Cómo Enamorar a una Chica Punk (How to Talk to Girls at Parties), tres jóvenes punk y un contingente de turistas espaciales.

Crítica realizada durante el 32º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.

God save the Queen 

Es 1977 y el punk está en su esplendor en Inglaterra, especialmente entre los adolescentes como Enn y sus amigos. Después de un show, intentan colarse en una fiesta, pero ninguno sabe realmente la dirección y terminan perdidos en medio de la noche, hasta que el ruido de música los atrae a una vivienda enorme.

Apenas entran sospechan que están en la fiesta equivocada: lejos de la estética punk que esperaban, la encuentran poblada de gente vestida de colores vibrantes bailando al ritmo de una música hipnótica que no escucharon nunca antes. Siguiendo el consejo de su amigo, Enn explora la casa con la idea de entablar conversación con alguna de las chicas que rondan por la fiesta, que por lo que deduce de algunos comentarios son turistas en la ciudad.

En su recorrido presencia una acalorada discusión entre una joven y el que parece ser su tutor; sabiendo que ella pretende hacer más que seguir un rígido recorrido preestablecido, se ofrece a llevarla a conocer el punk y escapan de la fiesta. Pero Enn no tarda en descubrir que aunque ella es realmente una turista, viene de mucho más lejos que California, como había pensado en un principio.

Punk Místico

La relativamente breve carrera de Neil Gaiman como escritor y guionista es seguida con atención por un nicho de público amante de la ciencia ficción, el terror y los cómics. Solo recientemente trascendió por fuera de ese círculo, en buena parte por la exitosa adaptación de su novela American Gods a la TV y los anuncios de la varias veces postergada Sandman al cine.

Cómo enamorar a una chica punk (horrible traducción del titulo original How to Talk to Girls at Parties) es apenas un cuento corto que cubre un par de escenas de la película y sirve como disparador de lo que viene después; costaría llamarla una adaptación si no fuera que el propio Gaiman figura entre los productores del largometraje, dando margen para asumir que si todo el resto no estaba en su idea original, al menos fue aprobado por el autor.

Después de una primera parte donde nada parece tener sentido, poco a poco va tomándolo (dentro de la estructura de ciencia ficción que propone la historia) cuando los jóvenes abandonan la lisérgica fiesta. Hasta los colores que visten los distintos grupos, junto con las particulares características de cada tribu, reciben su justificación, quizás de forma más explícita de la que hacía falta.

Descontando el giro de ciencia ficción el eje de la historia no es novedoso, estamos ante un romance adolescente bastante clásico que para buscar su personalidad propia recurre a la comedia y al absurdo, con personajes que bordean la caricatura. Si todo esto se vuelve problemático es más que nada desde las actuaciones que no siempre aciertan al tono. En los roles secundarios no son tan notorios, pero el personaje de Elle Fanning (The Neon Demon) falla en generar empatía tanto cuando hace comedia como cuando debe mostrar emoción dramática, sólo parece encontrar su lugar en el personaje en la escena que sube al escenario.

Por suerte, su ignoto compañero (Alex Sharp) compensa poniéndole mucho carisma al rol protagónico, suficiente como para remontar la pareja. El resto del elenco es desconocido o mayormente televisivo, factor que recuerda el hecho de que aunque hay dos caras reconocibles de Hollywood, estamos ante a una producción inglesa de recursos limitados.

Como se puede adivinar por el trailer, tanto lo visual como la música son muy importantes para esta película, y hasta la elección de la época es relevante para la trama, no un simple capricho nostálgico cabeza abajo: una joven extraterrestre con el destino marcado a fuego por sus mayores tendría pocos momentos más apropiados para buscar un cómplice en la rebelión que los fines de los setenta en un barrio obrero de Inglaterra.

Sin embargo la reconstrucción del ambiente punk no parece pretender exactitud histórica sino más bien ser una reformulación romantizada de la época, pasada por el filtro de un adulto que está narrando la historia añorando sus épocas de adolescente; algo que por cierto coincide con el texto original. Todo es demasiado limpio, hasta el caos parece estéticamente cuidado y no siempre resulta algo bueno; Cómo enamorar a una chica punk tiene pretensiones de una producción mayor de lo que realmente es y le juega en contra algunas veces.

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