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RECAP: Wet Hot American Summer, lluvia de estrellas en Netflix

Hacer una crítica de Wet Hot American Summer: First Day of Camp, nueva comedia de Netflix, implica repasar un poco lo que significó la película de 2001 dirigida –al igual que la serie- por David Wain, de la cual estamos presenciando una precuela: este primer día de campamento en Netflix tiene relación directa con el último día relatado en el film, tomando personajes, tramas y un código humorístico que no va a ser accesible para todos.

Algo de historia y contexto: la película original

¿Quién es David Wain? Salió de The State, uno de lo más clásicos shows televisivos de sketchs de los años 90 que cambió la cara a la comedia en la pantalla chica desde MTV. Allí estaban con él, entre otros, Joe Lo Truglio (hoy genial en Brooklyn Nine Nine), Michael Showalter, Michael Ian Negro y Ken Marino. Todos veinteañeros, escribían, dirigían y actuaban las bizarras situaciones que se iban encadenando una tras otra superándose en delirios.

Allá por 2001, Wain se dispuso a homenajear/parodiar al subgénero “comedias de campamentos de veranos” que abundan en la pantalla grande americana al ser una experiencia muy típica de ellos. Cada verano los niños son llevados a pasar sus días de receso escolar en estos campings donde realizan tareas recreativas y se divierten: el cine los ha reflejado en clásicos como Meatballs (de Ivan Reitman, con Bill Murray, 1979) o recientemente Moonrise Kingdom (Wes Anderson – 2012).

Convocó así a sus compañeros de aquella época y se reunieron en Wet Hot American Summer. La extraña decisión del creador para reírse del género fue hacer pasar por adolescentes a actores que rondaban los 30 años y que se ponían en la piel de los jóvenes encargados de cuidar a los niños. Pero la película fue por más y no se contentó con satirizar solamente a ese tipo de comedias: además se burló del convencionalismo del cine comercial en general.

El resultado: un completo fracaso de pública y crítica. Apenas recaudó una cuarta parte de su presupuesto, no la vio nadie y los que sí lo hicieron la destruyeron. Las críticas fueron despiadadas pero pasó lo impensado: con el transcurso de los años, la cinta fue vista con otros ojos y se convirtió en un film de culto.

Cuando Netflix anunció la realización de una precuela del film en forma de serie fue realmente sorpresivo: ¿por qué retomar algo que sólo un reducido grupo supo apreciar?

La serie: una lluvia de estrellas

El elenco original del film dio su OK al completo para estar en la serie de 8 episodios. Algo milagroso teniendo en cuenta que muchos miembros del staff se han convertido en cotizadas estrellas de Hollywood: Paul Rudd (Ant-Man), Bradley Cooper (¿Qué pasó ayer?), Elizabeth Banks (Los Juegos Del Hambre) o Amy Poehler (Parks and Recreation) son una pequeña muestra de ello. Y no contentos con tener a todos los mencionados siguieron levantando la apuesta: Jon Hamm, Chris Pine, Jason Schwartzman, John Slattery, Michael Cera, Josh Charles, Randall Park, el humorista ‘Weird Al’ Yankovic y hasta Kristen Wiig se sumaron.

Teniendo a otros miembros del cast inicial como Janeane Garofalo, Marguerite Moreau, Christopher Meloni (brillante su trabajo), Molly Shannon y David Hyde Pierce, todos súper reconocidos, tal vez sea el elenco más estelar que la pantalla chica haya reunido en una misma serie.

Crítica de Wet Hot American Summer ¿De qué va?

Cuenta las aventuras en un campamento de verano de 1981, donde jóvenes instructores deben encargase de cuidar y entretener a los pequeños. Obviamente estos chicos de alrededor de 16 años están más preocupados en sus propias pubertades a punto de ebullición.

Todo lo que vimos en la película transcurre en un único día: el último de acampe, tras el cual cada uno volverá a sus vidas habituales para quizás reencontrarse el verano siguiente. La serie relata en sus 8 episodios el día de llegada, el momento en que se cruzan los viejos conocidos y donde los nuevos deberán presentarse a sus compañeros con quienes pasarán largas jornadas de ocio.

