REVIEW: Zama
Un ejercicio de sutil clasicismo
Con solo tres largometrajes (La Cienaga, La Niña Santa y La Mujer Sin Cabeza), Lucrecia Martel ha conseguido coronarse como una de las realizadoras nacionales más reverenciadas. Tras nueve años de añejamiento de su última película, Martel regresa a las salas nacionales con su cuarta película Zama, adaptación de la novela homónima de Antonio Di Benedetto publicada en 1956.
La Odisea de un Letrado
Corre el Siglo XVII, y Don Diego de Zama, un oficial de la Corona Española, lleva mucho tiempo estacionado en Asunción y espera por una transferencia que le permita reunirse con su esposa y sus hijos. Como si las trabas burocráticas no fueran suficientes, se le plantea la misión de cazar a un forajido responsable de varios crímenes.
En materia actoral, Daniel Giménez Cacho se lleva al hombro con mucha habilidad al protagonista titular; la angustia y la ansiedad se perciben en sus ojos cada vez que Martel le otorga un primer plano. Lo acompaña una jovial interpretación de Lola Dueñas y sobrias labores de Daniel Veronese, Rafael Spregelburd y Juan Minujín. Matheus Nachtergaele, quien da vida al forajido que persigue el protagonista, entrega una interpretación fresca que transmite lo perverso de su personaje con una gran economía de gestos y un preciso lenguaje corporal
En materia técnica es donde Zama tiene sus más grandes lauros. La dirección de arte y el vestuario son de un extremo nivel de detalle que te transportan inmediatamente a la época en donde transcurren los hechos. A nivel fotográfico, cada encuadre está compuesto con una riqueza digna de un cuadro.
No obstante, de todo este apartado, el logro más destacado es el diseño de sonido, que no pocas veces en el metraje resulta ser una herramienta crucial para insertar al espectador en el punto de vista del protagonista. Si Zama consigue ser una experiencia sensorial es precisamente por los aportes del diseñador de sonido Guido Berenblum.
[imdb]https://www.imdb.com/title/tt3409848/[/imdb]
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