Críticas
REVIEW: Everest
Melodrama y cine catástrofe en las medidas justas.
La Montaña Sagrada
Escalar el Monte Everest es el reto máximo para cualquier aficionado al alpinismo. Las razones para hacerlo son tan diversas como personales, pero todos los que están dispuestos a intentarlo tienen una cosa en común: saben que están poniendo en riesgo su propia vida; y los cientos de cuerpos que todavía se encuentran congelados en sus laderas dan prueba de ello.
Everest es una de esas películas de cine catástrofe donde los propios protagonistas lentamente comienzan a cavar su propia tumba. A diferencia de otros recientes exponentes más pochocleros del género como En el Tornado o Terremoto: La Falla de San Andreas, aquí son los propios personajes quienes caminan directo hacía su destino. Claro que ellos no lo saben y eso hace que rápidamente empaticemos. Esto ayuda a un guión que poco desarrolla el trasfondo de cada uno de sus personajes, si bien es lógico dado la cantidad de actores reconocidos que hay en el film: Everest solo hace lo suficiente solo con un puñado de ellos, y nos deja con ganas de ver más a gente como Emily Watson, Jake Gyllenhaal, Robin Wright o John Hawkes, quien por lejos tiene el mejor personaje de la película. Son mayormente Jason Clarke y Josh Brolin quienes llevan la cinta hacia adelante, ambos con interpretaciones justas y medidas que no llegan en lo sentimentaloide. Esto también gracias al director Baltasar Kormákur, que logra huirle con éxito al golpe bajo la mayor parte del tiempo.
Vale aclarar que si entran esperando una aventura plagada de acción como lo fue Límite Vertical de Martin Campbell o más atrás en el tiempo una producción del “Maestro del cine catástrofe” Irwin Allen, es probable que salgan decepcionados. Everest es una drama de supervivencia, casi un melodrama. Que se toma su tiempo para ponerse en marcha y donde la lucha por mantenerse con vida en este ambiente tan hostil se entremezcla con escenas en las que se acentúan los lazos familiares de sus protagonistas. Pero al menos, como ya se mencionó antes, Kormákur encuentra el momento justo en el que cortar y pasar a otra escena.
Más allá de esto, la película no escatima en escenas épicas y espectaculares, con efectos especiales y una edición de sonido impecable, y que alcanza su pico máximo en el tercer acto, cuando se vuelve una verdadera experiencia sensorial y visceral. Pero es durante ese tiempo cuando la película vuelve a sufrir del síndrome de los elencos grandes, deteniéndose muy poco en los personajes que comienzan a caer como moscas y donde al estar cubiertos de pies a cabeza con equipo de montaña, se hace difícil diferenciar quién es quién.
[imdb]https://www.imdb.com/title/tt2719848/[/imdb]