El Practicante, psicópata a la espera de una excusa. Crítica a continuación
Ángel (Mario Casas) es el practicante (paramédico) de dudosa moral que trabaja a bordo de una ambulancia de emergencias. Su compañero conductor, Ricardo, es interpretado por el argentino Guillermo Pfening (La Valija de Benavídez, Cromo).
En casa lo espera su novia francesa Vane (Déborah François), estudiante de veterinaria y vendedora en un call center. La relación no parece del todo feliz, pero de todas formas llevan un tiempo buscando un embarazo que se resiste a producirse. Ya entonces sospecha que ella tiene una aventura, pero guarda silencio y refuerza sus intentos de retener como sea a Vane dentro de una relación que está evidentemente desmoronándose.
Todo empeora cuando un accidente en el trabajo lo deja en silla de ruedas y pierde el poco poder que tenía para mantenerla bajo control, decidiéndose a recurrir a métodos cada vez más drásticos para salirse con la suya.
El Practicante, un villano a plena luz
El desarrollo de El Practicante es tan simple como la propuesta y recae principalmente en el trabajo de su protagonista Mario Casas (El Bar, Mi Gran Noche, Contratiempo), en un personaje oscuro pero sin muchas facetas. De forma similar al protagonista de Hogar (donde el actor participa como antagonista), el practicante Ángel no se convierte en el villano debido a las dificultades que la trama le pone enfrente: solo las utiliza para justificar liberar algo que estaba apenas a milímetros bajo la superficie, esperando a la primera excusa para aflorar.
La misma falta de facetas que aqueja al protagonista se repite en toda la propuesta que Carles Torras hace para El Practicante. El resto del elenco no recibe personajes más interesantes para interpretar, mientras las pequeñas subtramas que se muestran pasan de largo casi sin dejar nada en el camino. Tal como ya era una de las mayores debilidades de Hogar, los planes de Ángel no enfrentan mayores contratiempos y cada vez que algo parece que lo va a poner en peligro, se resuelve en segundos de forma casi mágica y lo vuelve a poner una vez más camino al éxito sobre ruedas.
Un tanto indeciso sobre mantenerse dentro del suspenso o atreverse a saltar al terror más llano, el resultado de El Practicante no llega mucho más allá de ser un thriller previsible. Su único giro de guion que sorprende termina causando más gracia por lo inverosímil, antes que el impacto dramático pretendido El resto del tiempo, es apenas un discurrir a través de situaciones desde un punto a otro, sin mucho para contar en el camino pero tampoco logrando entretener desde un lado más superficial.