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Orange is the New Black: temporada 2 de la ¿comedia? del momento

La serie original de Netflix arrancaba con mucha presión encima. Orange is the New Black fue una de las grandes revelaciones del pasado año y todos los ojos estaban puestos en sí podrían igualar esa entrada casi sorpresiva de una primer temporada que renovó el panorama seriéfilo con una propuesta a la vez simple que diferente a todo lo demás.

De una les digo que la segunda temporada cumple y supera las expectativas depositadas en ella. Mantiene su esencia, vuelve a conmover (que es una comedia pero logra nos olvidemos de ello) y al mismo tiempo sorprender.

Uno de los grandes aciertos de Orange Is The New Black fue sin dudas el abanico inmenso y rico de personajes secundarios en contraposición con una figura central que no cayó del todo bien. Sólo ante semejante panorama de actrices “de reparto” fue posible que la historia central pueda ser dejada de lado por momentos. Lo que en otra serie sería suicida acá funciona de tal manera que, por ejemplo, en esta segunda parte se dan el lujo de hacer un capítulo completo olvidando a Piper Chapman (Taylor Schilling) y todo su universo. Era muy arriesgado y hasta inimaginable, pero el elenco está en condiciones de ponerse en sus espaldas todo un episodio (el segundo) y adquirir tal peso para que en el resto de la serie esa presencia se mantenga, haya un progresivo crecimiento de cada una de estas reclusas y que la serie gane.

Vamos a conocer más de esas mujeres como Morello, Rosa, Mendoza, Crazy Eyes, Taystee o Pousse. Jenji Kohan, la creadora de este femenino mundo carcelario, les entrega el mando y se juega en ahondar en algunas de las historias que ya conocíamos del primer año y presentarnos otras de las que esperábamos ansiosos saber más.

El pasado para comprender el presente

La estructura de flashbacks para contarnos cómo las reclusas fueron a parar a Litchfield se mantiene y (lo que en Lost fue harto cansador) acá sigue resultando efectivo. Es que las historias son tan buenas, los personajes tan queribles que queremos seguir conociéndolas. Mujeres que podrían ser presentadas como villanas (al fin y al cabo hicieron algo para terminar en cana) nos llegan simplemente como mujeres que se equivocaron, que están pagando por sus errores y en este encierro van a redimirse o volver a equivocarse una y otra vez porque son simplemente humanas.

La entrada de una nueva reclusa, la malvada Vee (Lorraine Toussaint) vendrá a desestabilizar el tablero y llevar la cárcel a una nueva guerra: una guerra sesgada por el poder, por la necesidad de estas mujeres de ser alguien, de no desaparecer aunque no más sea dentro de esas poco seguras y destartaladas paredes. Su figura es tan fuerte y sin los matices conque las otras minas logran compadecernos, que es la incorporación justa para que, en contraposición, el resto del elenco crezca y la trama se dispare hacia lugares super interesantes.

Y entre tanta historia Piper queda relegada a un segundo lugar y eso no molesta, lo que nos hace pensar en un posible (y hasta necesario) futuro sin ella. Si bien el show se abre y cede protagonismo a esas secundarias, de a momentos frena como para decirnos ¡ojo, que Piper sigue siendo nuestra estrella! y le da momentos gloriosos como esa salida temporal con la cual será beneficiada, o como esa transformación a lo largo de la temporada en una pichona de Walter White pues pasar al lado oscuro es simplemente cuestión de una simple decisión.

Orange is the New Black: Presos somos todos

Otros que adquieren relevancia en esta nueva etapa son los guardias y responsables de darle seguridad de esas reclusas. Guardias que conoceremos tienen relaciones más allá del trabajo, que tiene una vida como cualquier otro, que intentan hacer el bien aunque el propio sistema les dé la espalda. Como a las propias presas.

En la primer temporada sólo estaban allí, pero no habíamos tomado conciencia de su peso. Es que pareciese que lo que toma lugar central ahora es el aislamiento (presente obviamente el año pasado pero sin explotar como lo harán ahora), esa cárcel asfixiante aunque sea de mínima seguridad, ese lugar al que mandaron a esta gente para ser olvidadas por el resto de la sociedad que sigue con sus vidas. Y en ese olvido no solo caen la reclusas sino también los que hacen lo posible (o no) para cuidar de ellas.

Podríamos hablar de este Litchfield como metáfora de un mundo que no se detiene, no perdona el más mínimo error ni olvida. Un mundo que intenta corregir a la fuerza pero no entiende que uno puede cambiar (o no hacerlo) tenga o no tenga rejas alrededor. Un mundo donde estar rodeado de gente no implica necesariamente no estar solos. Pareciese que la serie es consciente de todo ello y sin moralinas se pone a hablar de la libertad y su valor usando de igual medida la comedia que el drama para dejarnos a nosotros presos de su encanto. Y así como estas reclusas se someten diariamente a la abstinencia (de sexo, de drogas, de respirar aire puro) Netflix nos deja a nosotros (luego de un bellísimo final de temporada) en una larga abstinencia de un eterno año para poder ver la tercer temporada de su droga más poderosa.

Orange Is The New Black, ya te estamos extrañando.

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2 Comments

2 Comments

  1. antocoty

    23/06/2014 at 15:15

    Mucho drama en esta segunda temporada, ¡pero fue genial!
    Y es cierto. Como fan, banco a todos los personajes, y más a las clásicas reclusas queridas♥

  2. Andres Leonardo Caro

    23/06/2014 at 17:15

    ahora hay que esperar un fucking año para ver la tercera! tendrian que ser mas capitulos

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