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Razones por las que tenés que ver Rubber

Razones por las que tenés que ver Rubber

Dentro del sub-género de películas bizarras y experimentales, Rubber –del francés Quentin Dupieux– es seguramente una de las más fascinantes que vi mi vida. Cuando uno se sienta con amigos a ver una película sobre una llanta homicida con poderes telequinéticos, ya se han tomado ciertas decisiones claves sobre lo absurdo de la vida. En esta nota te contamos las razones por las que tenes que ver Rubber.

Cine experimental francés

Francia tiene toda una tradición de cine experimental que se remonta a los años ´50 y ´60 con la aparición del movimiento conocido como Nouvelle vague (la Nueva Ola francesa).

Directores como François Truffaut Jean-Luc Godard fueron contra el realismo tradicional que se venía trabajando en el cine francés y apostaron a la improvisación, a la filmación en exteriores, a la libertad de expresión, al uso de nuevas técnicas que se estaban forjando en EEUU con directores como Alfred HitchcockOrson Welles John Ford.

Aún hoy, Francia se caracteriza por contar con films poco convencionales, que se alejan del tradicional estilo que suele presentar Hollywood.

El director Quentin Dupieux es un ejemplo de este tipo de cine.

Razones por las que tenés que ver Rubber

La película se inicia con el momento más clave de la historia. Un auto de policía llega a una desolada parte del desierto. Hay sillas colocadas de forma azarosa que el vehículo va volteando con mucha paciencia. Del baúl del auto sale un sheriff, quien pide un vaso de agua al conductor.

Luego se acerca a la cámara, mira directamente, y comienza un prólogo sobre la sinrazón que funciona como una instrucción para ver el resto de la película.

¿Para qué describirlo si directamente pueden verlo? No tiene desperdicio:

Este soliloquio, absolutamente increíble, funciona como una alerta, una manera de invitar a la audiencia a conocer con qué se va a encontrar. En él, el director defiende su postura absurdista y deja entrever el nivel atípico de comicidad que va a acompañar al neumático asesino durante todo el metraje.

Rubber: un homenaje a la sinrazón

En Rubber no somos nosotros los verdaderos espectadores. Hasta me animo a decir que estamos de más. La misma película ya cuenta con un público que, como un coro griego, montado con binoculares, será el verdadero jurado de los acontecimientos. Nosotros somos meros voyeuristas.

La película es muchas cosas al mismo tiempo. Deconstruye el sub-género del terror del ataque de un “ente asesino”, sea Micheal Myers, Jason o Freddy Krueger. Sea un muñeco, un fantasmita, un tomate o una mujer de 50 metros de alto.

También ataca a todos los clichés del cine de horror, parodiándolos. La chica sexy que se ducha con la puerta abierta. Los personajes que realizan acciones estúpidas e ilógicas (y por ello terminan muriendo). Los sobresaltos. La música que va elevando la tensión.

Una llanta con sentimientos

Pronto se hace evidente que esta es mucho más que una pequeña historia de comedia y terror. La llanta (que se llama Robert, según indican los créditos finales) se reconoce a sí misma como una entidad (en una fascinante escena en la que se “ve” en el espejo), es pasional, tiene ira, deseos, contradicciones. Ah, y poderes psíquicos para hacer explotar cosas.

Una vez que Robert aprende a asesinar personas, se lanza en la búsqueda de más humanos para matar, y en su camino se encuentra con una mujer misteriosa con la que se obsesiona. ¿Qué hace ella viajando sola en el desierto? ¿Quién es? ¿Por qué Robert se siente atraído? ¿Es porque está (muy) buena? ¿Puede, verdaderamente, un neumático sentirse atraído por una mujer?

La elección de un neumático para la película fue excelente y muy elegante. Se trata de un objeto con capacidad de traslado (son brillantes las escenas donde va de un lado a otro “aprendiendo a andar”) pero que se aleja de un diseño antropomórfico, lo cual le genera ciertas debilidades (como cuando cae a una pileta y no tiene forma de salir).

Funciona como un elemento amenazante (al fin y al cabo, un neumático, adjunto a un vehículo, puede hacer muchísimo daño) pero es intrínsecamente ridículo. El objeto no puede hacer más que cuatro o cinco acciones, y como realizador de cine, es un desafío gigante darle “vida” a algo como esto.

Intertexto en su máximo esplendor

Por otro lado, pocas cintas han sabido utilizar la ruptura de la cuarta pared con tanta eficiencia. Es desafiante llevar la cuenta de la cantidad de escenas intertextuales que homenajean al cine. Por ejemplo, hay una secuencia que sucede en un lugar que idéntico al motel Bates de la película Psicosis (1960), de Alfred Hitchcock.

En una historia que se adjudica estar dedicada al absurdo, al “sin-sentido”, es irónico que no haya ni siquiera una escena que no tenga un motivo claro y específico. Se pueden hacer ensayos enteros sobre los detalles aparentemente irrelevantes que tiene Rubber, y que sin embargo están muy bien pensados.

Conclusión

Rubber es un concepto ridículo realizado con un ingenio pocas veces visto. Es a lo que tienen que apuntar todos los realizadores independientes: una excelente, surrealista, bizarra, absurda, sorprendente e inteligente mala película. Invita a tantas lecturas complejas que termina siendo un testamento a la sutileza.

Anímense a ver Rubber o cualquier otra película de la filmografía de Quentin Dupieux (que es fascinante). Si quieren conocer un poco más sobre esta película, pueden leer mi análisis detallado de la misma. Por cierto, toda la película está disponible y subtitulada en español en Youtube.

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