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Películas que tuvieron que cambiar de nombre

Películas que tuvieron que cambiar de nombre

Ya hablamos de las veces en que los distribuidores locales hacen cambios absurdos (y horrendos) en las traducciones de los títulos, pero además de no ser algo exclusivo de nuestro idioma, también hay algunas películas que tuvieron que cambiar de nombre con un poco más de fundamento.


El caso más reciente es del gran estreno de Disney a finales del 2016, Moana. Llega con dos meses de demora a nuestras pantallas, pero en su momento para muchos fue una sorpresa cuando trascendió que en versiones europeas la protagonista pasó a llamarse Vaiana y en Italia la película se convirtió en Oceanía. Las primeras versiones apuntaban a que Moana era una marca española patentada en varios países y preferían evitar conflictos, pero más tarde cobró fuerza otra versión que al menos todos prefirieron tomar por verdadera. Durante los 80s y principios de los 90s fue muy famosa una conductora de TV, modelo y actriz conocida como Moana Pozzi. No sería un problema tan grande a los tradicionalmente conservadores ejecutivos del ratón si no fuera porque gran parte de su fama tuvo que agradecérsela a su carrera paralela en la industria del porno, por lo que evidentemente al descubrir que poner el nombre de su película en la versión italiana de google aparecen montones de artículos sobre una Moana tan poco compatible con la imagen familiar de la empresa que tanto se esfuerzan por cuidar, no les quedó otra que buscar una alternativa.

Seguramente hoy en día, y en especial fuera de Inglaterra, nadie piense en la serie de espías sesentosa cuando escucha hablar de Los Vengadores. Pero dentro de ese microclima es lo suficientemente conocida como para que los distribuidores imaginaran que más de algún caído del catre se confundiera al tanque de Marvel con la serie, o por lo menos una secuela de la horrorosa adaptación de 1997, y prefirieron agregarle una palabra más al título. Personalmente, me parece inverosímil tener esas confusiones en la era de la sobreinformación, donde podemos conseguir el poster y el trailer de la película en segundos antes de comprar una entrada. Aunque en este caso quizás contaban con que algún fan que vio la serie original cuando era nueva, que todavía sigue en la era analógica, para que se produjera el milagro de mantenerse aislado de la tonelada de publicidad que antecedió al estreno.

Pero aparentemente la tradición de subestimar al público no es sólo latina. Algunas de las películas que tuvieron que cambiar de nombre se debieron a la idea de algunos distribuidores de películas inglesas, quienes pensaron que sus primos del otro lado del atlántico no serían lo suficientemente… sofisticados, como para entenderlas. De esta forma, la mítica Piedra Filosofal que tanto buscaron los alquimistas medievales se convirtió en La Piedra del Hechicero (aunque siendo justos, el cambio se hizo primero en el libro Harry Potter and the Philosopher’s Stone y la película se vio obligada a seguirlo con su nuevo título: Harry Potter and the Sorcerer’s Stone), obligando a grabar dos versiones de cada escena donde se nombrara al artefacto; todo para ponerle más magia sin que ningún niño esperara una aburrida clase de Nietzsche. Años antes, la adaptación al cine del libro La Locura del Rey Jorge III se permitió una pequeña inexactitud histórica al sacarle el número del final, temiendo que al no estar acostumbrados a lidiar con nombres monárquicos, el público creyera que era la secuela de una saga inexistente y no iría a verla por desconocer el comienzo de la historia.

También existe el caso de películas que tuvieron que cambiar de nombre  para su estreno en Estados Unidos para no ser relacionadas con el fracaso que resultaron en otras partes del mundo. No se contentó con elegir un título más obvio y que con un poco de suerte la despegara de las malas críticas, también le recortaron veinte minutos de metraje y le pegotearon en el póster un barco lleno de mujeres desesperadas, porque después de años de ver comedias de universitarios deben considerar que es la mejor forma de llevar a sus primos al cine. The Boat That Rocked / Pirate Radio repitió el injusto fracaso comercial que había sido en su país de origen, pero seguramente no fue por el título.

Y para cerrar, un caso que casi no necesita explicación (salvo quizás ¿por qué creyeron que era tan necesario el cambio?). Aunque Drácula 2000 se estrenó en diciembre de ese año en Estados Unidos, el resto del mundo tuvo el dudoso privilegio de verla recién alguns meses después y con lo rápido que cambian los tiempos, los publicistas habrán temido que si le dejaban el año anterior en el poster, el público podría haberla tomado como una historia de época.

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