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Críticas

Black Mirror Temporada 5 (REVIEW)

Black Mirror Temporada 5: episodio a episodio

Después del “recreo” interactivo de Bandersnatch, Charlie Brooker intenta volver a las fuentes y la rutina del habitual Black Mirror. El resultado son 3 episodios que lejos están de la sensación de miedo o esa alarma de advertencia que hizo célebre a la serie.

El futuro es hoy… y es cómico

La serie fue de avanzada, con una visión afilada sobre lo que la deshumanizante tecnología podía ocasionar en nosotros. El terror a que todo eso que veíamos podía llegar a ocurrir (y sin darnos tiempo para reaccionar) hizo del show una obra tan oscura como retorcida, con toques de ese característico y ácido humor británico. Claro que recién corría el año 2011, en un pequeño canal inglés como Channel 4 que se ha destacado por sus producciones rupturistas.

Hoy Black Mirror Temporada 5 se enfrenta a un panorama diferente: no solo porque la televisión haya cambiado o porque el show esté ahora en manos de un gigante como Netflix, sino porque esa tecnología amenazante casi que está entre nosotros, y nuestros miedos ya no son los mismos. Si hasta la serie tuvo que recurrir a jugar con lo interactivo o experimentar con otra clase de estilo (el “final feliz” del soberbio San Junípero) para poder llamar la atención.

En esta nueva tanda de episodios, se siente como si el tiempo hubiese pasado por encima de la serie. Como si aquello que contaban ha caducado, viéndose obligados por lo tanto a virar hacia otros lugares, ni mejores ni peores sino diferentes. Donde había una visión aterradora del efecto de la tecnología, hoy hay una comedia casi tonta sobre lo que esa misma tecnología hizo de nosotros. El espejo roto ya no entrega una visión deformada del futuro, sino que devuelve una imagen del ahora, del ridículo momento en que vivimos.

Y sin terror, sin deformación de la realidad, Black Mirror queda en historias bien contadas pero que parecen de otra serie del montón, una de esas tantas que intentaron imitarla y no lo consiguieron. Estas 3 historias de Black Mirror Temporada 5 están destinadas a no ser recordadas por su temática, sino por las estrellas que las protagonizan. El capítulo de Anthony “el de los Vengadores” Mackie, el de Andrew “Moriarty” Scott y el de Myles Cyrus.

Striking Vipers – Episodio 5×01

Danny (Anthony Mackie) está casado con Theo (Nicole Beharie), tienen un hijo y están en búsqueda de otro. La típica (y quizás aburrida) vida familiar se verá sacudida cuando reaparezca un viejo amigo, Karl (Yahya Abdul-Mateen II), a quien hace mucho no veían, trayendo la última versión de un videojuego que jugaban de jóvenes.

Danny y Karl experimentarán la tecnología inmersiva que propone ese nuevo Striking Vipers: utilizando sus respectivos avatares digitales (Karl usa una luchadora llamada Roxette) pasarán de golpes y piñas a otra clase de atracción que poco tiene de violenta.

Lo interesante y provocativo del episodio termina diluyéndose en una duración excesiva y una solución demasiado facilista, incluso para los estándares de algunas salidas fáciles que han tenido en sus episodios más débiles. Hay un buen intento por explorar la naturaleza del deseo humano, pero no es algo nuevo ni lo suficientemente jugado (¿no se atrevieron a que Karl use avatar de hombre?). No pasa de un mero chiste sobre las relaciones actuales, algo que ya ni debería llamar la atención. Saca risas, incómodas tal vez, ¿pero vinimos a buscar risas en Black Mirror?

Smithereens – Episodio 5×02

Andrew Scott no solo brilla este año en Fleabag (ya te recomendamos esa serie ACA) sino que se luce en este capítulo que está muy bien, pero poco y nada tiene de Black Mirror. Es el conductor de un servicio de viajes que espera clientes en su auto, frente a la entrada de una poderosa empresa de redes sociales. Secuestra a uno de los empleados (Damson Idris) y exige violentamente hablar con el dueño de la compañía (Topher Grace).

Engancha con las buenas interpretaciones y te mantiene en vilo durante ¡1 hora y 10 minutos!, pero en realidad estamos ante una simple historia de rehenes. El “giro” que la uniría a esta antología tampoco es que sorprenda. Incluso resulta torpe que el factor desencadenante termine siendo lo que es. Se pierde hasta la crítica de lo que intenta criticar, pues en honor a la verdad lo desgarrador que le ocurre al personaje es más por culpa suya que por un manipulador sistema atrapándonos en su burbuja.

El mensaje termina siendo un reciclaje vago de conceptos ya explorados en el show. Si sale airoso es por usar un género que es bueno de por sí y empleando buenos actores, no por mérito de la mente de Brooker. Si el final de Striking Vipers fue facilista, aquí es brutamente peor.

Rachel, Jack y Ashley to – Episodio 5×03

La estrella pop Miley Cyrus interpreta a la estrella pop Ashley O, celebridad favorita de una solitaria jovencita (Rachel, Angourie Rice). En su soledad, la chica se comprará la parlante muñeca Ashley Too, la cual (ahora sí estamos en terreno de Black Mirror) ha sido diseñada con una IA que copió la personalidad de la cantante.

El problema del episodio es que no usa los avances tecnológicos a su disposición (la propia muñeca, el escaneo cerebral, el holograma, hasta lo empleado por el padre de Rachel con sus ratones) para ponernos frente a un dilema moral o existencialista, sino que los utiliza para generar básicamente una comedia de enredos sobre una cantante abrumada y aburrida de su éxito, utilizando giros trillados (que entren a la casa de la cantante de esa manera tan ridícula es un límite que Black Mirror no debería cruzar), asemejándose más una TV Movie de Disney Channel que a un capítulo de una serie que supo hacernos explotar la cabeza con sus conceptos.


[imdb]https://www.imdb.com/title/tt2085059/[/imdb]

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Conclusión
El visionado de los 3 episodios deja la sensación de que la serie tuvo que virar hacia otro lugar, cambiar de tono, jugar con otro géneros. Ese otro lugar no es precisamente mejor, y hasta se la nota dubitativa en sus movimientos, estirándose innecesariamente y quedando en un tibio medio camino que no preocupa ni causa verdadera gracia. Nos deja como testigos incómodos de un espejo que se resquebraja sin que podamos hacer nada para evitarlo.
Nota de lectores13 Votos
39
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