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Críticas

Dóberman (REVIEW)

La ópera prima como directora de Azul Lombardía, Dóberman, plantea un microuniverso femenino en estado de ebullición.

Desbordadas

Históricamente, el cine argentino era territorio masculino. Sus directoras eran contadas con los dedos de una mano, y salvo una figura como la de María Luisa Bemberg el resto no llegó a alcanzar notoriedad.

Recién iniciado el Siglo XXI comenzó a cambiar este paradigma, con la camada del Nuevo Cine Argentino iniciada en aquella mítica Historias Breves que vio surgir, por ejemplo, a Lucrecia Martel.

Por consiguiente, antes, las historias de preponderancia femenina eran encaradas bajo la mirada masculina.

En los últimos años, acompañando los cambios sociales/coyunturales respecto al rol de la mujer, el cine tomó nota relatando universos con impronta o exclusividad femenina, bajo la mirada de congéneres.

El estreno de Dóberman surge en este contexto. No escapa a una realidad en la cual la mujer está siendo considerada bajo otra óptica social.

En 2013, Azul Lombardía (hasta entonces conocida como actriz) presentaba una obra de teatro para dos intérpretes mujeres, Dóberman; esta misma es la que ahora es llevada a la pantalla grande con algunos agregados. El principal cambio está dado en su inicio, en el que se nos presenta a un tercer personaje, también femenino, y con características diferentes a los dos que ya conocíamos, por lo cual podríamos hablar de expansión.

En Dóberman las mujeres no solo tienen el control absoluto: se nos presentan a modo de catarsis convulsiva. Más que al borde del ataque de nervios, sobrepasadas.

Esas mujeres

Interior de una casa en un pueblo chico; mejor dicho, la cocina comedor de la misma. La dueña de casa, Mercedes (Mónica Raiola) habla por teléfono con una amiga/vecina (Andrea Strenitz),y ya podemos presentir el clima que se respirará en toda la película.

Son mujeres hablando con complicidad, con sus códigos, fervorosas, hablando de lo que hay que hablar.

También podemos notar una búsqueda en un lenguaje de los cuerpos por parte de Lombardía. En bombachas, o en ropa interior, sin necesidad de mostrarse esculturales. Una habla mientras se produce, la otra piensa en preparar la comida para su familia ausente.

Luego de esa charla, alguien llega a casa de Mercedes, es Mirna (Maruja Bustamente), una vecina con la excusa de preguntar algo antes de tiempo.

Claramente Mirna está bajo efectos de psicofármacos, ralentiza, divaga, no es concreta; pero es persistente en no irse.

A pura fuerza de voluntad ingresa puertas adentro del hogar, y ahí comienza a descubrirse un diálogo que irá subiendo de temperatura, con otras intenciones vislumbrándose.

Dóberman plantea tres diálogos, o dos con uno desdoblado en dos instancias. Sabiendo que proviene del mundo de la dramaturgia, Lombardía no se esfuerza en ocultar este origen teatral. Y en verdad esa termina siendo una buena estrategia.

Hay apenas algo de aireado cuando el diálogo entre Mercedes y Mirna se lleve a cabo en el porche de la casa antes de ingresar. El resto será solo una locación y el baño de la amiga que se mira al espejo luego de bañarse.

En este sentido, la cámara en lugar de buscar airear, busca detalles, se posa sobre objetos, gestos, encuadres, y ahí es donde encuentra su sentido cinematográfico. Pero siempre, siempre, serán los diálogos quienes lleven la delantera.

Dóberman: Infierno grande

El de Dóberman es un universo femenino, pero también de pueblo chico en el que todos se conocen y saben sus secretos. No hace fata que se vea como zona rural, es un lugar alejado de la distante urbe.

Estas mujeres, entre chusmerío y chusmerío van develando sus velos, y ahí aparece un nombre clave, Claudio, el hombre siempre nombrado, pero nunca mostrado; el hombre en segundo plano como objeto.

En verdad, metafórica y literalmente, son las mujeres quienes llevan los calzoncillos y más que el hombre. El centro es el lugar, el rol que se ocupa en el pueblo, “la fama”. Dóberman nunca concede al cliché de la gran mujer detrás del hombre.

Con tres actos bien marcados, en el tercero la tapa de la olla volará por los aires y se aguarda el estallido.

Raiola, Bustamente y Strenitz se sacan chispas, lucen aceitadas; las dos primeras sobresalen por un mayor tiempo en pantalla y porque ya poseen la química de repasar el texto en conjunto desde hace años.

Mercedes es una mujer desbocada, tan febril como ese tuco que empieza a cocinar cuando llega a Mirna y pronto va a hervir; es una ama de casa que dirige la batuta. Raiola le pone cuerpo y personalidad, fuerza e ímpetu.

Bustamente aprovecha las posibilidades que le da su personaje medicado, y compone una criatura con matices; tierna a la vez que peligrosa; exasperante.

Lombardía maneja la tensión con mucho pulso, y así, el asunto nunca decae, siempre tiene en claro los objetivos. Sabiéndola también creadora de la serie de TV Según Roxy, en Lombardía hallamos a una aguda observadora del mundo de sus pares.

Dóberman es una película que se agranda en su formato pequeño, teatral, de diálogos sobre la nada y sobre mucho. Mantiene la atención constante a la espera de ese personaje que le dé sentido al título.


[imdb]https://www.imdb.com/title/tt10146204/?ref_=nm_flmg_dr_1[/imdb]

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Dóberman
Conclusión
Adaptación de la obra teatral homónima, Dóberman, de Azúl Lombardía, es una puesta sobre tres mujeres atravesadas por su género, y por el fervor de esa tarde soleada en la que todo puede estallar.
Nota de lectores2 Votos
86
80
Total

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