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Críticas

Euphoria (REVIEW)

Con Euphoria, HBO imprime su sello distintivo a las series de adolescentes y marca otro de los puntos altos del año.

Cuando se anunció que HBO produciría una serie sobre adolescentes protagonizada por la ex estrella de Disney Zendaya, no supimos cómo tomarlo. ¿La cadena premium cedería a un producto masivo con el cual competirle a las decenas de producciones similares que pueblan hoy por hoy Netflix? ¿Estábamos ante un intento por llegar a un sector de público que no es el fuerte del canal? ¿El cambio de mando en las altas esferas de HBO traería esa clase de consecuencias? Todo temor o duda fueron desabilitados ante un producto totalmente atípico en el género, con los niveles a los cuales la casa nos tiene acostumbrados.

Euphoria: la Skins de estos tiempos.

Hay un dicho entre los seriéfilos haciendo referencia a que “cada generación tiene su Skins“. La serie británica de E4 no fue la primera ni la última serie de adolescentes, pero si fue la que marcó una época, la que se jugó a darle un tono oscuro a esa etapa caótica que es la adolescencia. Mil veces imitada, pocas veces siquiera igualada, esos problemáticos jóvenes revolucionaron lo que suele ser una sucesión de shows edulcorados y superficiales.

Euphoria no está contando nada nuevo. La razón de su éxito es poner el foco en un tratamiento adulto sobre los adolescentes, uno que escapa a la masividad esperada de estas series obligadas a captar grandes audiencias y generar un negocio de marketing a su alrededor.

Al igual que los jovenes de Skins, los de Euphoria están sumergidos en un coctel explosivo de drogas, sexo, depresión, abusos y padres conflictivos. Hay muy poco de luz u optimismo. No están diciendo que todos los jóvenes son así, simplemente utilizan esa caída al vacío constante de cada personaje para generar una fantasía provocativa e hipnotizante.

La Rue de Zendaya será narradora y eje de 8 episodios durante los cuales conoceremos a sus autodestructivos compañeros de secundaria. Chicos y chicas inmersos en un ambiente de pura toxicidad, tanta que muchos pueden acusar a la serie de ser solo una acumulación de clichés llevados a un extremo sombrío (uno tan superficial como el ambiente de esas otras series de las cuales se quieren diferenciar). No hay demasiado para contar de la trama en sí, porque la idea parece ser ponernos en lugar de pasmados observadores de los rincones más turbios de adolescentes que podrían ser nuestros hijos, hermanitos o sobrinos.

Eso tal vez sea lo diferencial de Euphoria: estar destinada a los adultos, y no tanto a los adolescentes que retrata. La aparente indecisión propia de verse obligada a llegar a ambos sectores, quizás le juegue un poco en contra: el adulto habitué de las producciones de HBO puede sentirse repelido por las cosas que les pasan a jovencitos lejanos, mientras el adolescente que sintonice HBO por el simple hecho de tener a su idola en pantalla va a encontrar algo que no es para nada lo que esperaba.

Lo visual al servicio de la historia

Sam Levinson (The Wizard of Lies ) adapta la serie israelí homónima del año 2012, valiéndose de un tratamiento visual tan provocativo como las situaciones que cuenta. Seremos bombardeados por juegos de cámara, iluminación y montaje más cercanos a un videoclip que a una tradicional serie de ficción. A no confundirse: lo que podría ser un mero alarde técnico y vacío, Euphoria lo utiliza al servicio de las sensaciones que quiere crear en el espectador.

Cada neón, contraluz o giro de la cámara sirve a los efectos dramáticos de introducirnos en lo más profundo de la psiquis de esos niños que experimentan la lujuria o el dolor. Nada está porque quede lindo, sino que invita a volar o caer junto a los protagonistas, porque a falta de una trama tradicional de principio, nudo y desenlace, aquí nos encontramos frente a un viaje catártico, alucinógeno y existencial.

Sea Jules (Hunter Schafer), la chica trans que viene a abrirle la puerta de la nueva sexualidad a este tipo de series, o el complejo Nate (Jacob Elordi) que viene a readaptar y llevar al extremo la clásica figura del bully existente en todo grupo juvenil, cada adolescente de Euphoria servirá para exponer los diferentes miedos, golpes y confusiones de la generación Z, poniéndonos a los mayores como testigos.

Sus historias serán acompañadas por estímulos visuales que alejan de lo normal al tratamiento de tópicos vistos hasta el hartazgo en las series que le preceden. El aborto cohabitará con una secuencia de patinaje, por poner solo un ejemplo de cómo Euphoria evade lo esperable a fuerza de audaz ingenio. No tiene miedo de caer en los excesos (que los cae) y de equivocarse, pero es lo suficientemente valiente para salirse del manual de estilo, irse a lo onírico, a lo brutal o lo explícitamente sexual para lograr su cometido. Y la mayoría de las veces sale airosa del experimento.

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Conclusión
HBO redefine las series de adolescentes más por su punto de vista que por originalidad de lo que cuenta. Propone una mirada sombría, hipersexualizada y traumática de la generación z, protagonizada por un elenco de verdaderas revelaciones juveniles. Es trágica, es melancólica, es inquietante y discursivamente polémica. Es otra de las grandes sorpresas de la TV de este año.
Nota de lectores22 Votos
86
90
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