Que toda la trama abarque apenas unas horas hace que el ridículo de la cantidad de cosas que suceden en tan poco tiempo sea llevado a situaciones hilarantes. Son conscientes de eso y lo explotan: vos, espectador, tenés que tenerlo en cuenta para disfrutar del juego que los realizadores hacen con ello.

Como dije antes: actores de unos 30 años hacían de quinceañeros en 2001. O sea, al retomar hoy sus personajes, 14 años después, son aún mayores (mientras algunos están mejor ahora que antes, con otros pasa todo lo contrario) por lo que es realmente raro ver a cincuentones (si, Rudd casi que los está por cumplir) hacer de pibitos viviendo sus primeras experiencias en el amor y otras yerbas.

Es un sentido del humor que demora en que te guste.

Decía hace tiempo David Wain en relación a que mucha gente cambió su opinión sobre la película con el paso de los años al re-descubrirla en DVD o en alguna pasada por el cable. Y eso mismo puede aplicarse a la serie donde un espectador desprevenido puede llegar a preguntarse ¿qué cornos es esto? si se sienta frente a esta propuesta sin tener demasiada información.

Secuencias cómicas pasajeras, absurdo por doquier, escenas casi tontas o ingenuas conviviendo con otras de humor inteligente, irónico y jugado. Realmente cuesta entrar en código si no estás acostumbrado a esta camada de comediantes que parecen querer dar imagen de que no se toman en serio lo que están haciendo (aunque nada más alejado de la realidad). Humor despojado de medias tintas, directo y con el único objetivo de hacer reír, sin escatimar en situaciones disparatadas y surrealistas.

Si viste la película y lograste conectar con todo eso, la serie te va a gustar porque mantiene el código y no hace más que intensificarlo. Es absolutamente fiel a ella y le rinde un homenaje justo y simpático.

Si no viste la película esto nos lleva a la pregunta ¿Tengo que verla? Siempre hay que ver cine y series, hace bien y además, ¿de qué hablaríamos nosotros si ustedes no lo hacen? Por lo que la respuesta es SI, aunque la gente del servicio de streaming y el propio Wain digan que no es indispensable (no pueden decir otra cosa, deben captar todo el público posible). Pero creo que eso resulta contraproducente: es casi imposible para el público tradicional no tentarse ante la oferta de tremendo elenco junto, por lo que el golpe cuando no estén entrenados para este humor extraño es más fuerte y decepcionante.

Consejo: vean la película (Netflix la tiene) y luego la serie, no al revés. ¿Por qué? Primero, porque lo que veremos en el show es el inicio de los asuntos que los personajes intentan cerrar en el film, todo conduce a ellos, verlos comenzar la transformación para terminar siendo lo que son en la película esconde muchos detalles y chistes a descubrir que funcionan muy bien si la viste. Segundo, porque ¿quién en su sano juicio les diría que vean Star Wars en el orden numérico de la saga y no en cómo se fueron estrenando?


Esta serie solo podía hacerse en Netflix y gracias al cielo así fue. En la Tv de aire regida por ratings cada vez más complicados de obtener, jamás podría sobrevivir una propuesta así de arriesgada y distinta, dirigida a un público reducido y basada en una fuente que dejó descontento a la mayoría.

Wet Hot American Summer: First Day of Camp son unas pocas horas en la buena compañía de viejos amigos, de exageración sin control, de amoríos, de delirios como latas de verduras que hablan o una conspiración gubernamental para acabar con el lugar pues (como dije antes) la película se reía de muchos géneros: un satélite que se estrellaría contra el campamento era central en el film, ahora reemplazan esa excusa para satirizar el cine catástrofe con ejércitos, desechos tóxicos y hasta el Presidente Reagan.

Irregular, claro que si (el film también lo era y muchos de los gags quedaban truncos), pero tan diferente que vale la pena. Con mucho de improvisación y libertad para el elenco de crear con sus gestos y movimientos. El megadesfile de estrellas salva hasta situaciones que hacen ruido (como las veces en que rompen la magia y salen del campamento) y se pasa tan rápido que terminás pidiendo más. Humor estúpido del bueno: el que hace reír.

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