REVIEW: Las Lindas

Crítica realizada durante el BAFICI [18]

Un título que nos obliga a preguntarnos con humor e introspección qué es la verdadera belleza.

Hay un viejo adagio que reza “La belleza está en el ojo de quien mira”, pero también es cierto que desde tiempo inmemorial existe un estándar de belleza ridículamente exigente que genera estragos de índole psicológica. Esta realidad, esta inseguridad que todos tenemos en menor o en mayor grado, esta retratado de una forma tan intimista como universal en Las Lindas.

“Es una imagen de vos, no sos vos”

En Las Lindas, su directora, Melisa Liebenthal debate junto con sus amigas sobre los enormes prejuicios a los que están expuestos las mujeres, que van desde la estética hasta la mirada de los otros. Seguido de esto, la directora ofrece su propia opinión sobre cada tema tratado.

Estamos ante un documental que trata un tema tan complejo como lo es subjetivo, y elige adoptar su válida posición crítica a través de un recurso tan inteligente como lo es el humor. Estamos ante una película que nos invita a ser nosotros mismos y a estar cómodos dentro de nuestra propia piel. Que nos recuerda que si hay algo tan importante como combatir diariamente a nuestra propia inseguridad, es el cómo elegimos combatirla. En esa decisión puede estar oculta una belleza que no miramos tan de cerca como deberíamos.

La sólida postura del documental esta complementada por un montaje ágil y preciso, que abarca sus preguntas y sus reflexiones el tiempo que debe, sin hacerle perder tiempo al espectador; una habilidad poco frecuente en el documental argentino. Estamos ante un relato que fluye, que sabe dónde apuntar su lente, y cuyo material de archivo nos confronta a los pequeños ridículos que todos tenemos en nuestro haber.

Conclusión

Las Lindas es un título notable por la inteligencia en la postura de su directora, quién se expone ante nosotros para recordarnos que el término “imperfección” es sinónimo con el de “único”. Podemos llorar por lo que nos falta, o reír por lo que tenemos, y reírnos de lo ilógico de querer encajar con la visión de alguien más, cuando la que verdaderamente importa es sólo la nuestra.