REVIEW: Thelma

Lo sobrenatural al servicio de un sólido drama sobre el despertar sexual.

Se cree que el enamoramiento produce una serie de reacciones físicas y cambios de comportamiento que, vistos desde afuera, pueden parecer una rareza. Con mucho ingenio y profundidad, el realizador Joachim Trier le encuentra una vuelta sutilmente sobrenatural a esta cuestión en Thelma.

Crítica realizada durante el 32º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata

Hacer que las cosas pasen

Thelma, una joven con una fuerte formación religiosa, comienza sus estudios en la universidad. Un día sufre un intenso ataque que parece ser epilepsia, pero que en realidad es la manifestación corporal de una fuerza sobrenatural que emana de ella: esta aparece cada vez que está cerca de Anja, una chica por la cual ella empieza a sentir afecto.

Aunque Thelma reúne los suficientes méritos para ser considerada una película de género, la manera más apropiada de definirla es como un drama con elementos de género en puntos cruciales de su estructura narrativa.

En el guion el tema a desarrollar es claro: la culpa. La protagonista se encuentra en un círculo vicioso motorizado íntegramente por esta. Los momentos sobrenaturales que se producen en la trama, no son más que una manifestación de los deseos reprimidos de la protagonista al no poder permitirse sentir amor por Anja. Para evitar estos pensamientos “impuros” se refugia en el fanatismo religioso imbuido por sus padres, que podrá frenar la psicoquinesis pero no la ruina emocional que la protagonista tiene en su interior.

Dicho tema también forma parte de un flashback crucial que tiene el film y explica la tensa relación que Thelma tiene con sus padres. Un flashback desarrollado de forma paulatina y funcional a la historia que se desarrolla en el presente, cuyo tenso inicio es el que abre la película, sentando el clima de curiosidad necesario para quedarse con ella hasta el final.

No obstante, hay otro tema que trata, pero abordado de forma más sutil que la de su tema principal: la identidad. Somos testigos de cómo Thelma evoluciona de un ser que no cuestiona a un ser libre pensador. De discernir entre la responsabilidad y la manipulación psicológica de terceros. De echar culpa, a entender las motivaciones ajenas. Del autorechazo a la autoaceptación.

Por el costado visual, Joachim Trier insiste en una paleta de colores fríos, con mucho contraste pero de sombras suaves. Su cámara está en el rostro de sus personajes en el momento justo, alcanzando incluso ribetes claustrofóbicos. En materia actuación, la película descansa en los hombros de Eili Harboe, no solo por la enorme gama de emociones que debe transitar, sino por la credibilidad que aporta en su transición de ser una niña a toda una mujer. Henrik Rafaelsen también hace sus méritos como el padre que la manipula.

La encontrás como La Maldición de Thelma en Netflix

[imdb]https://www.imdb.com/title/tt6304046/[/imdb]