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Críticas

27º MDP – REVIEW : Una película de gente que mira películas

Una película dentro de una película cual mamushka -palabras de Pistani, montajista de la película, con las que concuerdo- que te lleva a pensar y repensar dentro de la sala viendo. Así es Una película de gente que mira películas.

La peli

Sería redundante, pero esta película ciertamente trata sobre gente que mira películas. Los directores se dispusieron hacer un documental sobre la gente común a un video club ubicado frente a la casa de Arditi, director de la película. Se integra entonces un grupo bastante especial con sus visiones y opiniones acerca del cine -¡incluyendo al dueño del video club a quien conocía porque tenía otro club a una cuadra de mi casa!- cada uno desde su lugar de cinéfilo quien vive a través del cine.

La película les pega a los cinéfilos directamente en las entrañas porque es acerca de gente que mira películas, nos devuelve una mirada de quienes somos y que nos define a partir de más o menos, un siglo de experiencia viendo cine. La vida de la población media –que puede pagar una entrada- pasa por lo visual, por el cine y son terriblemente cultos sobre género, historia, guión, montaje –sí, lo son aunque algunos no lo crean y otros que no lo son se la dan de que sí-. La prueba está en este grupo homologado por su amor al cine que puede hablar largo y tendido acerca de los films que los apasionan, de aquellas cintas que les producen algo y con las que se sienten terriblemente identificados. Uno de los personajes habla de su amor por las películas de aventuras como Rambo –fuck, fuck, fuck yeah- otro habla sobre El séptimo sello y el dueño del video club comenta que vio The Wall treinta y siete veces –Lo único que me falta hacer con The Wall es clavarme una paja- dice.

Una película de gente que mira películas: Cine y Cine

La primera secuencia divide aguas. Dos de los protagonistas dirimen acerca de que cine prefieren, uno de cada lado en los asientos frontales del Falcon amarillo del dueño del video club. Uno disfruta del cine pochoclero -del con el que se supone que uno no piensa porque tiene que ser entretenimiento- y el otro, el dueño del video club, del cine que no recree la fantasía burguesa, detesta que una peli termine bien, porque la vida no es así. Esto abre a que cada personaje de su opinión acerca del cine, de su cine y también así, de sus vidas, que están marcadas por esto.

La identificación es instantánea, o al menos para la mayoría de los que estábamos ahí en la proyección –pero me la juego que a la mayoría de los que la vean les pasará- porque sobre nosotros, sobre el espectador. Así como tenemos el ejemplo de películas como The rear window (La ventana indiscreta) y Blow Up (Blowup – Deseo en una mañana de verano), Una película de gente que mira películas habla sobre el cine, el culto al video club y a la vida del que mira películas.

Sinécdoque

Cine dentro del cine y espectadores que se ven a sí mismos como parte de un algo y se reencuentran con ellos dentro del film. Albert Hofmann concibió por error el LSD y aseguró que en un viaje inaugural en bicicleta bajo los efectos del ácido, pudo verse pedaleando. El documental se ofrece dentro de sí mismo también. Luego de haber editado un corte de cuarenta minutos, los realizadores, Arditi y Pistani, se lo presentaron a sus protagonistas en una terraza. El comienzo del documental que minutos antes habíamos visto todos, se proyecta de nuevo en una terraza para los protagonistas que seguimos. Los amantes del cine podían verse a sí mismos dentro una pantalla –una idea fantástica para el documental-.

Una de las protagonistas soñaba con ser artista, uno de los que trabaja en el video club estudió cine. El documental los junta para filmar un cortometraje con el pibe dirigiendo y la mujer actuando. Esto les permitió formar parte también de esa pasión aledaña que tienen como espectadores.

Música en vivo

Fue curiosa la inclusión de un músico en vivo para interpretar la banda musical de la peli. Diego García, guitarrista de El Cigala y Andrés Calamaro, interpreta con su guitarra la música en vivo de la película. Cuando le pregunté a los directores por qué habían tomado esta decisión respondieron que era parte de este homenaje al cine mudo cuando había música en vivo. Personalmente no me sumó mucho a la peli, sí a la experiencia de tener al músico allí abajo viendo la película y buscando su entrada para volver a tocar o parar. Eso sí, el guitarrista se va al carajo y la música está muy buena, sí suma a la peli. Tendré que ver el corte sin música en vivo para ver que pasa.

Conclusión

Esta es la opera prima de los jóvenes Fernando Arditi y Javier Pistani en la que nos ofrecen capas y capas de ideas y posibilidades acerca del cine. El recorrido de las imágenes y sus personajes están en función exclusiva del espectador quien puede continuamente idear algo nuevo con lo que se le está ofreciendo en pantalla. Una y otra vez podemos ver esta película sobre el cine.

No me pidan más que esto…

 

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