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Críticas

Russian Doll (Muñeca Rusa – REVIEW)

Russian Doll: Otra serie de comedia que borra límites entre géneros. Una pieza tan surrealista como oscura, explorando la sinrazón de nuestra propia existencia.

Russian Doll: morir es un juego

Natasha Lyonne (Orange is the New Black) interpreta a Nadia, una diseñadora de videojuegos que durante el festejo de su cumpleaños número 36 vive una experiencia dramática: muere. Pero resulta que ella revivirá esa noche una y otra vez. Es así que sigue muriendo y despertándose en medio de su fiesta de cumpleaños, quedando atrapada en un bucle temporal ¿sin sentido? que la hará enfrentarse a las consecuencias de cada uno de sus actos.

Russian Doll netflix críticaLos 8 episodios (de menos de media hora cada uno) invitan a una reflexiva maratón. Lo de maratón porque resulta imposible no darse un atracón de esta serie ingeniosa y repleta de giros atractivos; lo de reflexiva porque tras esa simple (y hasta poco original) premisa se esconde un estudio casi antropológico de la mortalidad y de lo que nos hace humanos.

Difícil escapar de las comparaciones con El Día de la Marmota (Groundhog Day, Harold Ramis, 1993), aunque la propia serie reconoce estar jugando más con la idea de The Game (David Fincher, 1997). Es que durante cada reinicio Nadia se sentirá víctima de una broma que toma ribetes siniestros, con la particularidad de que cada vida puede extenderse hasta diferentes momentos en que le llegará la muerte. Como si de un videojuego se tratase.

Las vidas que uno crea

La fascinante experiencia a la que Nadia se ve sometida y de la cual queda presa, la llevan a cuestionar sus decisiones y lo que ellas generan en su propia persona y en su entorno. Los intentos por modificar sus acciones una vez que sabe dónde van a terminar, la llevan a encontrarse con nuevas preguntas, desorientándola constantemente y obligándola a replantearse quién es o quién quiere ser.

Russian Doll, tras un manto de comedia ligera, inicia un vertiginoso y metafórico descenso hacia cuestiones trascendentales que podremos interpretar de mil maneras según nuestras experiencias, y según atrapemos diferentes easter eggs que pueden cambiar el significado de lo que vemos (presten atención a los jefes de Nadia). Pero lo que sí deja en claro es que nadie está exento de un camino de autodestrucción que, quizás, podamos corregir.

Creada por la propia Lyonne junto a Amy Poehler y Leslye Headland, conjuga las muertes más irrisorias con otras que te dejan mudo ante tal dramatismo (el disparo, por ejemplo).

Y para dotar de más profundidad al show, la protagonista dice considerarlo una especie de autobiografía, pues su adicción a las drogas la puso tantas veces al borde de la muerte -recibiendo luego una nueva oportunidad- que mucho de lo que veremos está basado en sus propias experiencias.

serie russian doll

La comedia de Netflix se sube a una moda creciente que antes era exclusiva de los dramas: el High Concept. Su premisa de alto concepto la une a shows como The Good Place o Forever (casualmente protagonizada por Fred Armisen, pareja en la vida real de Lyonne) que se salen de la clásica sitcom para plantearse temas profundos sin por ello perder la capacidad de generar risas, aunque estas sean más por incomodidad o como válvula de escape ante algo demasiado doloroso.

¿Quién nos asegura que esta vida que vivimos no es una línea que estamos reviviendo una y otra vez al morir? ¿Quién nos dice que no estamos aquí corrigiendo o volviendo a repetir errores que nos llevan a conectarnos otra vez con la muerte? Russian Doll, sin perder tiempo intentando explicar por qué se origina ese bucle, lo expone como una oportunidad para que Nadia cambie, se repita o simplemente sea consciente de que existen opciones, aunque no sepamos distinguirlas y no podamos (o no queramos) encauzarlas por otro camino.

Además, Russian Doll tiene la astucia de saber girar cuando el concepto puede que esté perdiendo efecto: hacia mitad de la temporada se incluye otro personaje, Alan (Charlie Barnett), quien vive y revive al igual que Nadia, estableciendo una conexión rica y emotiva entre ambos. Se eleva así la búsqueda de conceptos, poniendo la lupa en los traumas que nos marcan, las obsesiones que nos desbordan, las crisis que parecen no tener salida y la paranoia de vivir en un mundo sin lógica, sin poder descifrar qué tan reales somos.

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Conclusión
Natasha Lyonne crea y protagoniza una serie hipnótica. Russian Doll escapa del molde cargándose de simbolismos para hablar de la muerte, de la vida, de los infiernos que nosotros mismos nos creamos. En sus 8 capítulos es consciente de sus referencias obvias, pero logra concretar una bestia con identidad propia que pone a su protagonista frente al espejo, llevándola a preguntarse si esa vida es la que desea. Y, por ende, conduce al espectador hacia el mismo punto. Es mucho más de lo que podemos pedirle a una "simple comedia".
Nota de lectores10 Votos
77
80
Total

2 Comments

2 Comments

  1. Nelson Maciel

    11/02/2019 at 23:19

    Me parecio una mierda desde el momento que las muertes eran cada vez mas boludas y sin gracia

  2. Pingback: Poker Face: razones para ver la serie de Rian Johnson con Natasha Lyonne

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