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Los Errores científicos de Jurassic Park

En 1993 el cine sufrió una revolución visual gracias a una película que marcó un antes y un después en el universo de los efectos especiales. Steven Spielberg decidió dar un paso adelante y ofrecer a los espectadores una representación fidedigna de unas criaturas que hasta el momento no eran tan conocidas por el gran público como lo son hoy en día: los dinosaurios.

Jurassic Park marcó un hito en el cine de la ciencia-ficción, las explicaciones científicas y la manera de representar los animales extintos gozaron de una gran aceptación social, hasta convertirse en un icono de la cultura pop. La morfología de los dinosaurios fue aceptada como una verdad universal y un equipo de paleontólogos liderado por Jack Horner aportó la información especializada necesaria para plasmar las criaturas. Estos avances han provocado que muchas verdades que se creían ciertas en el contexto de 1993 ahora hayan sido rechazadas frontalmente, algunas cambian absoluta y diametralmente parte de nuestra visión sobre los dinosaurios.

A continuación, realizaremos un viaje expositivo que mostrará todos los errores científicos que presenta la película de 1993, siempre siendo especialmente conscientes de que se trata de una película antigua. Hay que remarcar, además, que impulsó el fanatismo por los dinosaurios, generando casi un Renacimiento Paleontológico a escala científica. Cabe destacar también que el argumento del filme se basa en una novela de Michael Crichton, obra que se plasmó con mucha maestría en el séptimo arte, trasladando al gran público un universo desconocido hasta el momento. Y no se trata de la única excepción, ya que a lo largo de la historia del cine hemos visto otras obras que ayudan al espectador a adentrarse en un contexto ajeno, como es el caso de la distopía espacial de Kubrick en 2001: Una odisea del espacio o el mundo del casino en ¡Viva las Vegas! con la presencia de Elvis Presley.

El primero de los errores presentes es la teoría en la que se basa la recuperación de animales extintos: la extracción de su ADN preservado en mosquitos prehistóricos atrapados en ámbar. Ya se ha demostrado gracias a estudios científicos que es imposible recuperar genoma de este tipo de material subfósil. Por lo tanto, esta afirmación ya desmonta todo el argumento posterior de la película.

Otra inexactitud presentada es la manera de representar físicamente al Tyrannosaurus Rex y su estilo de vida. A pesar de que anatómicamente se trata de uno de los dinosaurios mejor plasmados de la historia -hecho que todavía se sostiene hoy en día- encontramos algunos errores. El primero es su apariencia externa: es posible que parte de su cuerpo estuviera recubierto de plumas o protoplumas, un hecho que se sustenta en el hallazgo de familiares directos con estas características. Un dinosaurio conocido como Yutyrannus, muy cercano evolutivamente, presenta esta característica. Aunque este hecho no puede ser evidenciado por completo, ya que los familiares directos son anteriores al Rex además de que también es posible que debido a su tamaño las perdiera; sin embargo, hay que estar alerta en relación a nuevos descubrimientos. En cuanto a su estilo de vida, en el filme se afirma que el dinosaurio detecta a las personas de acuerdo con el movimiento, y esto se puede categorizar como absolutamente falso. El Tyranosaurus Rex disponía de una visión muy buena, un elemento clave en su supervivencia y en su adaptación natural. También existe un debate inherente en relación a su estilo de vida, algunos especialistas se decantan por la visión de que el Rex sobrevivía como carroñero, hecho que podría eliminar nuestra percepción imaginaria de cazador voraz y temible. Lo que sí es cierto es que se han encontrado impactos de diente de Rex en huesos de otros dinosaurios, incluso en miembros de su misma especie.

Está confirmado que el dinosaurio no podía correr a grandes velocidades, y nunca podría haber sido capaz de perseguir un coche tal como muestra el film. A pesar de que todas estas inexactitudes debemos alabar la presencia imponente de este dinosaurio, uno de los mejor conocidos por la comunidad científica.

