RECAP The Walking Dead 6×04: Toda vida es sagrada

The Walking Dead 6×04 es uno de esos capítulos destinados a dividir aguas: mitad de su extensa audiencia aplaudirá de pie esta especie de “El Árbol de la Vida by AMC”, la otra mitad escupirá pestes acusándolo de ser un mayúsculo bodrio. Es que las respuestas que todo el mundo estaba esperando no llegarán al no haber continuidad con el épico final del episodio anterior (RECAP de Thank You, ACA) donde murió (¿murió?) uno de los protagonistas más queridos de la serie. Robert Kirkman y equipo exigen dejemos de lado esa ansiedad e introducen un capítulo que dará sentido a la existencia de Morgan, para entender la transformación de hombre atormentado a parangón moral que se niega a matar.

The Walking Dead 6×04: Here’s Not Here

Suponemos que ya viste el capítulo, si no lo hiciste ¿Qué hacés acá?

The Walking Dead vive sus días dentro de una lucha interna que es responsable directa de los vaivenes del show: es la serie más exitosa de la tv actual (ya saben, sus ratings semanales los seguimos AQUÍ) y son felices por ello, pero también quieren ser un drama respetado que algún día pueda alzarse con los esquivos Emmys. La audiencia pide a gritos gore y sangre, ellos se la dan, aunque de vez en cuando sienten la necesidad (están en su derecho, es su serie) de explorar la humanidad y los demonios que la condenan.

The Walking Dead 6×04 supone un freno abrupto a la vertiginosidad con que sorprendieron los 3 episodios anteriores de esta sexta temporada. Un extenso flashback es motor para explicar cómo Morgan (Lennie James) pasó de ser aquel desquiciado personaje de Clear (episodio 3×12) a este calmo hombre que vio con ojos desorbitados a su amigo Rick convertido en una máquina de matar.

La purga de cualquiera que se le ponga enfrente, esté vivo o muerto, va a cesar cuando encuentre al “maestro quesero” que -ya lo había mencionado- le enseñó sus habilidades actuales. Cabra mediante, Morgan tendrá la oportunidad de cambiar ira por paz y violencia por razón, al ser encerrado en una celda al cuidado de Eastman, en piel del gran John Carroll Lynch quien cambia de registro luego de su antológico villano en American Horror Story: Freak Show (el payaso Twisty) siendo ahora una variación del Señor Miyagi en pleno apocalipsis zombie.

Redirigir la violencia, aceptar el pasado, perdonarse, El arte de la Paz de Morihei Ueshiva, entender que toda vida es valiosa, que no estamos hechos para matar. Conceptos que la serie viene demostrando ya no pueden ser parte de este nuevo mundo asestado de muertos vivos (y de vivos más peligrosos que los muertos), vuelven a ponerse en tela de juicio recordándonos que tiene que haber otra manera para sobrevivir alejada de balas y machetes. Debe haberla.

Y es así como seremos testigos del camino a la luz de Morgan familiarizándose con el entorno (hasta ahora la cabra Tabitha tuvo más participación que Daryl) gracias al Aikido, una disciplina que niega la posibilidad de asesinar incluso al más despiadado. Conoceremos también la razón de esa celda en pleno living que resulta ser una revisión de El Secreto de sus Ojos, pues allí guardaba Eastman al único hombre realmente malvado que su experiencia como psiquiatra forense lo llevó a conocer: el que asesinó a toda su familia simplemente para arruinarle la vida. Lo dejó morir de hambre y cuando fue a entregarse descubrió que el mundo había sucumbido a los putrefactos caminantes. Como siempre: el error de dejar alguien suelto va a desencadenar la tragedia. Un hombre a quien Morgan mató sin piedad con sus propias manos, vuelve convertido justo cuando al fin entendía esta nueva filosofía de vida; el shock no le permite reaccionar, Eastman irrumpe a ayudarlo y allí es mordido.

Personalmente no me molesta que The Walking Dead se tome sus tiempos, desacelere e introduzca estos capítulos que seguramente muchos odian. Los creo útiles pues no se puede vivir a mil constantemente: episodios como Here’s Not Here sirven para frenar la vorágine y acomodar las mentes de sus personajes y de nosotros espectadores. Instan a recordar que estamos ante un show de supervivencia donde -para que la violencia enfermiza tenga sentido- debe existir alguna norma moral ante quien compararse. Lo que si me molesta es que en ansias de lograr ese cometido cometan errores groseros: si me mostraste durante 10 minutos que Morgan en estado de locura va limpiando las zonas por las que se dirige, que quema cada cadáver, que no deja ser humano en pie, ¿cómo aceptar no haya eliminado por completo a ese tipo que convertido en zombie infectará a Eastman? El guión necesitaba sea así, lo entendemos, pero hace demasiado ruido. Podemos justificarlo de muchas maneras (estaba tan loco -ni se acuerda si fue el día en que llegó a la cabaña o el anterior- que se le puede haber pasado; por ejemplo) pero en el fondo sabemos que quedó vivo para desencadenar el final y no porque sea lógico que así fuera.

El choque entre Rick habiendo entendido que o cazas o eres cazado vs este Morgan sabiendo que cada vida vale, va a ser fundamental en lo que resta de la temporada. Here’s Not Here da las piezas para comprender esa mentalidad y forma de vida, como así también planta la semilla de que todo se irá al demonio: el flashback es producto de Morgan contándole la historia a ese Wolve que dejó vivo y encerrado. Morgan intentará ser el maestro quesero que lo guíe a la luz aunque el pibe tiene las cosas un tanto claras:

Sé que probablemente vaya a morir. Pero si no lo hago voy a matarte, Morgan. Voy a tener que matar a cada persona de aquí. A cada uno de ellos, también a los niños. Esas son las reglas.

The Walking Dead 6×04 es un capítulo necesario al que quizás colocaron en el peor lugar que podrían haber elegido para hacerlo: el público masivo esperaba saber qué pasó con Glenn y no este divague existencialista que le va a valer hordas de insultos. Es que los productores están obligados a lograr que la serie sea más que Rick, Carol, Glenn o Daryl (la renovación del show para una séptima temporada ocurrida esta semana es sólo el comienzo de muchas renovaciones y spin-offs al venir) por lo que abren el juego y aprovecharon el momento de mayor tensión para explicarnos la esencia de un personaje clave en lo que queda del camino. El resultado, fuera del debate Glenn vive – Glenn muere, es interesante como dicotomía entre dos estilos de supervivencia tan brutalmente disímiles y como muestra de una serie que lucha constantemente entre la masividad y la introspección.

Bonus:

No sé si se dieron cuenta, pero la ausencia de Glenn fue por partida doble: no lo vimos a él y tampoco a su nombre. Steven Yeun fue eliminado de la secuencia de títulos. ¿Están jugando con nosotros, no? ¿No? Dime que sí.

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