REVIEW: The Ranch

En los años 90 quizás nos reíamos

The Ranch forma parte del intento de Netflix por acaparar todos los sectores demográficos posibles. La elección de proyectos basándose en diferentes estudios de mercado concluyó en que les faltaba este tipo de show propio de la televisión abierta norteamericana. A CBS le perdonaríamos una comedia que parece salida de un sarcófago, a Netflix no.

The Ranch: apuesta fallida por la nostalgia

Entendemos lo que quisieron hacer: recuperar el espíritu de las sitcoms noventosas. La pregunta es ¿para qué? El formato multi-cámara ya hace agua en las grandes cadenas, por lo tanto esperábamos que el gigante del streaming le dé un lavado de cara o (como mínimo) alguna vuelta interesante. No ocurrió. The Ranch podría tranquilamente ser una vieja serie de 1998 que Netflix decide agregar a su catálogo 2016.

El peor pecado no es apostar a la nostalgia: es ser muy poco graciosa y sufrir de una grave falta de ritmo que en 10 episodios jamás llega a corregirse. El argumento es simple: Colt (Ashton Kutcher) vuelve al hogar tras largos años de ausencia y debe restablecer la perdida relación con su familia. Volver a ocuparse del rancho familiar generará todo tipo de roces, los choques de caracteres tendrían que dar lugar a las carcajadas. ¿Sucedió? Claro que no (o muy espaciadamente, para no ser tan lapidario).

Los chistes tardan en llegar y hasta en demasiadas ocasiones son fácilmente adivinables por el espectador que ya vio esto tantas veces antes. Por ejemplo: personaje 1 rompe puerta y el único testigo es un perro. Lo mira y le dice:

Ambos lo vimos, fue Colt (Risas enlatadas)

Entra un segundo personaje y menciona que la puerta está rota. No hace falta ser un guionista experimentado para adelantar el chiste que sigue, donde el personaje 1 responderá:

“Fue Colt” (risas)

Eso ocurre en el episodio final y el problema es que todo el tiempo la escritura de la serie deja adivinar los gags, provocando que nuestra risa cómplice ceda paso al tedio.

Predecible, anticuada, escrita sin intención de sorprender. Lo que el show quiere usar a su favor es algo que tampoco funciona: ser de Netflix, poder hacer humor sin restricciones y hasta mostrar el trasero desnudo del protagonista (pueden ahorrar tiempo yendo directamente al capítulo 5). Los chistes subidos de tono o sexuales aparecen queriendo ser novedosos como si olvidasen que ya vimos Two and a Half Men, quien desde la tv de aire subió la apuesta respecto a las blancas comedias de este estilo (encima ambas son producidas por Don Reo y Jim Patterson).

No ayuda la mezcla de secuencias dramáticas o las intenciones de generar moralina familiar que otras comedias saben lograr con mayor naturalidad. Aquí sacan de clima, se extienden más de lo necesario y en los eternos minutos que dura cada episodio (más de 30) hacen que no terminen de explicar qué diablos estamos viendo.

Cómo desaprovechar un buen elenco

Kutcher no es santo de mi devoción pero en algunos (pocos) trabajos demostró que puede ser buen comediante si el guión lo acompaña. No estamos en ese caso. La química con su hermano en la ficción Danny Masterson, tras largos años compartidos en That ’70s Show, salva muchas ocasiones (la mayoría de las veces gracias al trabajo de Danny) pero se siente desperdiciada ante tanto cliché y situación forzada.

La 3 veces nominada al Oscar Debra Winger y Sam Elliott completan el clan familiar. Elliott se luce con su gruñon patriarca que le sienta como anillo al dedo mientras Winger queda relegada a unas pocas líneas siempre en función de la extraña relación con su marido.

Punto a favor para la incursión de Elisha Cuthbert (24, Happy Endings) como la novia de la adolescencia de Colt.

Conclusión

Añeja, sin estilo, falta de timing hasta con el recurso de las risas grabadas (parecen puestas a destiempo). Eso es The Ranch, que se salva del desastre total por un solvente Masterson jugando a ser el hermano eclipsado por la vuelta del preferido (algo que hasta podría no ser ficción, pues en la realidad no estamos ante un caso tan diferente entre él y Kutcher) y algunos destellos aislados de ingenio que no alcanzan para justificar la estadía ante una serie que tiene continuidad asegurada (en Netflix no cancelan ni que los maten).

Bonus: llega en el peor momento, cuando el mismo Netflix colgó casi completa That ’70s Show. Aunque repetida es preferible verla una y otra vez antes que meterse con esta nueva propuesta, que justamente de nueva tiene absolutamente nada.

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