Críticas
REVIEW: La máquina que escupe monstruos y la chica de mis sueños.
Pastiche posmoderno. Una centena de estéticas puestas en función de contar una historia: los dibujos, la animación, hablar a cámara, los video juegos, la división en capítulos -estética literaria-, la publicidad, el video clip, la televisión, el ipad…ah ¿en dónde? En La máquina que escupe monstruos, un film de Diego Labat y Agustín Ross Beraldi.
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Una historia sencilla con un apéndice meta-existencialista
Dos amigos, Richi y Lee, medio bobos pero fieles, fuertes, con ganas de experimentar el mundo. Uno de ellos quiere revisar su relación de pareja. El otro quiere superar a su hermano de quien siempre estuvo a la sombra. Juntos se potencian y se ayudan. Hasta acá un film sobre la amistad.
El apéndice: ¿Viste cuando en el cine habla del cine? Como en Noche Americana de François Truffaut, por decir algo, bueno acá aparece ese guiño pero minimizado y potenciado -menos es más-. Un personaje lánguido y desganado dice que en su vida no pasa nada. Todo el drama del personaje es ese. Que hace años no siente nada, ni amor ni odio, no tiene razones para vivir ni para morir. Es el personaje más gracioso y con el que en el fondo uno siente gran identificación porque en algún momento se sintió así. El problema de este joven es que no tiene guionista. Esta idea de que el destino está escrito, aparece “remasterizada” y cambiamos a los dioses del Hades por los guionistas, quienes deciden por nuestra vida. Y este personaje es el que trae la cuestión del ser y del hacer en la sociedad de hoy, de quién ser, de qué hacer, de la opresión y los deseos de heroísmo.
Esto no es una pipa
Otra genialidad del film fue el guiño a este cuadro surrealista de Rene Magritte. Y me parece un acierto que hayan usado un referente tan conocido porque de esa manera no se cae en el snobismo de elegir una obra de culto que pase desapercibida para la mayoría. Y por otro lado, la elección tiene una justificación narrativa que le aporta más profundidad al relato (ya lo verán en el film). Además plantea cómo esa pipa es muchas más cosas que una pipa y abre así al juego de la imaginación y a la posibilidad de que A no es A en el mundo de hoy. Y esa tarea se la deja al espectador… y nada más lindo que pensar en el cine.
Ingenio latinoamericano
La fotografía y el arte ayudan a entender cómo en penumbras y con los elementos bien elegidos se pueden construir un mundo que por momentos es de ciencia ficción y por otros una comedia. Todos los interiores están muy bien manejados respecto a la creación de ambientes.
El casting me parece acertado porque personaje y actor se empastan; es decir hay algo en la esencia del actor que se transmite al personaje, como si fueran un poco ellos mismos, por los rasgos, las actitudes y la energía que tiene cada uno.
La puesta de cámara es por momentos sobria pasando desapercibida y por otros es creativa y aporta una mirada diferente. Juega con los puntos de vista y también sabe quedarse quieta para dejar pasar los acontecimientos.
Conclusión
Se puede hacer una película con dos mangos y creatividad. Se puede hablar del arte sin ser pretencioso. Se puede hablar de los sentimientos sin ser cursi. Se pude hacer una película sin morir en el intento. Se puede hacer una película con dos mangos y creatividad.
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