Críticas
Wolf (REVIEW)
Wolf (2013), de Jim Taihuttu, uno de los directores neerlandeses más joven y reconocido de los últimos tiempos.
Crítica realizada durante el NL Film Fest: Festival de Cine Holandés
En blanco y negro, ocultando los colores que la vida le regala a quienes no viven al margen, Wolf cuenta sin pelos en la lengua, el camino oscuro que recorrerá su protagonista, donde los parias y los marginados sociales dan batalla a la falaz movilidad social.
Jim Taihuttu: Outsiders
Apelando a los actores que lo acompañaron en su ópera prima Rabat, (Nasrdin Dchar y Marwan Kenzari) que también se hizo presente el NL Film Fest; Jim Taihuttu, dirige y guiona Wolf, la película que le valiera el Premio de la Juventud en el Festival de San Sebastián en el año 2013.
Desde sus dos películas, este talentoso director emergente, ha decidido hacer lugar a la crítica social, encumbrando como protagonistas a inmigrantes marroquíes en Holanda.
En su primera entrega, Rabat (con el protagonismo de Nasrdin Dchar), a partir de la historia de un viaje que conducirá a sus protagonistas, al retorno a su Marruecos natal. En contraste, en esta segunda entrega, con Wolf, los protagonistas permanecen en una Holanda en la que, al margen, se movilizan por los bordes de la sociedad para pertenecerle.
Los patrones de pertenencia, conciencia de clase y movilidad social, son ingredientes ineludibles en el trabajo de Jim Taihuttu, que construye historias con identidad en el cuestionamiento del sentido de pertenencia.
El hombre lobo del hombre
Rajid (Marwan Kenzari), es un boxeador amateur, con una larga lista de visitas a la cárcel. Ingresa en un programa de reinserción social, y mientras goza de su libertad condicional, busca un empleo en la empresa donde trabaja su padre.
Su familia le ha perdido la confianza, pero él pareciera haberse decidido a cambiar. Sin embargo, y como a veces el hombre propone pero no dispone, la aparición de una banda criminal en la búsqueda de su puño infalible, le hará cuestionarse los planes que iban a llevarlo por “el buen camino”.
Rajid entrenará muy duro, y dividirá su tiempo entre el bien y el mal, como un ángel perdido que, en blanco y negro, camina los días pisando las baldosas color sepia.
Cansado de no poder obtener lo que quiere, y de la falaz igualdad de condiciones que sermonea el sistema, es preso de sus contradicciones y se encarga de demostrarle a todos, aquello que siempre le han dicho que es lo único que sabe hacer: ser un chico malo de los barrios bajos.
JimTahittu esgrime esta narración de Wolf con planos medio cortos y precisos, con escenas estéticamente impecables, con cierta reminiscencia y en un cuasi homenaje a Toro Salvaje.