Críticas
Ínsula (REVIEW)
Ínsula: un falso documental que mete el dedo en la llaga a la superficialidad.
Crítica realizada durante el BAFICI 21
Hay un término en inglés llamado “Call on the Bullshit” que significaría algo así como “Señalar las patrañas”, el revelarle a la otra persona que sabe que la están engañando, o incluso el hacerle ver la existencia de un auto-engaño. Se hace difícil pensar en otro término más apropiado para definir a Ínsula.
Un duelo por la coherencia
La película empieza a profundizar en un documental sobre el pueblo indígena Wichi durante un largo tiempo. Cuando la cosa empieza a entrar en un tedio que denotaría que estamos viendo la nada, vemos a una directora de cine tratando de razonar con un Wichi sobre los horarios para filmarlos, ya que necesitan la luz del sol para poder hacerlo y cuando ellos están libres esa luz natural no está. Esa escena, esa punta del ovillo, es la declaración de principios de hacia dónde va realmente la película.
A Ínsula le juegan dos cosas en contra: la indecisión entre comedia y drama, y la prolongación de los segmentos documentales. Esto se debe esencialmente a que no queda claro cuál es su meta narrativa. Pero más allá de cualquier resultado, hay un acierto incuestionable: las agallas de las realizadoras de mandar al frente a todos aquellos que usan el cine para hacer acción social porque no tienen el valor de realizar dicha labor con la profundidad que implica: sin salir de la zona de confort.
Ínsula es uno de esos casos donde una idea y unos personajes generan cierta impresión de que uno ya no puede esperar a ver su siguiente escena. No van a ser pocas las veces que el espectador prefiera ver el duelo entre idealización y realidad, entre coherencia e hipocresía, que se produce entre los personajes de la directora y el editor de esta película dentro de una película.