RECAP: Hannibal 3×01, Un Asesino en Europa

Hannibal 3×01, un regreso a lo grande con Antipasto, un episodio que logra elevar aun más nuestra fascinación ante este demonio interpretado por Mads Mikkelsen. Fuller -que ha elegido nombres de platos gastronómicos para titular los capítulos (franceses en la primera temporada, japoneses en la segunda, italianos en lo que será la primera mitad de la tercera)- declara sus intenciones en el presente título: es un antipasto, un aperitivo, un plato cuyo único objetivo es abrir el apetito de la verdadera comida. Y vaya si lo hace.

Olvidémonos del cierre de la segunda temporada que culminó con un épico enfrentamiento entre los personajes centrales al punto de no saber quiénes quedaron con vida. La resolución queda en el aire por el momento (aunque en estos tiempos de trailers y fotos promocionales por doquier ya imaginamos cómo resultó) y la serie regresó con un episodio dedicado íntegramente a la relación del Dr. Lecter con su ex-psiquiatra Bedelia Du Maurier en piel de Gillian Anderson, ya confirmada como miembro estable del reparto y agregada a la secuencia de títulos.

Es como si se tratara de un nuevo piloto para una nueva serie protagonizada por Gillian y Mads –explicaba Fuller hace unos meses – Estos personajes estarán viviendo en un mundo más allá de los alias. Es como el “El talento de Mr Lecter!”

Pasó el tiempo desde aquella batalla en que todos pensaban estaban engañando a Hannibal (pero si piensas que estás por atrapar a Hannibal es porque él quiere que pienses eso). El caníbal vaga en moto por Paris, con ajustada campera de cuero negro, instintos asesinos a flor de piel y su macabra seducción. La primera víctima (Bonsoir) es un autor, Roman Fell, que dará a Lecter lo que necesita: una nueva identidad. Rebautizado, él y su “esposa” Bedelia se reinventarán en Florencia, Italia, pero manteniendo la esencia siniestra, el sentido estético refinado y la moral por el piso.

– Sin dudas eres el diablo
– Yo existo hace mucho menos tiempo

Siempre Hannibal se destacó por su elegancia, su obsesión por el cuidado de la imagen y el sonido casi rayando un esnobismo exacerbado. Y este esperado regreso lleva la exquisitez, refinación y juegos visuales a un escalón más alto. Parecía imposible hacerlo pero han demostrado que se puede.

El director Vincenzo Natali (Cube, Paris je t’aime) nos pasea por Europa, el tiempo y la psiquis del asesino y su indescifrable compañera de viaje, con un sentido del buen gusto totalmente diferente a cualquier cosa que veamos en la tv actual (y hasta iría más allá de la pantalla pequeña).

Durante su visita a París, haciéndose llamar Boris, Hannibal conoce a Anthony Dimmond (Tom Wisdom) antiguo ayudante del Dr. Fell. Homoerotismo mediante en cada mirada, los hombres se alejarán para volver a encontrarse ahora en Italia cuando Lecter ya usurpó la identidad de Fell. Dimmond sin saberlo se ha convertido en la próxima víctima comida. El pasado y sus trampas siempre son propensos a volver y ni siquiera el diablo puede escapar de ello.

Ese pasado está presente en Antipasto a forma de un cuidado y contrastado blanco y negro. Cambia hasta la relación de aspecto de la pantalla y observamos como Hannibal tiene retenido al Dr. Gideon (Eddie Izzard) a quien obliga a alimentarse de sí mismo. Mutilándole una a una las extremidades, charlarán y definirán los conceptos mismos del show: intimidad, supervivencia y muerte.

Esto no es canibalismo. Es canibalismo si somos pares

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Somos testigos de la relación entre Hannibal y Bedelia, a quien ha convertido en su rehén/esposa. Una relación oscura y tormentosa que viene desde hace tiempo: la trama se toma unos minutos para llevarnos a ese evento trágico en la vida de la psiquiatra donde fue atacada por un paciente y se defendió matándolo. Sangre por doquier y el brazo de Bedelia saliendo ¡entero! de la boca de un irreconocible Zachary Quinto (Heroes, The Slap, Star Trek). La irrupción de Hannibal en la escena para ayudarla, las dudas de ella sobre lo que pasó -habiendo sido el joven antes paciente de Lecter- dejan más misterios que serán develados en los episodios siguientes.

Bedelia sabe las atrocidades que realiza su falso esposo (“No he matado a casi nadie desde nuestra llegada”), está atrapada no solo por el monstruo sino también en la perversa curiosidad que siente por él, que la atrae y la asfixia. Ella no tiene el control de la situación aunque exprese verbalmente lo contrario y por más inteligente que sea.

¿Observas o participas?

Incluso Bedelia podría estar participando tanto en los planes de Hannibal que quién sabe si en realidad no la está alimentando de caracoles y ostras para ser el siguiente y exquisito almuerzo. Quiso escapar pero no pudo y terminó participando en silencio de la muerte de Dimmond.

Finalmente vemos a Lecter viajando en tren jugando misteriosamente con una imagen del Hombre de Vitruvio de Da Vinci. La dobla una y otra vez hasta darle forma de corazón humano, igual al corazón tallado en ese cuerpo dejado como si de una obra de arte se tratase en el Museo Palazzo Capponi. Hannibal es un artista retorcido.

Antipasto es lo más horrorosamente bello que hemos visto en mucho tiempo, audaz, opulento. El Dr. Lecter se ha quitado su disfraz de hombre y lo ha hecho al ritmo de una ópera en cámara lenta. Mención aparte para la banda sonora de Brian Reitzell (responsable en films como Más extraño que la ficción o Begginers) que te hiela la sangre. Sangre que está presente en todo momento y que la dupla Fuller / Natali ha traído a la pantalla con mejor resultado que el obtenido por Ridley Scott allá en 2001 en la pantalla grande. La adaptación de la novela de Thomas Harris, con un episodio repleto de referencias como ese local de Vera Dal 1926, es todo un acierto en sus insinuaciones, tensión y enrarecido clima de ensueño que destilan sexo y muerte en cada secuencia. Y lo bueno es que aún no jugaron todas las cartas, fue apenas una entrada y lo mejor está por venir.

Dr, Lecter, le pertenecemos.

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