El segundo mito que hay que desmontar -y éste será especialmente doloroso para los amantes de los dinosaurios Velociraptor presentados en el filme- es la gran inexactitud científica que presentan. Primero por el mismo nombre: el Velociraptor no es el animal que aparece en las películas, este animal tenía una longitud aproximada de 1,8 metros y una altura de 0,5 metros. El dinosaurio que se representa es su “primo” Deynonichus, un pariente evolutivo. Crichton optó para llamar al Deynonichus como Velociraptor por la potencia de este nombre, sobre todo en el ámbito comercial. Estéticamente estaban cubiertos de plumas, un hecho ya demostrado científicamente. Lo que nos presenta un Velociraptor absolutamente erróneo, tanto por la apariencia física como por su proporción anatómica.

errores científicos de jurassic Park

Otra criatura que aparece representada erróneamente es el Dilophosaurus. Para los que no estén familiarizados con la terminología, se trata del dinosaurio que luce una corona alrededor del cuello en la película. Pues bien, este anexo corporal que recuerda al que tienen los Clamidosaurus contemporáneos es totalmente falso. No hay ninguna evidencia que certifique su existencia. Tampoco ha sido demostrado que escupiese veneno ni que ésta fuera su manera de cazar. En cuanto a su proporción, eran bastante más grandes que los Dilophosaurus erróneamente representados en el largometraje -7 metros de largo y 2,50 m de alto- y seguramente también presentaban plumas.

El Brachiosaurus, primer dinosaurio que aparece en el film, también presenta una gran inexactitud en lo que respecta a la postura de su cuello. Varios estudios han certificado que la forma de jirafa que presenta el animal en el largometraje es errónea ya que provocaría que sus vértebras se rompieran por la presión en su contacto. El Brachiosaurus presentaba una postura ligeramente horizontal y no vertical y es complicado que pudiera levantar el cuello en un eje vertical de 90 grados. La postura del cuello es aún motivo de debate por la comunidad paleontológica, pero la presentada en la película es potencialmente utópica.

Otro error es el propio título del filme: Jurassic Park. Este es uno de los hechos que más sorprenden a las personas versadas en la terminología paleontológica. Los dinosaurios vivieron en la tierra en una etapa que se inició hace 251 millones de años y que finalizó hace 66. Esta era se conoce como Era Mesozoica. A la vez, esta se subdivide en tres períodos: el Triásico, el Jurásico y el Cretácico. En las tres encontramos presencia de dinosaurios, pero cada una presenta una variedad determinada. Si leemos el nombre de la película: Parque Jurásico, podemos pensar que todos los dinosaurios que aparecen son de este período y esto es absolutamente falso. El Tyrannosaurus Rex proviene del período cretácico, como es el caso del Triceratops o el Deinonychus. Para hacernos una idea de la inexactitud, hay más distancia temporal entre un Stegosaurus y un Tyrannosaurus Rex (85 millones de años) que entre un ser humano y un Tyrannosaurus (65 millones de años). El nombre de la película responde nuevamente a criterios comerciales, está claro que Parque Jurásico tiene mucha más potencia verbal que Mesozoic Park.

Todos estos errores no deben ocultar todas las bondades que presenta el film, que son muchas. Algunas representaciones anatómicas sí son acertadas, como es el caso del Triceratops. El impacto que provocó también fue muy positivo para la comunidad paleontológica. Lo que nos debe generar dudas es el siguiente hecho: ¿si hace 25 años, muchas de estas teorías se presuponían como ciertas, como es que se han prolongado en nuevas entregas? Pues bien, por dos razones. La primera es puramente comercial, esta representación errónea de dinosaurios como reptiles es muy rentable, la gente ya los presenta así en el imaginario colectivo. Hubiera sido muy positivo que este dogma se hubiera roto en entregas posteriores, ya que genera más errores conceptuales y malentendidos. Pero esto es cine, es un negocio. Si queremos representaciones fidedignas, tendremos que seguir adentrándonos en publicaciones científicas o en proyectos valientes e innovadores que intentan romper con esta idea.

En la última película de la saga, Jurassic World (2015), la representación errónea queda justificada por una aseveración que hace uno de los personajes, concretamente el Doctor Henry Wu: el público quiere dientes y dinosaurios más grandes y más temibles, no quiere representaciones científicamente exactas, ya que esto no les sorprende. Con este paradigma queda justificada la presencia de dinosaurios científicamente incorrectos y abre la puerta a seguir representándolos de manera errónea. Una decisión poco acertada y hábil de una película que tiene la capacidad y la inserción social para cambiar este axioma establecido.

Joan de Buen

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