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RECAP: The Walking Dead 5×14, la muerte llegó a Alexandría

The Walking Dead 5×14, a pasos del final, va cerrando el círculo que consagrará a la quinta temporada como la mejor del show de Robert Kirkman hasta ahora. Ya lo dijimos hace tiempo aquí refiriéndonos a la primera mitad de este ciclo y al miedo con la serie que siempre es el mismo: que la pifien, que derrumben en un segundo lo que tanto les costó construir. Es Jennifer Lynch (hija de David, directora de films como Chained o Surveillance) la responsable de que eso no suceda poniéndose al frente de un episodio que –tomando lo mejor que enseñó su padre con Twin Peaks en esto de pueblos tranquilos ocultando terribles secretos- hace avanzar la historia y acerca el halo siniestro que estábamos esperando.

The Walking Dead 5×14: Spend

Suponemos que ya viste el capítulo, si no lo hiciste ¿Qué hacés acá?

Gabriel (Seth Gilliam, pensamos que en un épico error se habían olvidado de él) es encargado de abrir el capítulo para seguir instalando esa idea de que el peligro son ellos mismos, que la gente de Alexandría se equivocó al dejarlos entrar (los protagonistas están pasando de héroes a ser los villanos de la historia, tal cual expresamos la semana pasada acá).

Algo no anda bien con el cura, un hombre que nunca llegó a considerarse parte de ese grupo capaz de cualquier cosa por sobrevivir, los juzga pero bien que se aprovechó de ellos para seguir vivo. Romper la Biblia de rabia porque le dejaron un plato de frutas va a ser otra señal más en el camino a que todo se vaya por la borda y la paz desaparezca.

Por su parte Rick en su trabajo de sheriff se encontrará con Jessie (le tiene unas ganas que no se puede creer) a quien le destruyeron la estatua del búho (alguien con buen gusto en Alexandria, gran noticia). Algo va a pasar, la tensión es silenciosa pero latente.

Mientras tanto Noah rompe la regla básica que ningún personaje en una serie o película de terror (se supone The Walking Dead es eso) debe romper si quiere mantenerse con vida: hacer planes a futuro y contarlo a viva voz. Lo lamentamos querido Noah.

El muchacho de color (ya van a empezar otra vez con que la serie es racista) saldrá en una misión en busca del chip para la red eléctrica. Junto a Glenn, Tara, Eugene y dos de la comunidad (Aiden y Nicholas) viajarán al ritmo de una horrorosa música electrónica que seguramente ahuyenta hasta los zombies.

En la excursión “los nuevos” comienzan a hacerle caso a Glenn, y otro grupito obedece a Abraham (Michael Cudlitz). Este no se reconoce limpio frente al espejo pero encuentra su verdadero ser acribillando muertos vivos, fantástica la construcción del carácter de los personajes que están llevando a cabo.

Los fuertes, los sobrevivientes, van dejando su huella frente a los débiles de Alexandria que ni Dios sabe cómo han sobrevivido hasta ahora siendo tan inútiles.

Pero las cosas saldrán mal y el cobarde Eugene demostrará su valor y lo unido que ese grupo está. Aiden le dispara a un caminante que llevaba una granada y -pese a la advertencia de Glenn- la bomba estalla y todo se va al diablo.

Los que pedían a gritos gore ahora lo tienen. Aiden queda empalado y aunque intentan salvarlo será comida de zombie en una escena realmente asquerosa (no tanto como la que los realizadores se guardan para el final).

En la tranquila Alexandría ocurren dos visitas:

-Carol recibe al niño Sam que parece no haber escarmentado ante el horror de amenaza recibida por esa perra fría en Forget. Quiere más galletitas aunque en realidad está escapando de un hogar problemático. Carol en vez de darle cariño lo insta a que robe chocolates y se da cuenta no sólo de que fue quien rompió la escultura, sino también que el padre del pibe los golpea a él y a su madre. Nadie tan experta como ella para leer ese tipo de señales. La que le espera al hombre.

-Ese tipo, Pete, lleva cervezas para compartir con Rick pues quiere ser su amigo. Patrañas: la tensión entre ambos se siente a la legua. Nunca podrán ser amigos y el triángulo novelesco crece y crece. No sabe dónde se metió.

En el almacén, los zombies tienen a los vivos acorralados. Antes de morir Aiden confiesa que el grupito que había muerto (por el que tenían al zombie con quien se divertían unos episodios atrás) no la contó por culpa de él y de Nicholas: los que tuvieron miedo fueron ellos y la pagaron los demás. Y la cobardía de Nicholas va a causar otro duro golpe para nuestra selección de héroes/villanos.

¡No firmes con CBS!

La rueda de apuestas sobre quién sería el próximo en morir la venía ganando Noah por una simple razón: Tyler James Williams firmó contrato para el spin-off de Criminal Minds que prepara CBS. Y cuando un pase de estas características se da es porque dónde estabas te dejaron sin trabajo.

Glenn, Nicholas y el negrito quedan atrapados en una puerta giratoria asestada de zombies de la que es imposible escapar. Recibirán una ayuda inesperada cuando Eugene toma fuerzas y se lleva a Tara malherida al tiempo que atrae hacia la camioneta a los zombies con la música (para algo tenía que servir ser tan insoportable, los zombies seguro la siguen para apagarla) dándoles así una oportunidad a los 3 encerrados. Pero Nicholas nuevamente actúa mal y al escapar la pagará Noah que es mordido y destrozado de una manera espantosa (es sin dudas una de las muertes más horribles de un “protagonista”) ante la mirada atónita de Glenn.

Vas a tener que matarlo

El panorama pinta negro: Glenn deberá regresar a Alexandría sin el hijo de Deanna; Carol y Rick sólo tienen en mente matar a Pete (es la única solución que se les ocurre en este nuevo rol oscuro que juegan) y Gabriel retoma protagonismo al final cuando le dice a la líder (Maggie escucha sigilosa la charla) que cometió un terrible error al dejar entrar a Rick y su gente porque tarde o temprano van a destruir esa ciudad idílica que construyó. Los personajes se están sintiendo demasiado cómodos en el lugar y está bien que los demás empiecen a notarlo.

Dos episodios nos separan del final de temporada y, de no arruinarlos, estaremos libres de dudas para afirmar que The Walking Dead encontró finalmente su rumbo, su tono y su lógica interna a fuerza de muerte, giros y crecimiento de personajes que nunca pensamos podrían darse. El cielo para la serie, el infierno para Alexandría que parece ser tiene los días contados.

 

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