Razones por las que tenés que ver The Doors

Esta semana estrena Bohemian Rhapsody, la esperada biopic de Freddie Mercury. Aprovechamos la ocasión para recomendar la crónica de la autodestrucción de otro ícono de la música: Jim Morrison. Tenés que ver The Doors, el nacimiento y auge de una de las bandas de rock americanas más históricas.

Tenés que ver The Doors (1991)

Jim Morrison, la cabeza visible de la excepcional banda The Doors, vivió su vida al límite. Para algunos era una especie de Dios y, para otros, el ayudante del Demonio. Lo cierto es que tuvo una anárquica carrera hacia la autodestrucción caracterizada por escándalos en público, arrebatos de ira y una pasión abismal por el mundo del sexo, alcohol y drogas.

La clásica película de Oliver Stone buscó remarcar esta insólita historia de vida, poniendo énfasis en el carismático y sexual Jim Morrison, interpretado por Val Kilmer en uno de los mejores papeles de su vida.

Se trata de un atípico y lisérgico biopic musical que narra los comienzos y el apogeo del legendario grupo. Un grupo que, por cierto, adoptó su nombre del ensayo de Aldous Huxley “The Doors of perception”, un texto donde el autor de Un mundo feliz registró sus experiencias al probar los efectos alucinógenos de la mescalina. Analicé el ensayo en esta nota.

Controversia y polémica

La obra de Stone no fue ajena a la polémica. La película se centra en los aspectos más controvertidos de la vida del cantante (escándalos en el escenario, abuso de alcohol y drogas), dejando de lado su costado humano y su talento artístico. Un polémica similar a la que recibió este año el biopic del cantante Rodrigo.

A pesar de contar con varios elementos biográficos reales y una personificación excelente de Kilmer (inclusive en el tono de voz para cantar), existen importantes inexactitudes y hechos no verdaderos, incorporados para enfatizar el personaje mítico y decadente de Jim “Rey Lagarto” Morrison.

A mí esto no me molestó porque no me considero un fan empedernido de ellos. Como película funciona por el ritmo fluido, la incorporación de la música de la banda como soundtrack, el carisma del protagonista y las temáticas surrealistas que se trabajan. Es muy entretenida y llevadera, por más que conozcamos el trágico desenlace del cantante.

Más allá del debate entre ficción y realidad, la crónica de la autodestrucción (empujada por el descontrol y las drogas) está muy bien lograda. Se trató de una estrella que brilló con tanta intensidad que no pudo mantenerse con ese esplendor durante mucho tiempo.

La dirección de Oliver Stone

Es una lástima que ya no se vea a Val Kilmer en el cine, porque películas como ésta demostraron su potencial para la actuación. La última vez que lo vi haciendo algo tan bueno fue en Kiss Kiss Bang Bang, comedia negra del año 2005 dirigida por Shane Black, quien este año estrenó la remake de El depredador.

Por otra parte, la película es Oliver Stone en el sentido más literal de la palabra. Siempre fue un director brutal, carnal, hiperrealista. Pienso en Pelotón (película de 1986 que vio crecer a varios actores conocidos), Natural Born Killers (1994) o, más recientemente, Savages (2012).

Ver The Doors genera una experiencia similar. Va de la mano con el tono del director, mostrando una realidad cruda de las estrellas de rock que se ven exigidas por su público y sobrecargadas de tensiones.

Conclusión

Hay quienes ven en esta película un videoclip de dos horas y un director que se refugió en la psicodelia del protagonista para desarrollar un argumento coherente. Yo disfruté mucho de este viaje surrealista que presenta la visión de Oliver Stone.

Por otra parte, ver The Doors es también una oportunidad para encontrarse con uno de los más grandes papeles de Val Kilmer, actor subvalorado (y ahora desaparecido) que tuvo un puñado de excelentes actuaciones en el pasado.