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Alta Peli

Virus: 32

Críticas

Virus 32 (REVIEW)

Los zombies invaden Montevideo en Virus 32.

El director uruguayo que generó terror con “La Casa Muda” (2010), “Dios Local” (2014) y “No dormirás” (2018) vuelve a las salas de cine. Crítica, a continuación.

Virus 32

En Montevideo se propaga un virus, causando que quienes sean infectados se transformen en una especie de zombies que tratan de asesinar a los todavía no contagiados. Iris (Paula Silva) no está enterada de la situación y concurre a su trabajo de guardia de seguridad en un club deportivo como si fuese un día típico, con la excepción de que se ve obligada a llevar con ella a su hija, Tata (Pilar García), tras haber olvidado que era su turno de cuidarla.

Iris le pide a su hija que la espere en un sector del lugar mientras ella lo recorre y revisa las cámaras de seguridad. Están separadas cuando notan que comienzan a ingresar infectados. Iris debe encontrar la manera de llegar a Tata dentro del extenso y oscuro club: para lograrlo tiene que atravesar zonas peligrosas y enfrentar ataques aterradores.

Virus 32

Virus: 32 presenta un planteo poco original, tan solo hay una epidemia zombie y sus protagonistas intentar sobrevivirla. Sin embargo, lo que la hace interesante es que está situada en Montevideo: no es producto de una superproducción de Hollywood, es una co-producción uruguaya-argentina. El ambiente en sí de Uruguay genera una sensación de novedad e intriga en el desarrollo de la película.

Destaca además el trabajo de su director, Gustavo Hernández, quien vuelve a demostrar habilidad para el uso del plano secuencia. La ópera prima de Hernández, La Casa Muda (2010), ya había sobresalido en el Festival de Cannes utilizando esta técnica y extendiendo el mismo plano durante todo el film. Su utilización en la primera escena de Virus 32 resulta en un virtuoso inicio, poniéndonos en contexto, introduciendo ya indicios de lo que se viene con el virus y presentando adecuadamente a los personajes principales.

La apariencia lograda con los infectados es extraordinaria, realmente nos hacen creer el virus. Ellos son peculiares, pues no comen a sus víctimas ni tampoco son lentos o torpes como acostumbramos ver en producciones norteamericanas. Su único objetivo es matar a quienes están sanos y lo hacen con gran destreza, provocando aún más tensión cuando Iris debe escapar de ellos.

Otra característica particular de estos zombies es que, luego de atacar a alguien, dejan de “funcionar” por 32 segundos (se quedan casi inmóviles). Si bien es algo que cambia las dinámicas del género, la falla reside en que la protagonista lo aprende demasiado rápido y se siente un poco forzoso. No se espera a que ella lo descubra en sus propios enfrentamientos con ellos, sino que lo hace fácil y temprano simplemente observando la cámara de seguridad.

Del mismo modo, otro factor intrigante como es la historia familiar de Iris y Tata, se siente desaprovechado: momentos dramáticos que para la protagonista son trágicos y de profundo dolor, aparecen de forma apresurada, pasando sin más a lo siguiente. De todas formas, Paula Silva como Iris es una notable protagonista, la empatía con ella se logra idóneamente.

No se puede dejar pasar algo que está clarísimo: la fotografía y el color se roban el show. Fermín Torres, el director de fotografía, le da a Virus 32 una excelente cohesión y una estética que complementa muy bien el suspenso en cada escena. Consigue que sean visualmente placenteras, entregando algunas memorables (como las bengalas naranjas inundando la pileta vacía).

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Virus 32 (REVIEW)
Conclusión
Virus 32 no decepciona. No intenta ir más allá de lo que promete y como film de terror logra su propósito. Es grato que películas latinoamericanas de este estilo lleguen a nuestras salas de cines.
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