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RECAP: House of Cards 3×01, lo difícil de mantenerse en la cima

House of Cards 3×01 marca el regreso a Netflix de Francis Underwood (Kevin Spacey) convertido ahora en Presidente de Estados Unidos. Tras artimañas políticas de todo calibre y maniobras siniestras que no escatimaron en matar con fin de ascender y trepar a la cima del poder, Francis tendrá una misión tanto o más difícil que haber llegado donde está: mantenerse allí.

House of Cards 3×01: Capítulo 27

Suponemos que ya viste el capítulo, si no lo hiciste ¿Qué hacés acá?

La caravana presidencial llega a un cementerio y nuestros latidos se aceleran ¿Está Doug muerto? El final de la segunda temporada nos dejó con un futuro incierto para el personaje interpretado por Michael Kelly: fue molido a golpes en manos de Rachel (el vínculo con la muerte de Peter Russo, de quien hace tiempo debería haberse encargado si no se hubiese enamorado de ella). Pero no, la tumba que visita Frank es la de su padre y allí sucede eso que extrañábamos tanto: mira a cámara y habla directamente a nosotros, seres que amamos al asesino, traicionero y seductor hombre embriagado de poder.

Está allí para humanizar su figura (porque debes ser un poquito humano cuando eres presidente) aunque no dudará en orinar sobre la lápida en otra muestra de odio y visceralidad.

Ya sobre los créditos vemos el nombre de Kelly y nos vuelve el arma al cuerpo. Es Doug quien aparecerá tras la secuencia de títulos y su recuperación va a ser el motor para mostrarnos lo sucedido en este tiempo que estuvo ausente (y el nuestro sin la serie, claro).

Doug quedó gravemente herido y -a manera de flashback- presenciaremos su pelea por sobrevivir mientras en los monitores de TV ocurre la otra gran batalla: Francis y Claire (Robin Wright) han llegado a esa meta que los llevó a cometer todo tipo de actos atroces (dos muertes con manos propias tiene en su haber el presidente del país más poderoso del mundo) pero los primeros meses no vienen siendo demasiado fáciles. Demócratas y Republicanos le hacen la vida imposible, su imagen se ha caído por el piso, el pueblo norteamericano casi que ni lo aprueba.

En ese contexto Francis quiere (necesita) un acierto y piensa encontrarlo en un ambicioso plan de empleo, pero hasta Stephen Colbert se le ríe en la cara al ser invitado a The Colbert Report (¿es nuestra propia realidad quien hace que sea tan extraño ver a un presidente sentado en un show televisivo?)

Claire por su parte quiere ser embajadora de la ONU y así adquirir la experiencia requerida para, algún día, aspirar a un cargo más importante. Quiere lo que se le prometió: entregó la vida al lado de su esposo con fin de llegar a la Casa Blanca, y ahora que están ahí exige su premio, su botín, eso que le haga sentir que todo valió la pena. Sabemos que esto va a generar uno de los conflictos centrales de la tercera temporada, porque Frank no ve que sea momento adecuado anunciarlo con el caldeado clima político alrededor y ella siente que él no quiere darle lo que sabe se merece. Sola contribuye a resquebrajar la relación pues duda que su esposo pueda llegar a ser elegido en 2016 y debería ser ella la que se prepare para estar ahí cuando suceda. Definitivamente los roces van a aparecer y no tenemos idea dónde puede terminar todo.

Doug es la figura del episodio: su tiempo en coma y rehabilitación hasta andar al fin por sus propios medios (aunque con secuelas tanto motrices como mentales) guiarán el pulso del capítulo escrito por el propio creador del show Beau Willimon y dirigido por John David Coles (a cargo antes de otros tres episodios de la serie, uno de ellos Capítulo 24 con la ya célebre escena del trío entre el matrimonio y el chofer). Stamper cree ser lo que la imágen del presidente necesita, a fin de cuentas nadie ha contribuido tanto como él para que lleguen donde llegaron.

Siguiendo el consejo de Claire (mente maestra y oscura como la de su marido) mentirá sobre el accidente y nada se mencionará de la prostituta que lo golpeó hasta casi matarlo. Claire sabe la verdad y, aunque nunca se nos mostró una charla que confirme esté al tanto de los asesinatos cometidos por Frank, queda a las claras que no hay secretos entre la pareja.

Pero Doug no está listo para regresar, o al menos así piensa Francis. El encuentro entre ambos personajes marcará el final del flashback y será origen de una nueva recaída para el maquiavélico asistente: los intentos de disculpas por no haber manejado a Rachel como debía no surtirán efecto (ni haber ido todo quebrado a la reunión), Frank lo manda a casa a cuidarse y sabemos que un hombre solitario como él y dedicado íntegramente al trabajo sentirá el vacío de no tenerlo: se enfiesta con una prostituta y cae en esa vieja adicción al alcohol que pensaba superada. La sombra de Peter Russo cubre por un instante nuestras mentes.

La búsqueda de Rachel no cesará, obvio. Antes el hacker Gavin (Jimmi Simpson) se había reunido con Doug para confirmar que no hay pistas aun de esa muchacha que pobre de ella cuando la encuentren (mientras tanto Rachel Brosnahan –si, en la vida real también se llama Rachel- protagoniza la serie Manhattan y su ascenso se confirma con papeles en shows tan dispares como Olive Kitteridge y The Blacklist).

House of Cards 3×11 nos inmiscuirá en el proceso para aprobar el programa “América Trabaja” a cualquier precio y rodando la cabeza del que se interponga, nos mostrará que el vicepresidente que secunda a Francis es nada menos que Donald Blythe (Reed Birney) el otrora escollo en la reforma educativa y que molestaba menos en este rol que tenerlo enfrentado, y también nos introducirá en la búsqueda del terrorista Abdullah.

En una escena en la que sólo falta Carrie Mathison para sentirnos dentro de Homeland, Frank debe decidir la captura que puede costar muchas vidas inocentes. Carrie (Claire Danes) ya vimos no dudó en disparar el drone que movió la trama de la cuarta temporada, mirá si Frank iba a quedar un escalón abajo de ella: ordena atacar sin tener certeza de qué vehículo ocupa el hombre y encima llevó a su esposa de testigo para enrostrarle el verdadero poder de su trabajo, una labor mucho mayor que ambiciones de llegar a la ONU. Pero a ella, como a él, nada le afecta y se mantiene firme en su decisión.

Las cartas están sobre la mesa, el primer episodio prepara el terreno y deja a los jugadores listos con el ego más exacerbado que nunca, las confrontaciones están a la vista y el poder ha empezado a resquebrajarse: sabemos aquello que los protagonistas son capaces de hacer para evitarlo, pero a dónde puede llegar el drama si la guerra estalla entre el cínico y ambicioso matrimonio es un misterio con forma de tremenda tormenta que se avecina amenazando destruir todo a su paso. House of Cards ha vuelto a lo grande.

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