Ya repasamos las series (ACA), ahora vayamos por las mejores películas de animé de 2021.

En materia de películas, la industria japonesa metió algunos golazos que rompieron taquilla. Centrémonos en los 3 grandes sucesos del año.

– Demon Slayer: Mugen Train rompe todos los records

El primero de esos golazos fue Demon Slayer: Mugen Train. La secuela oficial del magistral animé Demon Slayer (actualmente disponible en la Gran N) fue un éxito de taquilla sin precedentes, convirtiéndose en una de las producciones japonesas más recaudadoras de la historia e incluso superando a la anterior poseedora del título, El viaje de Chihiro, de Hayao Miyazaki.

Disfruté mucho de esta película que no da respiro desde el momento cero. El argumento tiene dos partes muy claramente divididas e igualmente emocionantes. Ayuda muchísimo el arte de un estudio de animación que nunca defrauda y que logra sacar lo mejor de cada uno de los personajes. Ufotable da cátedra, una vez más, sobre cómo mezclar animación 3D con la tradicional, aprovechando al máximo el uso de colores vivos y movimientos fluidos.

Lo que siempre le destaqué a Demon Slayer es que, dentro de su género shonen, se las arregla para que cada batalla con los demonios se sienta diferente. La primera temporada ya había logrado justamente eso, y acá lo hacen una vez más. Los enemigos siempre tienen habilidades originales que generan peleas súper creativas.

Actualmente tenemos disponible la segunda temporada del animé. Los primeros siete episodios cuentan, nuevamente, los eventos de la película, pero incorporando material nuevo y un trasfondo para el personaje de Rengoku mientras se embarca en su viaje hacia el tren Mugen.

A partir del octavo episodio, se continúa con el próximo arco argumental de la serie. Tanjiro y los demás viajan al distrito rojo de Yoshiwara para cazar a un demonio que ha estado aterrorizando a la ciudad.

– Violet Evergarden: la película mantiene su estilo

Violet Evergarden fue uno de mis animés favoritos de 2018 (por ACÁ tienen nuestra review). La corta serie de 13 episodios –brillantemente animada por Kyoto Animation, estudio responsable de un animé bellísimo llamado Hyouka– tiene como protagonista a Violet, una niña huérfana y soldado que ha dejado el campo de batalla de la Gran Guerra.

Sin un rumbo concreto, termina profundamente conmovida por el trabajo de las llamadas “Auto Memories Dolls”, jóvenes que deben trasladar los pensamientos de la gente y convertirlos en palabras. Comienza su viaje como una de ellas con el objetivo de comprender qué le quiso decir su padre adoptivo antes de morir, unas curiosas palabras que ella no puede olvidar ni comprender.

Esta película, disponible en Netflix, es una secuela de la serie original. En los primeros minutos recapitula rápidamente la dolorosa historia del origen de Violet Evergarden. Luego toma un rumbo completamente nuevo. Fiel a su estilo, la animación acá es simplemente impresionante. La sensibilidad en los detalles es súper amplia, desde las flores violetas que se abren lentamente para recibir la luz del sol hasta el rocío de la mañana.

Sin revelar demasiado, el sentimentalismo agridulce en varios momentos fundamentales va a dejar a la audiencia peléandose por los pañuelos. Si bien la emoción intensa y el ritmo lento no son del agrado de todos, especialmente aquellos que no están familiarizados con esta propuesta, el romanticismo que busca se hace excepcionalmente bien y con mucha sinceridad.

–El estreno de Evangelion 3.0+1.0

Dejé para el final lo que, para mí, fue el gran animé en 2021 y un evento destacadísimo del año: el estreno de Evangelion 3.0+1.0, la esperada conclusión de los llamados “Rebuild of Evangelion”.

La cuarta entrega logró superar prácticamente todo lo visto en la franquicia hasta ahora, tanto a nivel técnico/artístico como en su costado narrativo más lisérgico. No es una película fácil de digerir y está cuidadosamente planificada para que los fans sigan especulando por años con teorías locas sobre todo este embrollo.

Ver Evangelion 3.0+1.0 es una experiencia fascinante para los que venimos siguiendo esta saga por años. Requiere de muchas lecturas en paralelo, porque no solo tenemos las equivalencias con el animé y End of Evangelion (que resultan claves para captar la historia) sino que también hay todo un discurso metatextual, un planteo filosófico ligeramente distinto y una visión de Hideaki Anno sobre la cultura de la animación japonesa.

Ojo que esto no significa que no se respondan a varios interrogantes planteados en las películas anteriores. Pero, al mismo tiempo, ocurren un montón de cosas todavía más excéntricas que no van a tener respuesta. O conceptos nuevos que surgen de la nada. La respuesta acá siempre va a ser una de dos: (1) “porque se veía cool” o (2) “porque los fans lo pidieron”.

La película tiene muchas fallas, sí. Mari nunca logró justificar su existencia como personaje. La sobreexposición de cuerpos para el fanservice es molesto. El ritmo no es el más adecuado. Asuka (mi gran personaje favorito) tuvo sus momentos de redención, pero te deja con ganas de más. Rei sigue siendo un personaje funcional al servicio de Shinji.

Entre decorados extrañísimos, conceptos esotéricos, muchos culos y cruces, descifrar Evangelion 3.0+1.0 es una tarea titánica y quizás hasta inútil. En todo caso, me quedo con los sentimientos que buscó transmitir: la importancia del perdón, de establecer vínculos para crecer y buscar la felicidad. De que Shinji al fin entienda que llorar no sirve de nada.

Si quieren profundizar un poco más, en esta nota tienen un análisis de la tetratología: Los Rebuilds of Evangelion, el último dilema del erizo.

Estas fueron las mejores películas de animé de 2021. ¿Qué otras recomiendan?