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Polémicas del cine argentino de los ’90: los años locos

Polémicas del cine argentino de los ’90: los años locos

La década del noventa marcó un quiebre en la cultura occidental tras la instalación del término globalización y el capitalismo expandiéndose alrededor del globo.

Para Argentina eran años convulsivos, con una democracia incipiente donde el primer presidente votado de esa nueva era había tenido que irse antes de tiempo. Vendrían diez años de otro gobierno que hoy nadie quiere recordar y que marcó su estilo en todas las esferas: la cultural también.

Mientras los canales de TV de aire llegaban a la privatización definitiva y nos acostumbrábamos al TV Cable; el cine tampoco fue ajeno a las polémicas. Antes de que el Nuevo Cine Argentino empezara a reflejar la decadencia urbana (sobre todo en la generación joven), se inició un proceso de industrialización con la injerencia de esos canales privados como productoras (algo que en el resto del mundo es común desde hace más tiempo). Mientras tanto se sucedieron varias rencillas detrás del celuloide, como muestra del manejo de algunas instituciones. Por eso en esta nota presentamos cinco polémicas del cine argentino de los ’90.

Polémicas del cine argentino de los ’90

Kindergarten

polémicas del cine argentino

Arturo Puig, un niño, y una cama. Marche censura.

El ruido y la disputa que se creó alrededor de este film de Jorge Polaco de 1989 es algo que no tiene precedentes, por lo menos en nuestra pantalla. El término es censura.

Terminada su post producción, fue presentada a la Comisión Calificadora del Instituto de Cine. Un representante de la misma decidió ir más allá de proponer un corte: elevó la causa a la Cámara Nacional Criminal y Correccional, la cual decidió cautelarmente prohibirlo acusando al director y a la producción de exhibición obscena, ultraje al pudor y corrupción de menores.

Todo se debe a dos comentadas escenas en las que Arturo Puig y Graciela Borges tienen sexo en el marco de un festejo infantil; y ella se baña desnuda con uno de sus hijos. Todos opinaron, se llenaron horas y páginas de medios de comunicación; desde gente del ambiente, intelectuales, y hasta el propio Presidente de la Nación, elevando un grado de moral que no se veía en otros aspectos. Meses más tarde la medida cautelar judicial fue levantada, pero no fue hasta cinco años después que se autorizó a exhibirla en salas. Aun así, nunca llegó a estrenarse comercialmente -si bien pudo verse en el Festival de Mar del Plata y circuitos alternativos en 2010-  generado más un mito que una realidad. Pudo verse tanto en Uruguay como en canales de cable de modo semi-oculto y hasta cortando LAS escenas, como si estuviesen emitiendo una XXX.

Un lugar en el mundo

Luppi y Sacristán probablemente pensando cómo enviar su película a los Oscar

Luppi y Sacristán probablemente pensando cómo enviar su película a los Oscar

El gran film de Adolfo Aristarain de 1992 es uno de los más emblemáticos de la década. No solo significó un giro en la carrera del director más acostumbrado al policial; también representó una mirada diferente al tratamiento de los exiliados, y fue uno de los primeros en ver el clima social que se estaba viviendo entonces.

Pero aquí hablamos de polémicas ¿Cuál fue su murmullo? Uno más bien conocido dentro del ambiente cinematográfico y que se hizo más conocido con el tiempo. Argentina tenía que elegir su candidata para enviar a competir en la pre-selección por los Premios Oscar de la Academia. El mismo año, también se había estrenado El Lado Oscuro del Corazón de Eliseo Subiela, y esta fue nuestra elegida. Pero a Un lugar… no le faltaban méritos, por lo que se decidió, mediante una treta, enviarla como representante de nuestro país hermano, Uruguay.

El Lado… no fue pre-seleccionada, pero el film de marras sí. Cabe destacar que para ser considerada “representante” de estos premios, la Academia exige un porcentaje alto de producción del país al que representará; posición que Uruguay estaba lejos de alcanzar. Pocas semanas antes de la premiación, “la trampa” fue descubierta y Un lugar en el Mundo descalificada, quedando una extraña mancha sobre ella.

Matar al Abuelito

Estévez y Luppi a punto de herir la sensibilidad de la tercera edad

Estévez y Luppi a punto de herir la sensibilidad de la tercera edad.

