Retrato de Rita Hayworth: memorias de una femme fatal
Retrato de Rita Hayworth, fuente de inspiración de Eduardo Galeano y de Manuel Puig en el sur, devota y ferviente cultora del amor a Hollywood al punto de transformarse radicalmente para atravesar los muros y aparecer en primer plano en la pantalla. Margarita Carmen Cansino mutaría en Rita a fuerza de dietas severísimas, maltratos a su figura para acentuar la cintura, y electrodepilaciones (dolorosísimas en esa época) para ensancharle la frente y realzar la pelirroja cabellera.
Retrato de Rita Hayworth
Rita Hayworth, conocida como la bomba erótica, se hizo odiar enseguida en tiempos donde mostrar una mujer sacándose un guante era el equivalente a una escena subidísima de tono de hoy día. En España, por ejemplo, era considerada “gravemente peligrosa” por la Iglesia Católica, después de su aparición triunfal en la película que haría de Rita esa que siempre recordaremos.
Gilda llevó al estrellato a Rita Hayworth La hizo tan mundialmente conocida que se colocó una foto de Gilda en la bomba atómica de prueba que Estados Unidos lanzó en las Islas Bikini. Pacifista acérrima, no solo se indignó, sino que redobló la apuesta y se embarcó en una expedición a la Cordillera de los Andes, donde en histérica proeza enterró allí la película para conservarla en caso de un desastre nuclear.
Dicen que detrás de cada buena mujer hay un gran hombre. Les pido me permitan dudar de tal afirmación. Duda que acompaño con la historia de Rita: en su caso no hubo un hombre sino cinco. Cinco veces se casó Rita Hayworth: con Edward Judson, un pastor de la Iglesia Baptista; con Orson Welles (con quién tuvo a su hija Rebecca) que dirigió y co-protagonizó con ella La Dama de Shangai, una excelente película de cine negro, perla del mejor cine de Welles; con el príncipe Ali Khan (con quién tuvo a su hija Yasmín Aga Khan); con el también actor Dick Haymes, y con el director James Hill, que la hizo protagonista de Separate Tables, su mejor filme, también protagonizado nada más y nada menos que por Debora Kerr y Burt Lancaster.
Rita llevó una vida tan agitada y revoltosa como la de las protagonistas de sus películas, y se aseguró por todos los medios de que sus encantos quedaran grabados en la retina de todo el que la viera. Segura, sostenía: “Todos los hombres que he conocido se van a la cama con Gilda y despiertan conmigo”.
Rita Hayworth poseía además de una belleza inexorable, el talento, la justeza, y la dosis exacta de profesión para ser una de las actrices más requeridas por los grandes directores, y para ser considerada la artista número 19 en la lista del American Film Institute en la lista de las 50 estrellas cinematográficas más grandes de todos los tiempos.
Murió muy joven, a los 68 años, cuando el Mal de Alzheimer le impidió seguir con su carrera. Lejos de las tablas y de las luces posándose en su rostro, la invadió la tristeza.
Para recordarla, les dejamos algunas de sus mejores e ineludibles películas. Enjoy it!
GILDA
“Put the blame on Mame” rasguea Gilda con la guitarra en la sala. Se empieza a contonear al son de la misma canción, ahora con orquesta incluida; sensualmente en la sala de un casino en Argentina. Se saca un guante, después otro. Glenn Ford la detesta, es la esposa de su jefe al que le debe ser leal, pero a la vez la ama furtivamente. Por eso no duda, cuando desafía Gilda a que le ayuden con el cierre de su vestido, en asestarle un cachetazo, algo que produjo la prohibición de la película en más de 40 países. Aquí la escena que conmocionó el mundillo cinéfilo.
LA DAMA DE SHANGHÁI
Rita es Elsa, una mujer que viaja desde Shanghái hacia San Francisco con su marido, un abogado defensor criminalista. Michael (Orson Welles, esposo de Rita en la vida real) se ofrece a ayudarlos y como su marinero los conduce por el canal de Panamá. Muy pronto la irrupción de George, socio en el estudio del esposo de Elsa, complicará el viaje en el que urdirán un intricado plan para asesinarlo, donde los móviles posibles son: el deslumbramiento que Elsa le ha producido a Michael, la avaricia de George, las sospechas de infidelidad de Elsa por parte de su marido. Todo marinado en lo mejor del cine negro de Welles, con juicio incluido.
SANGRE Y ARENA
Rita es Sol, la tercera en discordia de Sangre y Arena. Tirone Power alcanza la gloria en las arenas toreando y sentando cabeza con su novia, pero Rita y sus curvas no lo perdonan. Cuando se entrega a la pasión sevillana, empieza a decaer su carrera. La película es un culebrón divino, con un Anthony Quinn jovencísimo y guapo. Ganó un Oscar en 1941 a la Mejor Fotografía. También fue motivo de una remake más cochina y berreta con Sharon Stone.
SEPARATE TABLES
En un hotel al viejo estilo conviven desde hace tiempo varios huéspedes fijos. Un militar retirado, con una gloriosa hoja de servicios, que teme que un suceso poco honroso llegue a comprometerle, una madre estricta y decadente que vive con su hija, un matrimonio fracasado, un profesor de cultura griega… Viejas historias y nuevos problemas que se hacen carne viva entre los barrocos muros del hotel.
Separate tables es una comedia maravillosa, donde Lancaster y Hayworth (en el papel que parece hecho a su medida de Ann Shankland) se lucen y demuestran por qué siempre estarán presentes en las figuras de las grandes ligas.
LA IRA DE DIOS
Un contrabandista y un estrafalario sacerdote lucharán unidos en defensa de una revolución que tiene lugar en los años 20 en un país centroamericano. Robert Mitchum es el coprotagonista de una Rita ya madura, que ilumina y completa los espacios femeninos en este western que tiene mucho de tiros, insurrectos y machos cabríos con la musiquita del genio detrás del tan tan, tan tan tan ta, de Misión Imposible: Mr Lalo Shifrin.
Retrato de Rita Hayworth
