugar. Lo mismo me sentí con La inocencia de la araña. Pero sé que es una cuestión mía y que tiene que ver con mi historia personal. Seguramente otro director podría contar la misma historia o una muy similar en Pergamino o en San Antonio de Areco. Lo que sí, creo absolutamente que es una historia de ciudad chica (o de corral chico), todas las cosas que pasan tienen que ver con la lógica de una ciudad chica en la que todo el mundo se conoce. Me parece imposible de trasladar a una metrópolis como Buenos Aires, donde las reglas del juego social son muy distintas. Como dato curioso aclaro que, aunque no está especificado en la película, el colegio en el que transcurre la historia no es privado, sino que lo pensé como un colegio público. En Formosa, en todos los colegios públicos se usa uniforme, contrario a lo que ocurre acá en Buenos Aires. De ahí que mucha gente piensa que se trata de un colegio privado. 

Quienes vimos la película en su preestreno durante BAFICI coincidimos generalmente en encontrar algunas interesantes referencias ¿Tuviste en cuenta alguna influencia de otras películas a la hora de escribir el guion y realizar la puesta en escena?

Si bien nunca trabajo apoyándome en referencias explícitas a otras películas, noto en mí la influencia de los cineastas que más me marcaron. A veces, esta influencia la noto más presente que en otras. En esta película en particular, por su carga de suspenso, noto mucho la huella que dejaron en mí las películas de Alfred Hitchcock y Brian de Palma. Un ejemplo concreto de esto lo veo en la escena del acto escolar y la bomba, donde tanto la puesta de cámaras como el montaje tienen muchísimo de la escena de la fiesta en ‘Carrie’.  Es de mis escenas favoritas de la historia del cine, así que no era de extrañar que en algún momento terminara emergiendo en forma de evocación en alguna película mía. Pero en su momento no tomé esa escena de ‘Carrie’ como una referencia consciente, simplemente se me ocurrió filmar así la escena del acto. Supongo que todas las películas y cineastas que me marcaron conforman una especie de ADN cinematográfico que fluye por mis venas y que, lo quiera o no, impregnan todo lo que hago.

¿Estuviste relacionado en la elección del casting actoral? ¿Cómo fue la experiencia de dirigir a un puñado de actores jóvenes en conjunto a talentos experimentados como Diego De Paula y Valeria Lois?

El casting lo hice con María Laura Berch. En primer lugar, hicimos una convocatoria abierta a chicos de esa edad. En esa primera etapa, ella tomaba los castings y después yo iba a su estudio a ver los videos. En base a esos primeros videos, hicimos una pre selección y empezamos a llamar a call backs. Así llegamos a los dos protagonistas. La visión de ella fue clave en mi elección final de la dupla protagonista. Ella también estuvo presente como coach durante todo el proceso de ensayos y entre los dos (los cuatro, mejor dicho) fuimos definiendo y redefiniendo a los personajes. El proceso de ensayo fue una de las cosas que más disfruté de hacer la película. Es increíble ver cómo a través de las distintas modificaciones en la curva dramática de los personajes se puede reescribir todo el argumento, sin cambiar una sola letra del guion. El personaje de Gastón, por ejemplo, cambió completamente durante el proceso de ensayos. Yo lo había concebido como un psicópata absolutamente frío y calculador, y terminamos encontrándole un costado de fragilidad que lo hizo mucho más interesante.

Cambiando de tema ¿Cómo ves el panorama actual de la escena en el cine argentino, las posibilidades de desarrollo de realizadores jóvenes en medio del conflicto por la ley de fomento, y el crecimiento del cine de género?

Creo que está complicado. Desde el vamos, el nuevo Plan de fomento —más allá de contener algunas innovaciones positivas, como las convocatorias a desarrollo— es en muchos puntos bastante más excluyente que el plan anterior y hace más difícil que una persona sin una SRL o contactos fuertes en la industria pueda filmar una película. El nuevo plan tampoco favorece a los documentalistas, a los que dejó como último orejón del tarro.  Si a eso le sumamos la polémica surgida hace poco más de un mes a raíz de la difamación y desplazamiento del presidente INCAA (detrás de la cual pueden adivinarse espurias intenciones políticas) creo que podemos decir que estamos en un momento poco feliz y de alerta permanente. El fantasma del desfinanciamiento está más presente que nunca y nos tiene a todos en vilo.  Con respecto al cine de género, veo que está creciendo a pasos agigantados y, más allá de todo esto que estamos hablando, no hay quien lo pare.

La inocencia de la araña y El Corral comparten una visión oscura de la formación adulta desde la vista de los adolescentes ¿Vamos a tener un cierre de trilogía? ¿Hay algún proyecto en puerta sobre tu próxima película?

Tengo la idea de una tercera película que cierre la trilogía, pero antes de filmarla quiero tomarme unas vacaciones de la temática escolar. Así que mi siguiente película es algo completamente diferente: una película de terror psicológico, protagonizada por un hombre adulto, y en Buenos Aires. Aun así, vuelve a aparecer una escuela como escenario, pero de una manera muy secundaria. Así que, ahora que lo pienso, tan diferente tal vez no sea. Por más que intente escaparles, mis obsesiones me persiguen.

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