Críticas
REVIEW: La estafa de los Logan
Luego de un retiro anunciado de cuatro años, Steven Soderbergh vuelve con La estafa de los Logan (Logan Lucky) pisando sobre seguro.
Riesgo cero
Soderbergh se reinventó a sí mismo, y luego de un tiempo en que la gran industria supo poco o nada de él, llegó a finales del Siglo XX y principios del actual como un director de estudio para películas con grandes elencos de estrellas pero en un aire presumiblemente (falso) indie. Casi como convirtiéndose en el director que todos elegían para filmar las reuniones de amigos de Hollywood.
En 2013, luego de la que probablemente sea su mejor película Efectos colaterales y el telefilm Behind the candelabra, anunció con bombos y platillos su apartamiento de la silla de director.
Apartamiento que le duraría apenas cuatro años. Vamos, que hay directores que tardan más entre película y película y se mantienen bastante activos.
La estafa de los Logan es su carta de regreso, y lejos de mostrarse ecléctico como otras veces, es una de sus apuestas más seguras y tradicionales.
Logan’s Six
Jimmy Logan (Channing Tatum, el nuevo actor fetiche de Soderbergh a quien disfruta mostrarlo en calzones y con sus pectorales sudados/aceitados en cuanta escena puede) es un obrero de la construcción con antecedentes criminales, que en la primera escena de la película es despedido a causa de un problema de renguera.
El hombre no puede bajar los brazos porque pelea la custodia de su hija frente a su desconfiada ex pareja (Katie Holmes). Por eso, casi inmediatamente y con bastante rencor encima, idea un plan, bastante inteligente y metódico, para robarse la recaudación durante una carrera de la competencia Nascar, aprovechando unas reparaciones en la obra pública en la que trabajaba.
Para este plan involucra a Mellie (Riley Keough), y a su hermano bartender manco Clyde (Adam Driver) con el que no tiene la mejor de las relaciones.
El primero que dijo La gran estafa no se lleva nada, porque la similitud entre ambas películas es tan obvia que es imposible no asociarlas.
Casi como si intentase parodiarse a sí mismo, La estafa de los Logan abandona los trajes y vestidos de alta costura de la saga con George Clooney y Brad Pitt por elementos típicos del sur de Estados Unidos.
La visión del Sur según Soderbergh (o la guionista Rebecca Blunt) es la de personas estrafalarias, mal habladas (por las puteadas y por la mala pronunciación), ordinarias, pero capaces de idear un plan que implica conocimientos de física, química, termodinámica, y una logística muy precisa. Sí, la verosimilitud no será el fuerte de La estafa de los Logan.
Teniendo en cuenta que las tres películas de la saga Ocean’s son sus films más taquilleros, Soderbergh emprende un regreso que tiene mucho más de resultado asegurado y rutina básica, que de impulso natural.
All Stars, All long
Otro punto fundamental en común con la mencionada saga, es la incorporación de estrellas en roles protagónicos y secundarios; dando la misma sensación de una reunión de amigotes para el fin común de que el organizador de la fiesta vuelva al ruedo.
Desde Seth McFarlane, irreconocible, a Hillary Swank, todos hacen su participación con mayor o menor justificación. El argumento se alarga, se disparan subtramas que no se entiende hacia dónde apuntan, y el último tramo que implica una media hora interminable, es decididamente innecesario.
Conclusión
La estafa de los Logan es entretenida, por momentos divertida, bien actuada, y ofrece una buena hora y media a gran velocidad. La rutina de la puesta, el tufillo a repetición, y una última media hora exasperante, no la dejan ser todo lo disfrutable que pudo haber sido este regreso de Soderbergh a la silla que abandonó por un ratito.