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REVIEW: Norman: El hombre que lo conseguía todo

A caballo de una gran interpretación de Richard Gere, Joseph Cedar presenta Norman: El hombre que lo conseguía todo, intentando darle una mirada amable al mundo de la política.

Lobbys eran los de antes

Joseph Oppeheimer fue una figura emblema de los llamados “judíos de la corte” durante la época del absolutismo. Protegido del duque Carlos Alejandro de Wurtemberg, Joseph tuvo un meteórico ascenso a las más altas esferas sociales, siendo su asesor y consejero.

Con la caída del duque, Joseph también cayó siendo condenado a muerte, quedando su figura asociada a los acomodos y al ejercer influencias externas dentro del juego de poder. Las novelas de Wilhelm Hauff y  Lion Feuchtwanger, ambas llamadas El judío, cultivaron esta imagen que luego utilizaría el nazismo como rostro para su plan de asociar al judaísmo con el mercantilismo.

El realizador Joseph Cedar, de origen israelí, toma nuevamente su figura pero solamente como una inspiración, llevándolo a la actualidad y cambiándole por ende su entorno. El resultado es Norman: El hombre que lo conseguía todo.

Un hombre pequeño, pequeño

Aquí, Richard Gere es Norman Oppenheimer, un hombre que se ufana de ser asesor financiero en las altas cumbres, cuando en realidad su labor consiste en tener algún que otro contacto.

Con este juego pretende siempre sacar una tajada para sí mismo y así lograr el ascenso social que anhela. Aunque en realidad ni siquiera tiene éxito haciendo contactos potables. Las cosas empiezan a cambiar cuando Norman conoce a Micha Eshel (Lior Ashkenazi), un joven político israelita de baja línea con el que entabla un vínculo.

Pasan los años y Micha llega a ser el Primer Ministro de Israel; la suerte de Norman termina de dar el giro completo.

Ese hombre que nada conseguía más que palabrerío, tiene de contacto al reciente Primer Ministro israelita; por lo que las cosas solo pueden mejorar… o no.

Norman comienza a ser utilizado tanto por Micha como por otros allegados que requieren de su influencia. Por lo cual este personaje bastante patético comenzará a abrir los ojos sobre lo fangoso que puede ser el mundo político y su necesidad de lobbys y contactos estratégicos más que avales reales.

Embarrados o apenas sucios

Joseph Cedar, quien no solo es el director sino también el guionista de Norman: El hombre que lo conseguía todo, crea una sátira política extrapolando una figura del Siglo XVIII al presente, para trazar leves paralelismos. Se entiende que el camino que decide transitar es el de la comedia, apenas dejando algunos momentos para el drama.

Sin embargo, a la hora de las comparaciones, grandes realizadores se han valido también de la comedia para exponer profundos análisis políticos realmente mordaces. Desde los Hermanos Marx a Charles Chaplin o el cine de Robert Altman, se han atrevido al barro de la política desde la comedia, sin resignar nada de una mirada aguda.

Cedar pareciera optar por ese camino precisamente para alivianar el clima. Norman: El hombre que lo conseguía todo presenta un protagonista que no oculta su patetismo y secundarios que no se quedan detrás: todos están dispuestos a aprovecharse del otro con el fin de sacar algún provecho. Pero el tono que elige permanentemente es el de la corrección política.

Como está sucediendo con cierto reciente cine italiano de la sátira, o con la muy ambigua hasta el paroxismo El ciudadano ilustre, Norman: El hombre que lo conseguía todo propone un planteo audaz y lo desarrolla dejando el lugar abierto para que todo sea amable y se noten sus buenas intenciones.

En su labor como director, Cedar tampoco sobresale de una media, sin demasiado para criticar, pero tampoco demasiado para resaltar.  Norman: El hombre que lo conseguía todo es básicamente una película sin una impronta estética definida.

Sí pareciera ser un correcto director de actores, porque si algo rescata a Norman: El hombre que lo conseguía todo del rápido olvido, son las interpretaciones de su elenco, en especial de Gere.

El actor de El exótico Hotel Marigold 2 pareciera creer más en Norman: El hombre que lo conseguía todo que su propio director. Le pone el cuerpo a cada escena, logrando una actuación contenida y con el grado justo de patetismo para que Oppenheimer nos parezca tan despreciable como hasta simpático. Sin dudas, esta es una de las grandes actuaciones de su carrera.

Conclusión

Norman: El hombre que lo conseguía todo juega a la sátira política desde el patetismo pero sin arriesgar demasiadas cartas, con mucha corrección política y un tratamiento bastante plano. Richard Gere consigue una interpretación brillante; una lástima que el contexto no lo complemente.

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