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Tienen que ver The Americans: Los infiltrados

Tienen que ver The Americans: Los infiltrados

Primero les dije que la mejor serie que no veían es Hannibal y casi que los obligué a hacerlo (los que me hicieron caso lo agradecen). Ahora vengo con otra de esas que si encontrás a alguien con quien comentarla te quedas mudo porque no estás preparado para tal milagro: por qué ver The Americans.

The Americans camina casi sin ruido, prácticamente en silencio. Pocos hablan de ella, la crítica la ha halagado bastante pero de lograr el reconocimiento de los premios más importantes ni cerca y de sumar adeptos ni hablar. Su existencia en ese contexto se explica solo por estar en una cadena (FX) que no se rige a rajatabla por los números de audiencia y pueden subsistir productos no tan masivos. En otro canal hubiésemos llorado su cancelación.

Tienen que ver The Americans

Phillip y Elizabeth Jennings son un matrimonio ideal, tienen una linda casa, son padres de 2 hijos, los asisten en sus tareas del colegio, lo que se dice la perfecta familia americana. Pero nada es lo que parece. La pareja en realidad está formada por dos agentes rusos del “Directorio S”, encubiertos en suelo americano a finales de los años ’80 en plena guerra fría entre la ex URSS y el gobierno de EEUU.

La pareja de espías, casada por arreglo, vive su doble vida siempre al borde del abismo. Adoctrinados de jóvenes para servir a la “Madre Patria” se calzan pelucas y cometen los actos más siniestros de espionaje antes de arropar a sus adorables niños que nada saben de las actividades ocultas de sus padres. Ella (Keri Russell, la recordada Felicity) es la madre correcta, una mujer fría y firme a sus valores comunistas, que no titubea en sus convicciones; a él (Matthew Rhys, el hermano gay en Brothers & Sisters) lo ha convencido, al menos un poco, ese estilo de vida, el auto de moda, el capitalismo haciendo de las suyas.

Se quieren, se cuidan, pero no les tiembla el pulso a la hora de matar o acostarse con quién sea para sacar información que aporte a la causa. Él incluso forma parte de una doble “doble vida” pues no solo es Phillip sino que también es Clark, el personaje tímido y conflictuado que Phillip ha creado para conquistar a Martha (una genial Alison Wright) secretaria en el FBI, a quien manipulará a su antojo para hacerse de los datos que necesita.

Están luchando por el mundo que ellos creen justo. No es la típica americaneada de presentar a los rusos como figura del mal. La serie vacila y hace vacilar al espectador en quiénes son los buenos y quiénes los malos, los límites se desdibujan, unos y otros van “convirtiendo” al enemigo a su causa y el engaño es moneda corriente. Nos ponen a empatizar con personajes que sabemos -la historia lo demuestra- perdieron la guerra y ese es uno de los puntos fuertes de la serie.

El matrimonio lleva unos 15 años viviendo como modélicos vecinos. Y en ese vecindario conoceremos a Stan Beeman (Noah EmmerichThe Truman Show, The Walking Dead) miembro del FBI justamente encargado de dar caza a este tipo de espías. Lo que podría ser un grave error para la serie (otro miembro del FBI al borde de la imbecilidad que no se da cuenta de nada, como los agentes de The Following o tantos otros ejemplos) no lo es: el hombre tiene un pasado tormentoso y su vuelta al ambiente hogareño no le resulta nada sencillo. No se abusa del hecho que sea vecino de quienes busca, es una bomba de tiempo que en algún momento va a estallar. Pero no lo hará luego de haber generado mil situaciones irrisorias sino que ocurrirá como resultado de un pausado y lógico recorrido porque en The Americans las habas se cuecen a fuego muy lento.

Beeman comenzará a tener una relación con Nina Sergeevna (Annet Mahendru) empleada de la Rezidentura que se ve obligada a trabajar para los americanos. Lo que empieza como una extorsión se va transformando en ¿amor? y la cosa se va enrevesando tanto que volvemos a lo mismo: nada es lo que parece.

La serie fue creada por Joseph Weisberg (guionista de Falling Skies y Damages) un ex agente de la CIA. De las historias recogidas en su trabajo hizo esta maravilla. El retrato de época es brillante tanto como los métodos hoy arcaicos con los que cuentan estos espías: nada de tecnología de avanzada a la que estamos acostumbrados, son tan rudimentarios (pero efectivos) que los agentes de las series de hoy día no sobreviven medio episodio.

Muchos la compararon en sus inicios con Homeland: si bien no comparten trama ni conflicto histórico, el juego del gato y el ratón, espías, paranoia, todo llevó a equipararlas. Pero esta no es una serie para los que esperan acción constante, o que gusten de que un episodio termine pidiéndote a gritos poner otro. The Americans prepara el terreno, se toma su tiempo para generar climas y hacer que todo estalle en el momento menos pensado. Y a ese ritmo se va cocinando también la relación entre el matrimonio: muy de a poco los sentimientos y la ambigüedad llevarán las cosas a un punto de no retorno.

 

Los hijos pronto pasan a ser parte central y ahí, en lo que Homeland falla, acá se convierte en un enorme mérito. ¿Quién no odió o sintió forzadas e innecesarias las tramas que involucraban a la hija de Brody? En The Americans los hijos -además del lógico crecimiento y las dudas que surgen- comienzan a ser un posible “daño colateral” y los padres espías empiezan a ser conscientes de ello. Preocupados por su doble tarea no habían recaído en ese detalle. ¿Son más importantes los ideales que los propios hijos? Pues aunque no hayan sido fruto del amor igualmente son su sangre.

Pero no solo a los muchachos de la KGB se le complicará todo. Un nuevo agente ruso entra en juego: Oleg Burov (Costa Ronin) viene a formar un triangulo con Nina y Stan desestabilizando aun más ese escabroso juego de mentiras y traición.

Las dudas, intrigas y hasta el más mínimo de los detalles plantados cobrarán sentido a su debido tiempo, convirtiéndose en una experiencia narrativa perfecta.

No van a mirar el piloto y quedar desesperados por seguir. No hay grandes cliffhangers ni giros argumentales de esos que hacen correr a los fans a las redes sociales a descargar adrenalina. De allí tal vez lo poco que se comenta de ella. A esos personajes atrapados sin salida en conflictos ideológicos y sentimentales se los degusta en silencio.


Además de por qué ver The Americans, lean otros “Tienen que ver…”: The AlienistBron/Broen – Peaky BlindersLiarManhunt: UnabomberThe FallUnReal – Y hay muchos más.


 

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