Más o menos similar al primer ítem. También la palabra es censura, pero en ese caso es aún más absurdo: no se censuró una película, sino un afiche. La película de Luís César D’Angiolillo con Federico Luppi e Inés Estévez entre los protagónicos de un elenco numeroso y reconocido, presentada en abril de 1993, no tuvo ningún inconveniente a la hora de su estreno. El asunto es bastante más sencillo; semanas antes a llegar a las salas, aparecieron en la vía pública los típicos afiches gigantes promocionándola. A los pocos días de verse estos afiches, fue el PAMI (Obra Social de los Jubilados y Pensionados) quien solicitó se retiraran los mismos por creerlos ofensivos a la sensibilidad de los ancianos.

En definitiva, este retiro de unos carteles que solo contenían el título del film (¿Habrán sido puestos adrede?) terminó sirviendo de “publicidad polémica” para un producto que solo tenía para ofrecer de audacia algún desnudo timorato.

Policía Corrupto

Romano desplegando sus artes amatorias

Romano desplegando sus artes amatorias

Otra vez el Instituto de Cine en medio del revuelo. La película de Carlos Galettini -presentada en la primera mitad del año 1996- no sólo es una verdadera obra de culto, un exponente del cine trash, y una de las películas peor tratadas por la crítica en la historia del cine: tiene también su polémica interna.

El Comité de Evaluación de Películas Terminadas le otorgó la inusual calificación de “sin interés”, lo que significaba el rechazo de subsidios y reintegro por venta de entradas. Pero el director del INCAA le “levantó” dicha calificación; creándose una discusión entre diferentes personalidades que desacreditaban al film de todas formas y cuestionaban su producción como “turbia” (saquen sus propias conclusiones). Esto no fue lo único: Cristina Agüero, que oficiaba como guionista, productora y actriz, decidió llevar a juicio al director y a su protagonista Gerardo Romano por incumplimientos varios de contrato; y para rematar, el propio Galettini decidió desentenderse de su producto poco antes de terminar la post producción, decidiendo que en los créditos su nombre sea reemplazado por el del ficticio Carlo Campanile.

Con todo, una obra emblema de los manejos institucionales de la época y una “deliciosa” película que hay que ver para creer.

Eva Perón

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Evita Goris no sabe que su película pudo verse gratis

La última de estas polémicas cinematográficas argentinas durante la última década del Siglo XX es bastante conocida por todos, aunque es probable que no se sepan todos sus ribetes. En 1996, Alan Parker presentaba la versión cinematográfica del musical Evita de Andrew Lloyd Weber y Tim Rice; hasta se causó un gran revuelo al venir a filmar al país y poder hacer uso del balcón de la Casa Rosada, entre otras anécdotas más típicas del chimento (¿Madonna se encamó con Patillas, sí o no?). La cuestión es que, ni lerdos ni perezosos, en Argentina quisieron aprovechar la oleada y producir sus propias versiones de “La abanderada de los humildes”.

Victor Bó estuvo a punto de filmar con Andrea del Boca como protagonista. Pero fue el segundo proyecto el que se concretó, dirigido por Juan Carlos Desanzo, con libro de José Pablo Feinmann y los protagónicos memorables de Esther Goris y Víctor Laplace. El Instituto de Cine, comandado por Julio Mahárbiz no encontró excusas para no autorizar subsidios o cancelar su producción, pero es sabido que poca gracia hacía la versión de Feinmann, sobre todo de la figura de Juan Perón: se divulgaron así una serie de frases y anécdotas típicas de una campaña solapadamente en contra.

Al momento de su estreno, que ¡oh casualidad! coincidió casi con el local del film hollywoodense, se trabó una suerte de batalla que ocupaba programas de debate y llevó a que se utilizara al film de Desanzo para realizarle un boicot “al yanqui”. Hubo protestas y marchas en las puertas de las salas que exhibían alguna de las dos películas: en Junín (pueblo natal de Eva) la Liga Femenina impedía la entrada para ver la de Parker y regalaba entradas para la de Desanzo (no fue el único lugar en donde esto se hizo). Todo así, la grieta noventosa en un exponente peronistas/imperialistas.

Estas cinco polémicas del cine argentino de los ’90 son sólo un botón de muestra de lo mucho que se podría hablar sobre las películas de esa época. No son ni siquiera las únicas polémicas (quedará para más adelante mencionar al Complejo Tita Merello), pero probablemente son las que más comidilla otorgaron.

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