Cinco series que decepcionaron

Ya les hablamos de algunas “series a las que ni acercarse”, ahora vamos con otras que si las pasan de largo estoy seguro se hacen un favor. Son producciones que llegaron con el hype bastante alto por lo que la decepción es doble.

A las siguientes 5 series se cansaron de promocionarlas, las vendieron como si estuviese llegando algo que lo cambiaría todo y nos dejarían con la boca abierta pidiendo más. Pero no lo lograron.

El denominador común: aburrimiento

Series que decepcionaron

Crossbones

Los piratas de la Tv de aire venían retrasando su estreno por diferentes motivos desde 2012 hasta que la llegada de Black Sails –con quien comparten gran parte de argumento- en Starz los apuró a mostrarla de una vez por todas. Y que hayan tardado tanta en estrenarla (y en viernes, el día muerto de la tv americana) no era una buena señal.

La historia se centra en el mítico Barbanegra (John Malkovich) y en su rival Tom Lowe (Richard Coyle), que es enviado para ejecutarlo.

Lo único destacable es Malcovich (¿alguien hubiese gastado una hora de su vida si no estaba su nombre?) pero incluso él suena exagerado y poco creíble en su rol. No es que el tipo sea mal actor –probado está- pero todo a su alrededor es tan soso que el trabajo del protagonista choca.

Es imposible no comparar esta serie con su competidora de Starz que, si bien no es la serie por la cual volverse loco, al menos tiene una propuesta estética atrayente. En la serie de NBC (que en agosto estrena para Latinoamérica el canal Space) no la hay, al menos no una interesante. Todo es chato, aburrido de tan poco jugado.

Que el showrunner sea Neil Cross nos enoja más aun. No puede haber creado esa maravilla llamada Luther y ahora salir con esto. Olvidable desde el minuto 1.

Dominion

Viniendo de SyFy tampoco esperábamos una nueva Breaking Bad, pero el canal viene sorprendiendo con propuestas como Helix que más allá de sus deslices se convirtió en una buena opción para pasar el rato. No creíamos que podrían salirse con semejante despropósito.

La historia se sitúa 25 años después de la “guerra de la extinción” donde un ejército de ángeles (tras la desaparición de Dios ¿?) le declaró la guerra a la humanidad y la diezmó. En ese futuro post-apocalíptico los habitantes de ciudad Vega (fundada en las ruinas de Las Vegas) luchan por sobrevivir ayudados por el ángel Miguel (Tom Wisdom) que traicionó a los suyos para salvar a los humanos.

Si vieron la película Legion (con Paul Bettany y Dennis Quaid en el año 2010) todo esto les resultará conocido. Es que a serie intenta ser una continuación de aquella historia, de hecho el director del film Scott Stewart es guionista de la serie y dirige el episodio piloto.

Pero si bien la peli no es Citizen Ken (ni soñando) al menos contaba con un presupuesto digno. Acá todo es tan trucho que da pena. Actuaciones pésimas, diálogos que no se pueden creer, efectos especiales propios de 1980, eso es lo que encontramos en Dominion, imposible pasar del primer episodio.

Un argumento donde cada cliffhanger (además de verse venir 20 minutos antes) da risa, y que llama “Bola Ocho” a los enemigos ángeles de menor rango, no merece que perdamos ni 10 minutos en ella. No vale ni como consumo irónico, amigos. Y si “el salvador”, “el elegido” o como quieran llamarlo es ese que presenta el show (Christopher Egan), la humanidad merece una lenta y dolorosa muerte. Neo, perdónalos, no saben lo que hacen.

Lo único bueno: las duchas mixtas. Ups, me avisan por cucaracha que está afanado de Invasión (Starship Troopers – 1997) de Paul Verhoeven. Ni eso.

No le está yendo mal en cuanto a audiencias por lo que seguramente habrá serie para largo. Allá ellos.

Fleming, The Man Who Would Be Bond

Tengo una idea para una novela. La historia de espías para acabar con todas las historias de espías. Un héroe, un amante, un salvaje.

Ian Fleming es el hombre que creará al espía más famoso de la historia: Bond, James Bond. Dicen los que saben que las andanzas del agente 007 están inspiradas en propias vivencias del autor y de las experiencias recopiladas durante sus labores para el servicio secreto del Reino Unido en la segunda guerra mundial. La serie intenta retratar ello, su vida, y como lo influenciaron esos sucesos previos para que el hombre escribiera la novela que le daría fama mundial.

El formato elegido para contarlo es el de miniserie en 4 capítulos. Sólo 4 episodios que parecen 20 de tan repetitivos y aburridos. Fleming es interpretado por Dominic Cooper (Capitán América, Mamma Mia, etc) y lo hace dignamente, el problema no se halla en el elenco ni el presupuesto que, si bien dista mucho del de las biopics a las que nos acostumbró el cine, permite a la serie salir parada dignamente.

