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Los Elementos del Film Noir en Psicosis

Los Elementos del Film Noir en Psicosis

A riesgo de sonar obvio, Psicosis, el clásico de Alfred Hitchcock, tiene los números más que necesarios para acreditarse el título de ser uno de los primeros slashers. El body count lo tiene, escaso pero lo tiene, y hasta en su ADN narrativo. No olvidemos que la novela en la que se basa, escrita por Robert Bloch, toma mucho del caso real de Ed Gein, un asesino serial de Wisconsin que también fue inspiración para muchos otros slashers, particularmente The Texas Chainsaw Massacre, de Tobe Hooper.

Pero hoy no les vengo a escribir sobre un slasher, o siquiera de una película de terror hecha y derecha. Les vengo a escribir sobre los elementos del Film Noir en Psicosis. Porque, esencialmente, hasta el momento exacto en donde Marion Crane encuentra su muerte a manos de la “Sra. Bates” Psicosis es una historia de cine negro de cabo a rabo.

No les voy a dar una extensa clase de historia y menos que menos de técnica. Todo lo que necesitan saber sobre si una película califica como cine negro está resumido en una frase pronunciada por Fred MacMurray en la película Double Indemnity, de Billy Wilder

“Maté a un hombre. Lo maté por plata y por una mujer. Al final no obtuve ni la plata ni la mujer”

Quiero que se concentren en esos términos particulares: PLATA y MUJER. Súmenle las palabras DESEO y CRIMEN, y ya tienen todos elementos para una historia noir. Que llegue a más ya depende de cómo esté escrita la historia.

Naturalmente, habrá algunas lectoras que puedan pensar que el enunciado emite un enorme halo de machismo y no se equivocarían pues eran los años 40, e incluso con la participación notoria de la mujer en la industria (la campaña We Can Do It, por ejemplo) durante la Segunda Guerra Mundial, la mujer en la gran mayoría de las películas era objeto de deseo, apoyo emocional o ambas. Dicho modelo se sostuvo durante muchos años, siendo Hitchcock uno de los pocos realizadores que se animó a desviarlo, y no pocas veces a romperlo.

Traigo esto a colación porque esa primera parte de Psicosis es una de las pocas propuestas de este género (por lo menos durante esa época) que pone a una protagonista femenina en lugar de uno masculino. La otra gran contraposición se produce en lo que motiva ese DESEO. Habitualmente en un film noir, el DESEO por la otra persona surge más de la lujuria que del amor, y aunque el film de Hitchcock juega con dicha lujuria desde la primera escena, la motivación de Marion tiene al amor como motivación excluyente. Aparte de esas dos excepciones, todos los elementos del film noir en Psicosis dicen presente.

No obstante, sin importar los motores, ese DESEO desesperado y urgente está, naturalmente, bloqueado por una durísima realidad financiera que no ayuda a Marion y la impulsa a considerar un acto criminal. Mayor contexto para un film noir imposible. ¿Cuál es el deseo de Marion? Poder comenzar una vida respetable con Sam Loomis, construir un hogar y no una serie de escondidas en los hoteles de Phoenix ¿Cuál es la realidad financiera que se impone? Las deudas del padre fallecido de Sam, la pensión alimenticia que este continúa pagándole a su ex-esposa, pero fundamentalmente es el hecho de que no quiere someter a Marion a vivir una vida que el da a entender como miserable, cosa que a ella parece no importarle.

Entonces llega el fruto prohibido, el crimen que posibilitará la consumación del deseo: los 40.000 dólares del Tejano cliente de su jefe. Una cifra que este último no quiere retener en su oficina, y le da la pauta a Marion de cometer el crimen. Seguido de esto, la película construye una tensión, producto de la cabeza de la propia protagonista, quien se hace todas las fantasías paranoicas habidas y por haber de cada paso que da, de cada error que comete (o que cree haber cometido). Una paranoia concebida por Robert Bloch (novelista) y Joseph Stefano (guionista), para luego ser concretada por la puesta en escena de Alfred Hitchcock y más específicamente el rostro de Janet Leigh mirando directo a cámara. Esa nominación al Oscar como Mejor Actriz de Reparto no fue ningún accidente.


La clave de un film noir radica en si el protagonista se va a salir con la suya, y cómo (e igual de importante, por qué) no lo consigue. Por lo tanto podríamos decir que la escena de la ducha no es solo una interrupción de tono genérico y una desviación del tono narrativo, sino que es una conclusión tradicional del mismo, una con todas las letras de que el crimen no paga. Moraleja vigente pero obligatoria, producto de la imposición del Código Hays de la censura norteamericana, al cual el film de Hitchcock (y la arriba mencionada Double Indemnity) estaba sujeto.

A pesar de que se ilustra claramente el deseo de Marion de no seguir adelante con el “robo”, así como la intención de compensar el dinero utilizado para la adquisición de su auto nuevo, la falta moral ya está hecha y no hay vuelta atrás. Claro está, que para esta instancia ya empezamos a entrar en un terreno hibrido, acercándonos al desenlace de una historia y el principio de otra, el umbral entre un género y otro, del cine negro al terror. El momento exacto del pase de esta antorcha no es tanto la escena de la ducha, sino esa conversación entre Norman Bates y Marion ante la mirada de varios pájaros disecados. La ducha es sólo el climax de la historia noir, y el punto de ataque de la otra historia, el slasher, y esa instancia solo tiene sentido habiendo creado el clima que va a posibilitar ese intercambio.

Si bien por su popularidad casi todas las miradas que se puedan hacer de esta película son de índole retrospectiva, si bien están todos los números dados para que, a pesar de su interrupción, la de Marion sea una historia completa con introducción, nudo y desenlace, no hay que perder de vista el hecho de cómo utiliza Hitchcock los elementos del Film Noir en Psicosis para construir un clima y para que nos preocupe lo que le pueda pasar a un personaje.

Preocupar, ahí tenemos otra palabra importante que aplica a cualquier narración sea del género que sea. La preocupación en la técnica narrativa responde al nombre de tensión, y si hay un género en la historia del cine que ha hecho de este elemento su plato principal es el suspenso. Ese elemento por el cual Hitchcock es tan celebrado y nombrado como maestro es el pegamento que sostiene junta a la película, y es el que hace posible que la transición de una historia a la otra, de un género a otro, sea imperceptible, natural y, por qué no decirlo, perturbadora.

Al día de hoy, no puedo evitar preguntarme cuál hubiera sido la historia a narrar si Hitchcock, Bloch o Stefano se hubieran inclinado a seguir la totalidad de la película por ese camino. La historia de una muchacha acorralada que no puede ni podrá limpiar su culpa y que está forzada a acarrear sus consecuencias hasta el final.

Es una historia que Hitchcock podría haber narrado excepcionalmente, pero que no habría elegido en primer lugar (aparte, porque ya lo hizo con Rope). A fin de cuentas, los “que tal sí” son ejercicios de imaginación interesantes, pero lo relevante es lo que finalmente pasó, y es algo que al día de hoy, como espectadores, no podríamos agradecérselo más a Sir Alfred.

Calavera disecada de la Sra. Bates utilizada en el film, actualmente en exhibición en la Cinemateca Francesa. Donación de Alfred Hitchcock a dicha institución.

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