American Crime Temporada 2, la serie necesaria

¿Cómo calificar a una serie cuándo la cuestión va más allá del simple “mirala pues es buenísima”? Eso ocurre con American Crime Temporada 2 que emite AXN Latinoamérica después de una primera temporada de visión obligatoria. Podrá no ser para el público masivo, podrá perder espectadores en su buscada (y tan bien lograda) lentitud, pero el show de John Ridley apunta a algo mayor que mero entretenimiento: es denuncia social, es un intento por abrir los ojos del espectador interpelándolo como pocas veces una ficción televisiva ha conseguido hacer.

Benditas sean las antologías o series limitadas.

American Crime pertenece a este grupo que cambia de historia y elenco año tras año, permitiendo redondear, limitar y acotarse a lo que quieren contar sin perderse en temporadas de estires y giros innecesarios. La temporada 1 (de la que hablamos ACA) se centró en el crimen de un joven veterano de guerra y las ramificaciones surgidas al abrir el abanico de sospechosos (que incluyen latinos y afroamericanos) dejando en evidencia la intolerancia y prejuicios presentes en cada habitante del país del norte.

En esta segunda entrega la serie repite gran parte del cast para contarnos otra historia que (al igual que la primera) se convierte en espejo de la compleja sociedad y trata de analizar nuestros comportamientos cuando hablamos de religión, raza o sexo. American Crime presenta un conflicto (un crimen, haciéndole honor al título) y luego no se preocupa por el ¿quién fue? sino que intenta entender el ¿por qué?, aunque para ello deba desnudar los costados más oscuros de cada uno de sus personajes.

American Crime Temporada 2: vengo a denunciar a una violación

El punto de inicio es la aparición pública de unas fotos en las que se ve al joven Taylor (Connor Jessup) totalmente fuera de sí, tras una fiesta con sus compañeros del elitista colegio al cual pertenecen. Lo que podría ser una broma estudiantil pasa a mayores cuando Taylor cuenta que en esa fiesta fue violado por su amigo Eric (Joey Pollari). De allí en adelante la serie explora todos los intereses en juego cuando un colegio de lujo, padres y alumnos tratan de defender lo suyo.

El resultado es un retrato incomodísimo de la sociedad actual y no solo de la norteamericana, pues es fácilmente aplicable a cualquier país del mundo cambiando nacionalidades o sellos particulares a cada protagonista.

Tabúes, discriminación sea por color de piel o elección sexual, sistemas educativos en crisis, violencia, abusos y hasta los peligros de internet son expuestos sin juzgar a los involucrados. American Crime Temporada 2 va presentando la mirada de cada uno de esos seres, donde en realidad ninguno es completamente inocente o está libre de errores. El gran mérito del show es preguntarte ¿y vos qué hubieras hecho si…? poniéndote en el lugar de supuestas víctimas y supuestos culpables. Repito: no esperen la resolución cerrada del caso, aquí estamos ante un ejercicio emocional y reflexivo que no deja a nadie inmune.

Se repiten figuras en roles completamente diferentes a los que interpretaron durante la primera entrega. Felicity Huffman, Lili Taylor, Timothy Hutton, Regina King, Elvis Nolasco (PUEDEN LEER NUESTRA ENTREVISTA CON EL, AQUI), entre otros, se ponen al servicio de personajes diseñados a la perfección en sus complejidades y contradicciones. Los jóvenes del elenco (Jessup y Pollari son dos de las grandes revelaciones del año) entregan una representación de los adolescentes que es de lo más certero visto en pantalla chica.

Hay algo de The Wire en cómo Ridley muestra a estos habitantes de Indianapolis. Hay silencios, hay cosas que no se dicen, fachadas, tensión ante cada posible reacción. Y habiendo resistido a las bajas audiencias de la primera temporada (si, es un producto muy difícil de ver) el realizador sube la apuesta y logra crear un ambiente aun más opresivo y angustiante.

American Crime Temporada 2 es una serie tan necesaria e inteligente que debería emitirse en los colegios como muestra de las consecuencias de la discriminación, de la visión sesgada, de la intimidación, el bullying, la hipocresía y de no aceptar al otro tal como es. Una serie provocadora, sin sentimentalismos, dura y por ello destinada a una audiencia minoritaria, porque bien sabemos que cuantas más verdades te tiran en la cara más ganas te dan de mirar para otro lado.