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Resaltando lo obvio: ¿Qué es el lampshading?

Resaltando lo obvio: ¿Qué es el lampshading?

Históricamente las películas y series se han esforzado por hacernos olvidar al menos por un rato que lo que nos están mostrando no es algo que sucede en el mundo real, y se nos suele exigir que suspendamos la incredulidad temporalmente para disfrutar mejor de algunas historias, por más irreales que sean. En general aceptamos el pedido tácito sin mucha protesta, pero hay veces en que los guionistas tiran demasiado de la soga y se dan cuenta de ello. Puede ser porque estén proponiendo una resolución demasiado forzada o ridícula para tapar un agujero de guión, como también que estén recurriendo a algún lugar común gastado y previsible con tal de hacer avanzar la trama, alguna de esas cosas que solo pasan en las películas. Para intentar anular el efecto negativo de esa situación que no logran sortear de alguna otra forma, hacen uso de un recurso que es el lampshading o Lampshade Hanging, traducido aproximadamente como “ponerle una lámpara”: en vez de esconder el detalle molesto, lo exponen de forma tan obvia que lo aceptamos como un guiño cómplice de los guionistas en vez de criticarlo.

Lógicamente esto funciona mejor en tono de comedia, porque si bien no se lo considera una ruptura de la cuarta pared al menos le cala una ventanita, haciéndose cargo de alguna pregunta o crítica que el público se hace o está a punto de hacerse.

lampshading

Por ejemplo, ¿quién no se preguntó qué demonios hace Hawkeye compartiendo cartel con el dios del rayo, un gigante verde y el hombre más inteligente de la Tierra? Su presencia habrá tenido algo de sentido para la trama de la primera película, pero en La Era de Ultrón se lo escucha murmurar con frustración lo que nosotros ya veníamos preguntándonos: La ciudad está volando y estamos peleando contra un ejército de robots. Yo tengo un arco y flechas. Nada tiene sentido No había forma de justificar la presencia de ese personaje en el combate pero tampoco podían eliminarlo, por lo que recurrieron al lampshading para hacerle un guiño al público y pedirle que les siguieran la corriente de todas formas, porque lo importante estaba en otro lado.

Esta forma de usar el recurso se vuelve más común en las sitcoms y series procedimentales donde la repetición es parte de la estructura del programa. Conscientes de que el público se lo cuestionaba, los guionistas de Friends hicieron alusión al hecho de que los protagonistas casi no se relacionan con nadie fuera del grupo, en una escena muy simple donde todos ellos estaban cenando juntos y alguien golpea a la puerta. Completamente desconcertados, se miran unos a otros y hasta Phoebe hace el gesto de contar a los presentes porque si los seis estaban allí ¿Quién más podría estar golpeando a la puerta? Algo similar hicieron con el hecho de que siempre consiguieran libre ese lugar privilegiado en el café o que nunca cerraran con llave la puerta, pequeñas irrealidades que era necesario sostener para que funcione el resto. Años más tarde Community, una de las grandes comedias de la última década, convirtió a uno de sus protagonistas en un lampshading continuo que no les dejaba pasar ninguna situación que pudiera conectar con algún lugar común del cine o la TV, no sólo exponiendo esas situaciones sino también generándolas como eje de muchos capítulos que homenajeaban sin disimulo a series y películas reconocidas.

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Una de las series que sin ser comedia abraza con ganas el recurso de resaltar su artificialidad es Supernatural. A lo largo de su extensa vida ha sabido dedicar capítulos enteros a burlarse de sí mismos, incluso con arcos recurrentes. Uno de los más recordados comenzó con el descubrimiento de que existían libros que relataban con extremo detalle sus primeras aventuras, libros que generaron dentro de la serie un fandom similar al que tenía afuera. Cruzarse con cosplayers y adaptaciones de obras escolares basadas en ellos mismos fueron excusas perfectas para divertirse con una panzada de chistes sobre cómo sus historias suelen seguir una estructura recurrente que muchas veces tiene poco sentido, como cuando uno de esos fans se queja de que cada vez que los personajes del libro pelean con un monstruo un golpe manda sus armas volando por el aire, para que minutos más tarde tengamos varios primeros planos de sus armas cayendo en cámara lenta en los momentos más inoportunos de cada enfrentamiento.

Pero el lampshading no sólo se puede usar de forma reactiva para poner un manto de piedad sobre algo que no pudieron o quisieron resolver de otra manera, sino que guiones que se animan al absurdo pueden usarlo de forma activa, provocando la situación inverosímil solamente para poder hacer ese chiste, o preparar todo el camino para que esperemos la misma resolución obvia que vimos tantas veces sólo para pegar el volantazo a último segundo y hacer que alguno de los personajes nos recuerde que por más que algo suela suceder de cierto modo en la ficción, no funciona de la misma manera en el mundo real y se vuelve absurdo en cuanto se lo piensa un poco.

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La única vez que la vida del Dr Zoiberg parece encaminarse en Futurama, consigue una casa en el fondo del mar que se dedica a arreglar con esmero, para que al final del episodio la encuentren destruida por un incendio. Uno de los personajes se muestra perplejo ante la idea de que hubo un incendio debajo del agua, pero sobre todo ante la situación de ver a sus compañeros aceptar sin cuestionar la explicación de que se debió a que alguien dejó un cigarro encendido. Los guionistas podrían haber destruido esa casa de mil formas, pero eligieron una que fuera imposible solo para poder rematarla remarcando lo ridículo que era. Con el mismo nivel de absurdo el super agente Sterling Archer (protagonista de una de las series animadas para grandes que ya recomendamos) es sorprendido por asesinos después de una orgía, pero aunque está completamente desnudo hace aparecer una granada que le permite repeler el ataque. Cuando su compañera le pregunta dónde tenía el arma, haciendo notorio lo oportuno e improbable de que eso sucediera, su respuesta es bien directa: “¡Colgando de la lámpara!”

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Uno de los casos más recordados de lampshading es en el clásico de la comedia Monty Python y el Santo Grial donde, cuenta la leyenda, los recursos de la producción no alcanzaban para usar caballos. Es un detalle bastante importante para cualquier película medieval y es por eso que el rey Arturo recorre el país al trote golpeteando cocos para simular el ruido que harían los cascos de sus caballos. Lógicamente eso es advertido por otro personaje que intenta hacerle notar lo absurdo de la situación y, aunque en un principio intenta justificarse, eventualmente Arturo cambia de tema porque no tiene argumentos. En este caso el lampshading sirvió para solucionar un problema que iba más allá del guión, dejando de paso un gran gag que es de los más celebrados de esa película.

Sin embargo, no solo la comedia se aprovecha de este recurso y hasta James Bond lo tomó prestado durante Al servicio secreto de su majestad cuando después de varios intentos fallidos de seducir mujeres, Bond exclama completamente frustrado “¡Esto nunca le pasó al otro tipo!” claramente aludiendo al historial de galán del personaje interpretado por varios actores. Cuando no se trata de una comedia el lampshading puede resultar riesgoso y hasta ser acusado de un recurso facilista explotado por guionistas que no han sabido resolver un problema causado por ellos mismos, pues resaltar que están usando un lugar común o que la trama no se sostiene con fuerza propia no siempre alcanza para salir del embrollo, y hasta puede empeorarlo si del otro lado el público decide que no se merecen que les sigan la corriente.

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