Críticas
REVIEW: Tango Feroz
1993 vuelve por 110 minutos y esta mejor que nunca.
En 1993, Marcelo Piñyero salvó al cine argentino de la extinción, de la mano de una leyenda que, mas allá de la veracidad o la fidelidad respecto de sus fuentes, no se puede negar que moldeo la percepción del Rock en la Argentina.
A más de 20 años de su estreno, en una copia restaurada, Tango Feroz vuelve a las salas. Si la experiencia de ver un clásico extranjero es abrumador, cuando ese clásico viene de estas pampas esas imágenes se vuelven más grandes que la vida, y no solo por el tamaño de la pantalla.
¿Cómo está en el papel?
Tango Feroz cuenta la historia de Tanguito (Fernan Mirás), un joven músico que quiere dar a conocer su arte al mundo y se gana el corazón de una joven llamada Mariana (Cecilia Dopazo). Pero Tango, como también lo llaman, es un caballero que se rehúsa categóricamente a vender sus principios. El como sostiene esta postura hasta sus últimas consecuencias mientras su mundo se derrumba y los que viven en el pierden de a poco sus ideales es lo que mueve a esta película.
Los temas que tratan el guion de Aida Bortnik y Marcelo Piñeyro se mantienen tan vigentes en ese entonces como hoy. Tango es la definición exacta de un héroe trágico. Alguien, quien en las palabras de Rorschach de Watchmen, no va a comprometer sus principios ni siquiera de cara al Apocalipsis. Es una historia que habla no tanto sobre la necesidad de tener ideales, sino del mantenerlos y defenderlos del constante peligro de la conformidad. Una defensa que, como todas las buenas historias, implica un riesgo: de perder la libertad, hasta incluso la vida. La solidez con la que se expresa este tema hace que no importe tanto que no sea un retrato exacto de la vida del Tanguito de la vida real (ningún biopic lo es). Bortnik y Piñeyro quisieron comunicar y expresar el espíritu de una época, y la consecuente involución espiritual que hizo mella hasta hoy. Un objetivo que se logró con creces, tanto en el ’93 como ahora.
¿Cómo está en la pantalla?
La copia restaurada luce extraordinaria, se ve bien, y se escucha bien resaltando los colores y los contrastes de ese mundo de tinieblas y claroscuros de los que Tango parece ser la única luz. El sonido es tremendamente potente en las secuencias musicales que convierten automáticamente a la sala en un recital.
La experiencia de ver este clásico en cine no tiene precio. Ver esas caras, esos gestos, esas sonrisas, esas expresiones de furia en una pantalla tan grande es una experiencia surrealisticamente satisfactoria.
Conclusión
El Pedro a quien supo dar vida Leonardo Sbaraglia dijo que no filmaba sino que tomaba prisioneros; que el momento de ahora se va, pero si se filma queda para siempre. Aunque en el contexto de la escena podía parecer un poco esotérico, en esta actualidad tan turbulenta, esas palabras tienen una validez tan necesaria que nos recuerdan que si bien es necesario sobrevivir, hay ciertos principios que jamás se deben sacrificar.
La rebeldía que plantea Tango Feroz no es una rebeldía adolescente, sino una que nos obliga a confrontar no solo los que fuimos con lo que queríamos ser, sino a lo que todavía tenemos oportunidad de ser.