La falla principal aparece en la manera de contar la historia. El eje es la relación amorosa de Ian con Ann (Laura Pulver, la Irene Adler en la serie Sherlock), la tensión sexual entre ellos será motor durante los 4 episodios. Pero la primera escena del primer capítulo los muestra juntos, felices, crecidos y en pareja, para luego ir el tiempo atrás a ver los inicios de todo. O no me develes el secreto de entrada o no juegues todo el tiempo a crear tensión entre los dos cuando ya sabemos cómo termina. Y eso no es todo: las tácticas que el hombre aprendió para después volcarlas en su personaje apenas aparecen. Sobre el final es como que se acordaron que había que ponerlas y aparecen todas de golpe.

El intentar trazar paralelismos entre el creador y su creación (las mujeres, el peligro) es tan poco sutil que cansa.

The Last Ship

Tenía que ser Michael Bay. Todos, pero todos, los clichés del heroísmo norteamericano puestos al servicio de una historia post-apocalíptica de esas que parece hay que dejar de hacer, o al menos de ver, por los próximos 10 años.

Un virus ha terminado con la mayor parte de la humanidad mientras en un barco viajan un grupo de sobrevivientes que intentarán sobrevivir al tiempo que buscan una cura.

Me reconozco fan de las historias de catástrofes y fin del mundo y les diría que hasta cuando mas malas son, mejor; pero no Michael Bay, así no. El sello del creador de Transformers está presente: tiros, explosiones, muertos, corridas, todo junto y de golpe. Pero cuando se detiene la acción para ponerse a desarrollar la trama el barco es el Titanic y se hunde estrepitosamente.

Personajes estereotipados, actores de clase b, un traidor, los valores familiares aportando forzados momentos lacrimógenos, la historia romanticona, el bueno que sabemos se dará vuelta. Todo lo que ya vimos mil veces, de nuevo y mal hecho. Que sabiendo al realizador detrás uno tiene que imaginarse a lo que se expone, pero el punto de arranque no es malo como para que lo no-desarrollen tan mal.

A los fans de Bay tal vez les guste, a los que no se lo tragan les recomiendo fervientemente miren para otro lado que la oferta es grande y buena.

Halt And Catch Fire

Me duele horrores incluir esta serie aquí, pero es inevitable no sentirse un poco defraudado. Si bien dista años luz de las primeras que mencionamos, no ponerla acá es engañarlos: no hay nada más aburrido que la serie en la que participa nuestro Juan José Campanella.

La nueva apuesta de AMC cuenta la historia de 3 personas -un visionario, un frustrado ingeniero y una prodigio- que intentan desde una pequeña empresa construir una computadora portátil en pleno auge de la informática, en los años 80, y en pleno poderío de IBM.

Si bien tiene buenos momentos (sumado a un piloto que abría grandes expectativas sobre lo que podía llegar a venir) se cae a pedazos con personajes que en los 5 capítulos vistos (porque la sigo viendo, llámenme como quieran) no terminan de adquirir forma, de dejar claras sus motivaciones, de hacernos creer lo que hacen ni lo que se supone deben expresar.

El gran fallo es querer ser un Mad Men en la propia casa de la serie de Matthew Weiner y aún sin que nos hayamos despedido de aquella. Un Mad Men informático que se pierde en especificaciones técnicas que si quisiera saberlas me inscribiría en un curso de computación.

Lo que Don Draper y sus amigos hicieron con la publicidad, naturalizarla, usarla inteligentemente para hablar de otras cosas, Halt And Catch Fire no lo logra ni pareciese que se esforzara en intentarlo.

Mira, para probar la bios y el hardware a la velocidad a la que apuntamos necesitamos el 286 de 12 megahercios y medio. Pero solo tenemos el de 8. Y si overclockeamos el de ocho el chip se freira en segundos (…) Y mira esto, 3 circuitos de cuatro capas, esa es la nueva norma. Así que imagina un sistema invisible de metro con los electrones como trenes.

Esto es un diálogo (que me costó darle mil pausas a la reproducción) que dice uno de los personajes a ¡otros técnicos informáticos! ¿Con qué necesidad? La de explicarle al espectador (que mientras, se corta las uñas) la importancia de lo que están haciendo. Solamente logran que las líneas sean un plomazo y el tiempo se vaya en cosas que sólo provocan la erección de algún nerd computrónico. Si hasta The Big Bang Theory logra que la física sea entendible o al menos no deje afuera a nadie, aquí parece que esa clase se la perdieron.

Si, la serie habla de superación, de empeño, de perseguir un sueño. Pero la protagonista tiene que pasearse en corpiño en el laburo para ver si al menos con Mackenzie Davis medio en bolas los que están delante de la tele dejan de roncar y se despiertan.

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