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Críticas

Todo por el ascenso (REVIEW)

El segundo largometraje de Jorge Piwowarski, Todo por el ascenso, aplica con éxito una forma simplista, algo televisiva, para lograr una comedia sin mayores pretensiones que el buen momento costumbrista.

La fórmula de la buena suerte

Como todo cine de género, la comedia también tiene sus fórmulas. La productora local MR Producciones parece haber encontrado aquella que le queda más cómoda para funcionar aceitádamente.

El estilo televisivo, costumbrista, con caras reconocibles de la televisión y un tono amable de identificación cotidiana en la comedia cercana al desborde, le quedan muy a tono a sus películas de bajo presupuesto, con resultados dignos para lo que se espera de ellas.

Comedias como Diez menos, Justo en lo mejor de la vida, El peor día de mi vida, Atrevidas, La boleta, o Las chicas del 3ro, repiten este esquema y resultados bastante similares. No, ninguna de ellas son clásicos de la comedia ni son recordadas por un público amplio, pero en su propósito de crear un fresco costumbrista y pasastista, todas pasaron la prueba. Lo mismo podemos decir de Todo por el ascenso.

Un trío protagónico tradicional, personajes risueños identificables, un tono cercano al grotesco pero sin adentrarse del todo en él, una producción chica cuasi televisiva pero bien resuelta, y una historia que más allá de la anécdota particular resulta lo suficientemente cotidiana. Eso es Todo por el ascenso, volviendo a dar un resultado aprobado.

Todo por el ascenso: de amores (por la camiseta) y amigos

¿Qué más costumbrista que la pasión futbolera y los amigos? De eso se trata Todo por el ascenso, de un puñado de personajes a los que el fútbol los marca como algo cultural, trascendental en sus vidas, y lo comparten con el núcleo de sus amistades.

Néstor (Ariel Perez de María) es un fanático de Club Atlético Saavedra. Todo en su vida parece girar alrededor del club de sus amores: un equipo de la C con todas las chances para ascender al Nacional B. Al punto de ser el ex (y compartir una hija) con la hija del presidente de Saavedra.

Néstor comparte su pasión con Rafa (Tomás Fonzi), otro hincha acérrimo. Ambos tienen planeado viajar hasta Mendoza para asistir al partido contra Gimnasia y Esgrima de Mendoza que les permitirá el anhelado ascenso.

Pero surge un inconveniente. Desde Colombia llega Fabián (Fernando Govergun, el “Colo” de Cebollitas) un amigo de Néstor que vuelve al país específicamente para asistir al partido, y medio azarosamente se les suma en el viaje.

Desde el principio sabemos que Néstor es muy cabulero. Busca pisar mierda para la suerte, no lava nunca su camiseta, entre otras cosas, intentando darle suerte a su amado Saavedra. Fabián es pelirrojo… y ya se sabe lo de “la suerte del irlandés”, personas que atraen suerte para sí, quitándosela a los demás.

En pocas palabras, Fabián es mufa. Y como bien reza el título de la película, Néstor y Rafa están dispuestos a hacer todo por el ascenso, inclusive, sacárselo de encima de cualquier forma.

Pasión de multitudes

Todo por el ascenso no tiene la historia más original del mundo ni se destaca por un desarrollo sorprendente. Todo lo que sucede es más o menos previsible, pero no por eso deja de ser bastante gracioso o risueño.

Es una historia que capta algo coloquial para las multitudes de este país. No tiene aspiraciones de ser la mejor comedia de la historia, ni alzarse con muchísimos premios internacionales. Busca calar en el corazón del barrio, contar una historia familiar, que más allá de algún tono grueso muy disimulado en algún tramo, es perfectamente transmisible desde el nieto hasta el abuelo.

Sí, maneja algunos códigos que van quedando viejos, sobre todo en cuanto a estereotipos y clichés. Una mirada muy aguda podría encontrar algún pelo entre los personajes femeninos. Pero nada llega a ser tan ofensivo, criticable, ni siquiera tan vetusto o molesto como en producciones de una resonancia mucho mayor que esta… producciones que cuentan con amplio beneplácito.

Para sentirnos como en casa

Ariel Pérez de María es de esos actores que hace años la pelean en los secundarios, hasta como extra encasillado en el papel de matón o barrabrava (actualmente se lo puede ver en la telenovela Argentina, tierra de pasión y venganza); finalmente consiguió un rol protagónico y cumple otorgando un Néstor muy querible, con el que podemos empatizar muy fácilmente. Demuestra tener talento para la comedia y soltura para lo costumbrista.

Tomás Fonzi ya es un viejo conocido del género y aplica todos sus mohines -algo exagerados, como de costumbre- para este Rafa que la juega de postura winner incomprobable en los hechos. A Fonzi se lo quiere como es.

El de Fernando Govergun es el papel más complicado, el más entregado a la comedia absoluta, con la capacidad de reírse de si mismo, hasta con un muy fino grotesco. Compone casi una caricatura de sí mismo, con gestos que hacen recordar a Marrone. Probablemente sea el que más risas arranque en el público. Merece más papeles en el género, es muy bueno en lo suyo.

Entre los tres logran una química excelente que transmite ese sentido de la amistad y camaradería que Todo por el ascenso necesitaba.

En los secundarios, hay rostros conocidos como el de Gabriela Sari, Mirta Wons, Vicky Maurette, Pía Uribelarrea, Darío Levy, Gabriel Almiron, y Marcelo Vilaro; todos correctos logrando el tono justo de cuasi parodia que propone el film.

Esta sensación que logran los actores con caras muy transitadas de la TV (dicho sin ningún desmérito, todo lo contrario), se trasluce también en una puesta que disimula amablemente varios asuntos del presupuesto medido.

Todo por el ascenso se ve algo televisiva, a veces parece un telefilm. Es más, sus primeros minutos hasta parecieran el trailer de la película que veremos a continuación. Pero dentro de estas cuestiones técnicas, logra ser filmada con muchísimos exteriores (aproximadamente un 80%) y casi todos ruteros, con tomas paisajísticas. Hay un juego en las luces y la colorimetría al que al principio cuesta acostumbrarse, pero rápidamente se comprende qué es, opaco para los momentos desgraciados y luces para la buena fortuna; algo bastante llamativo.

Todo por el ascenso es una comedia muy simpática y hasta por momentos entrañable. Probablemente no figure en listados de lo mejor del año, pero funciona al dedillo como lo que es: un entretenimiento bien nuestro.

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Todo por el ascenso
Conclusión
De tono costumbrista y ameno, Todo por el ascenso logra arrancar unas cuantas sonrisas y risas, a través de una historia tan sencilla como cotidiana. Como aporte, su trío protagonista logra transmitir el talento para la comedia.
Nota de lectores3 Votos
60
65
Total

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