RECAP: Better Call Saul 1×01, Saul Goodman is back

Better Call Saul estrenó su ansiado primer capítulo con el enorme peso en sus espaldas de tener que hacer honor a una de las más grandes series que ha dado la televisión en su larga vida. Estar a la altura de Breaking Bad no es tarea sencilla y visto el inicio (disponible ya en Netflix) recapitulemos y analicemos si colmó nuestras expectativas.

Better Call Saul 1×01: One

Suponemos que ya viste el capítulo, si no lo hiciste ¿Qué hacés acá?

¿Recuerdan la última aparición de Saul (Bob Odenkirk) en Breaking Bad? Fue en el anteúltimo capítulo, Granite State, expresándole a Walter (Bryan Cranston) su sumisión a que todo se fue al diablo y que la diversión se acabó. Ya no sería más abogado, de allí en adelante se ocuparía de ser el “Sr. Bajo Perfil” que –en el mejor de los escenarios posibles- se veía administrando un local en Omaha.

Bueno, su destino parece cumplirse porque allí arranca Better Call Saul en un ríspido (y brillante) blanco y negro, con Saul y su triste presente, manejando un localcito y rememorando en VHS lo que alguna vez supo ser. De ese hombre que sin escrúpulo alguno ayudó a ocultar la fortuna de Heisenberg ya no queda nada.

De allí flashback a unos seis años antes de los sucesos de Breaking Bad y nos encontramos frente a Jimmy McGill -Saul antes de llegar a ser Saul- un abogaducho de mala muerte al que todo le sale mal. Defiende adolescentes necrófilos por la miserable suma de 700 dólares, tiene un estudio (por llamarlo de alguna manera) que es un sucio y patético cuartito e intenta conseguir clientes que salen despavoridos ante ese hombre tan falto de confianza.

Gran parte del piloto se centra en presentarnos a este nuevo Saul y allí radica la fortaleza y la -en un principio- falla de la serie. A Saul ya lo conocemos si bien nos quieren hacer creer que no, y ante tanto empeño en mostrarnos su nueva (pasada) vida los personajes secundarios quedan desdibujados por completo. Apenas si llegamos a conocer a Chuck (Michael McKean) el hermano de Saul que tiene una extraña enfermedad que lo hace hipersensible a la energía electromagnética (por eso Saul debe dejar hasta su celular en la casilla del correo). Saul intentará comprar la participación de su hermano, también abogado, en un poderoso bufet que se niega a darle los millones que Jimmy cree le corresponden.

La primera mitad se hace un poco lenta (los segundos de Jonathan Banks con su Mike Ehrmantraut logran que olvidemos si nos estábamos aburriendo), pero la mano de Vince Gilligan en la dirección se nota en cada encuadre de esos que sólo Breaking Bad solía darnos y junto a la familiaridad del escenario consiguen atraparnos y mantenernos despiertos para la segunda mitad donde la magia estalla y el ritmo aparece.

Unos skaters que quisieron estafar al protagonista en esa racha de mala suerte presentada al inicio, van a prender la chispa del Saul que queremos, el de los planes ridículos pero efectivos y el de las trampas arriesgadas. Va a usar a los jóvenes para desplegar su talento y cuando las cosas salgan mal otra vez llegará la sorpresa que no esperábamos: Saul se encuentra frente a frente –arma mediante- con Tuco Salamanca (Raymond Cruz) uno de los primeros “malos” de Breaking Bad que ya sabemos como acaba (eso es lo bueno de los spin-off) y le da más fuerza al asunto.

Podrán decirme: ¿si quieren ser una serie por sí misma, tan rápido tienen que recurrir a personajes potentes de Breaking Bad? Lo que podría verse metido a la fuerza acá adquiere sentido y se ve como un paso necesario en la evolución de Jimmy a Saul. Hasta en eso aciertan.

Y así nos dejan con todas las ganas de ver el episodio dos. Porque el cambio de tono que Gilligan y Peter Gould le asestaron a Better Call Saul 1×01 respecto a la serie anterior (abiertamente más volcado aquí a la comedia, aunque el humor negro y cínico siempre estuvo presente en Breaking Bad) es tan firme y claro que nos convence de que es la mejor forma para que funcione este spin-off. Está la esencia, está el estilo visual, hay referencias, hay un universo claramente compartido, está Odenkirk entregado al cien por cien… pero es otra cosa, íntimamente relacionada con Breaking Bad, sí, pero con un sello que si lo saben mantener pueden hacer de Better Call Saul algo enorme.

Pánico le teníamos a esta serie por un simple motivo: los spin-off suelen salir muy mal (creo que pronto debemos ponernos a exponer casos donde se la dieron contra la pared) y atreverse a hacer uno desprendiéndose nada menos que del show más aclamado de la tele era una apuesta muy jugada.

Lo visto gustó pese a entrar con recelo y dispuesto a enfrentarme a otro fiasco, pero el primer capítulo de Better Call Saul deja a las claras que hay mucho potencial, mucha garra, muchas ideas dispuestas a hacer todo lo necesario para no defraudarnos.