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REVIEW: Cuando ellas quieren

Nuevo exponente de la comedia mainstream para un público adulto/mayor, Cuando ellas quieren, de Bill Holderman, no arriesga en nada y se posa exclusivamente sobre el talento de sus protagonistas

El club de las lectoras

poster cuando ellas quierenHace veintidós años, una película protagonizada por tres actrices ya consideradas veteranas se convertía en un éxito instantáneo, en un clásico de culto de las llamadas chick flicks, que hasta llegó a convertir en icónico y referencia a un cuadro musical y a una canción. Hablamos de El club de las divorciadas, que buceaba sobre el imaginario de tres amigas separadas que fundaban un trío de venganza sobre sus ex parejas y terminaban creando una central de ayuda para otras mujeres en igualdad de condiciones. Cuando todavía los mensajes feministas en el consumo popular no eran moneda corriente como lo son hoy en día.

Nos trasladamos al presente. Cuando ellas quieren (Club de Lectura en el original traducido) es una perfecta deudora de esa fórmula, tanto que con ligeros cambios hasta podría haber sido una secuela o precuela.

Se repite: cuatro amigas (sumemos a una cuarta integrante, aunque si recuerdan al personaje de Stockard Channing esa cuarta ya existía) que se conocen desde la universidad, cada una recibida y con deseos de triunfar como profesionales. Los años y el destino las fueron llevando por diferentes caminos, cual más, cual menos, todas signadas por un hombre que les cambió el rumbo.

El modo que estas cuatro amigas encuentran para seguir conectadas entrando ya en una etapa mayor de sus vidas es un club de lectura, en el que compran (o se reparten, porque acá lo que sobra es dinero) el mismo libro. Todas los leen en un par de días y se vuelven a reunir para comentarlo y pasarse la próxima lectura. Algo muy estilo de suburbio acomodado.

Lectura recreativa

¿Cuál es el centro  del asunto? Una de ellas trae el próximo libro para cada una, ni más ni menos que Cincuenta sombras de Grey, quiérase o no el suceso erótico de literatura popular más conocido de los últimos tiempos.

Diane (Diane Keaton, casualmente también integrante del trío de 1996) es viuda, y aunque con su marido ya no existía la conexión inicial, tenía un matrimonio fuerte. Sus dos hijas, Jill (Alicia Silverstone) y Adrianne (Katie Aselton) la tratan como a una anciana y pretenden que se mude con ellas para poder cuidarla.

Vivian (Jane Fonda) es la más liberal del cuarteto, una exitosa empresaria hotelera que vive sin compromiso y se ufana de nunca haber dormido con un hombre, solo de tener sexo.

Sharon (Candice Bergen) es jueza, divorciada, con lívido por el piso. Vive para su trabajo, algo amargada u opacada. Para colmo de males, su ex marido Tom (Ed Begley Jr.) la dejó por una chica mucho más joven.

Por último, Carol (Mary Steenburgen) es la única que actualmente tiene marido, Bruce (Craig T. Nelson). Ella es chef dueña de restaurantes, bastante exitosa también (repito, acá no hay nada de problemas económicos). Su marido es jubilado y ya no hay pasión entre ellos. Si bien se aman no tienen sexo hace meses, y Bruce parece muy distraído sobre el asunto.

La lectura del libro de E. L. James (que aquí se promociona mucho mejor que con la trilogía de películas que directamente lo adaptaron), sumado a la típica cadena de casualidades de estas películas, las hará encender nuevamente el motor y buscar en el sexo o en el romance el impulso para sentirse vivas.

Diane conoce a un piloto de avión (Andy García, sin hacer chistes ni con Cuando un hombre ama a una mujer o El padrino III), Vivian se reencuentra con un novio de su juventud y posible responsable de la actitud “liberal” de ella (Don Johnson), Sharon se crea un perfil en una red de citas similar a Tinder, y Carol hará todo lo posible por erotizar a su marido.

Los años no vienen sólos

cuando ellas quieren

Paradójicamente, Cuando ellas quieren basa la mayoría de sus gags y su contexto alrededor del deseo sexual femenino: en tiempos en los que el rol de la mujer en la sociedad es revalorizado, sus ideas pueden parecer algo anticuadas.

Claramente hablamos de mujeres entrando a la sexta década, exitosas, y supuestamente tomando el control sobre lo que desean; pero la figura del hombre, si bien es secundaria en el film, no lo es en las vidas de estas mujeres, focalizadas en satisfacerse a través de ellos (cuando no satisfacerlos).

Retomando la inevitable comparación, en el citado film que incluía a Bette Midler y Goldie Hawn en el elenco, las mujeres tomaban el mando vengándose del destrato de los hombres. Sí, sus vidas pasaban a girar alrededor de vengarse del hombre, es cierto, pero por lo menos había una reacción. Dos décadas y dos años después, este cuarteto demuestra tener un vacío en sus vidas si no son felices con sus parejas, o si no se satisfacen teniendo un hombre al lado, al punto de atravesar varias situaciones que las exponen al ridículo con tal de lograrlo.

La ópera prima de Bill Holderman no resiste demasiados análisis más allá de lo superficial del asunto, y de eso se trata Cuando ellas quieren, de una comedia entretenida, sin demasiadas originalidades ni en su guion, ni en sus chistes, ni en la puesta. Pero que no engaña y deja la sensación de algo anticuado aunque divertido.

Mary Steenburgen, como siempre, es quien más se destaca a puro talento cómico, rogando que alguna vez le den un protagónico fuerte a esta excelente actriz tanto en comedia como en drama.

Diane Keaton repite sus burguesías intelectuales (pero lejísimos de Woody Allen) sin despegarse del trajecito. Candice Bergen es la mujer amargada que ya hacía en Murphy Brown en un rol que no le exige mucho, pero cumple. Jane Fonda es la menos graciosa, repitiéndose en el glamour de mujer de alta sociedad.

Craig T. Nelson le saca una cabeza a sus contrafiguras masculinos por tiempo en pantalla más talento actoral y humorístico. El único que le hace sombra es Richard Dreyfuss en una de las mejores escenas del film, pero su única intervención. Este no es un film de hombres.

Conclusión

Sin exigirle de más, Cuando ellas quieren ofrece un pasatiempo eficaz que reposa en la tranquilidad de sus actrices y dibuja algunas sonrisas, aunque difícilmente alguna carcajada. La verdadera ponderación femenina quedará para una propuesta más profunda.

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