Clementina (REVIEW)

Jimena Monteoliva presenta Clementina, su segundo largometraje dentro del género. Con pocos personajes y casi toda la historia contenida dentro de la casa de la protagonista, apuesta a construir un clima de constante tensión antes que recurrir a sustos fáciles, 

Proyecto Frustrado

Recién mudada a una nueva casa que aún estaba en planes de renovar, la vecina encontró a Juana inconsciente en un charco de sangre y corrió a buscar ayuda, aunque demasiado tarde para salvar su avanzado embarazo.

Pese a que todos sabían que había sido atacada por su marido, desaparecido desde esa noche, Juana eligió no denunciar lo sucedido, regresando a los pocos días para intentar continuar su vida en esa casa vacía donde ni siquiera tenía sus muebles.

Siempre temiendo que el hombre regrese, cada pequeño ruido la sobresalta y sospecha que está siendo acechada por él, tanto en la calle como dentro de su casa. Para sentirse un poco más segura solo tiene la compañía de su vecina, porque rechaza toda otra ayuda exterior.

A la vez que revive los recuerdos de su pareja, el estado de tensión de Juana se va volviendo mayor. Noche a noche los ruidos se van haciendo más evidentes, hasta convencerse de que no está sola en esa casa; pero que tampoco está conviviendo con una presencia particularmente maléfica.

Clementina: físico, imaginado o espectral

Con gran parte de toda la acción sucediendo en una misma casa y con solo un personaje, en Clementina hay pocos recursos, pero bien explotados.

Poco a poco va construyendo un clima sin necesidad de poner un personaje que cuente lo que está sucediendo, y en general todos los diálogos son necesarios para aportar algo que no puede decir con la imagen o el sonido. Dos aspectos que resultan fundamentales para la narración que propone la directora y que están resueltos con cuidado.

La historia de Clementina comienza sin rodeos, todo ya está en marcha, se entiende en pocos minutos la realidad de la vida en esa casa ruinosa. Todo lo que no se ve se insinúa y con eso alcanza para ir generando la inquietud buscada, en una trama que tiene más de drama que de terror.

La de Juana no es una historia tan atípica como puede parecer. Vive una situación de violencia, y aunque la reconoce como tal siente la necesidad de sostener una ficción familiar para el afuera: no puede hablarlo ni siquiera con su familia. Su forma de enfrentar el trauma es negar que sucedió, pero eso no puede durar mucho y eventualmente toda su angustia aflora, poniendo en duda su propia cordura ante los extraños sucesos que empieza a presenciar en la soledad de su casa.

Todo este proceso interno está muy bien expresado por la actriz Cecilia Cartasegna, capaz de saltar de la calma al llanto en un instante sin perder verosimilitud.

Hay un freno por la mitad de la trama, justo cuando se prepara para llegar a un desenlace que parece un poco incoherente con la preparación que venía mostrando, tanto en el tono y el ritmo como en las acciones en sí. No es que sea ilógico o imposible, pero deja la sensación de que falta una pieza para terminar de cerrar todo con la misma solidez que había empezado. Como si los últimos minutos hubieran sido resueltos sin la misma tranquilidad que el resto de Clementina, una película que hasta entonces llamaba la atención por su prolijidad y síntesis. 

[imdb]https://www.imdb.com/title/tt6439636/[/imdb]