RECAP: Better Call Saul 1×09, la verdad más dolorosa

Better Call Saul 1×09 podría tranquilamente funcionar como final de temporada, pero lo bueno es que aún queda un capítulo para cerrar el recorrido (por este año) de la precuela de Breaking Bad que tanto placer nos está generando. El episodio emociona y da respuestas ayudando a comprender la transformación de Jimmy McGill en Saul Goodman, y esa incógnita develada con forma de dolorosa traición no hace más que coronar a la serie como lo mejor que la pantalla chica trajo en lo que va de 2015.

Better Call Saul 1×09: Pimento

Suponemos que ya viste el capítulo, si no lo hiciste ¿Qué hacés acá?

Si vienen siguiendo los recaps semanales, recordarán que allá lejos instalé mi única duda para con el show creado por Vince Gilligan y Peter Gould: la falta de profundidad en la construcción de personajes secundarios propios, que colaboren a llevar la trama y apuntalar el cambio que va a sufrir el protagonista. Con el correr de los capítulos me dieron ganas de ir a ese momento y hacerlo desaparecer de estos humildes análisis, porque a ritmo lento (como todo en la serie) se fueron afianzando al pulso que la historia requería y no al deseado por nosotros (cada vez más acostumbrados a la acción desenfrenada).

En el anteúltimo episodio de la temporada todo confluye para dar un espectáculo digno de pararse y aplaudir. No exagero, no hypeo, no trato de vender humo: Pimento reúne situaciones y personajes que hacen creíble y -sobre todo- entendible que Jimmy tambalee en esa obsesión por hacer el bien, querer encajar y ser aceptado mostrada desde el inicio.

En Rico (Recap del episodio 8 aquí) nos dejaron con el abogado ante el caso de su vida, uno que de concretarse acabaría con esa estela de perdedor que lo persigue donde vaya. Como nos creemos guionistas entendimos era necesario le salga mal, y así sucedió (no es que seamos unos grosos, simplemente era el paso lógico).

La relación de Jimmy con su hermano Chuck (Michael McKean) no puede ir mejor, juntos disfrutan tanto del caso millonario que los une (al menos en ese punto pensamos eso) como de los avances en la enfermedad del McGuill mayor. Sentarse en el parque, tocar el césped con los pies, el único instante de paz de Pimento va a resquebrajarse cuando Chuck exprese su intención de compartir el caso con HHM. Solos no pueden, no es trabajo para dos hombres; Jimmy lo termina entendiendo y aceptando a la fuerza sin saber que va a “romper mal”.

La llamada misteriosa

Chuck sale en plena noche, toma el celular del buzón, marca un número y la trama juega a que nos olvidemos de ello. Porque si algo hay que destacar de Better Call Saul es el trabajo magistral de escritura que están llevando a cabo, despistando, generando tensión, descomprimiendo, hilando el camino de dos destinos condenados a la oscuridad.

La línea paralela de Mike (Jonathan Banks) no es menos interesante ni apabullante que la de Jimmy. Su nieta, elemento presente ya en Breaking Bad, adquiere una relevancia trágica para el personaje: conseguir dinero para su subsistencia lo lleva a aceptar una oportunidad laboral de esas que van por la mala senda. Tiene que acompañar a un hombre misterioso junto a otros dos malotes que terminan siendo nenes de pecho al lado del badass televisivo por excelencia. Se queda con el trabajo de ambos y, obviamente, con la parte de dinero que antes repartirían.

Mientras tanto Chuck emprende su regreso con gloria al bufete, una entrada triunfal precedida por preparativos de todo tipo como cortar la electricidad del edificio entero. Y cuando la cosa parece marchar sobre rieles ocurre lo que tenía que ocurrir: Hamblin (Patrick Fabian) acepta el caso pero sin Jimmy; Chuck intenta que lo involucren aunque la postura de Howard es inquebrantable. No entendemos por qué odia tanto al abogado de poca monta, ni el futuro Saul Goodman logra razonar algún motivo imperdonable del pasado que justifique tal desprecio.

Kim (Rhea Seehorn) dota a su personaje de una humildad y fortaleza enternecedora cuando también le pide a su jefe una oportunidad para su amigo. Howard sigue en su dura posición hasta que cede y le va a contar a la mujer la causa de esa negación casi ciega.

Tenemos que esperar para saber la conclusión de ello porque volvemos a Mike cumpliendo con un trabajo que lo enfrenta al regreso de Nacho (Michael Mando). La entrega de unas pastillas nos va reforzar el carácter de Ehrmantraut al ponerse firme frente al secuaz de Tuco Salamanca por unos miserables 20 dólares.

Mike y Jimmy han querido hacer el bien pero el universo los dirige sigilosamente al lado oscuro que producirá el encuentro con Gus Fring y Walter White en un futuro no muy lejano. Enfatizar con ellos es casi una obligación porque cómo no sentirte identificado con dos seres que hacen lo que hacen por una buena razón (uno, asegurar el futuro de la nieta; otro, conseguir el respeto de su hermano mayor) y a los que no les queda otra que ir por el camino fácil y moralmente reprochable. Si nos fascinamos con el personaje de Bryan Cranston que hizo cosas indefendibles, en comparación Mike y Jimmy son (en este punto) dos ternuritas castigadas por la mal suerte y la desdicha a los que aceptaremos incondicionalmente.

La puntada final no hará más que acercarnos a Jimmy cuando lo dañen de la manera en que lo dañan. Es imposible volver a ser el mismo después de las palabras que van a romper su corazón y aplastarnos a nosotros espectadores cómodos en nuestros sillones.

La peor traición

Kim visita a Jimmy y le recomienda aceptar el trato ofrecido. No sabemos qué sucedió en esa charla no mostrada pero tiene que ser algo duro, tanto para que ella que lo quiere le diga eso. La dura realidad la descubrirá el propio Jimmy –ahora cada vez más cerca de ser Saul- a raíz de la llamada misteriosa a principio del episodio.

Chuck llamó a Howard y le pidió que no contrate a su hermano menor. Siempre fue Chuck quien le bloqueó las puertas a Jimmy. La pieza más importante del rompecabezas ha sido develada: Chuck no siente a su hermano como un par, lo ve como un miserable que toma atajos y estudia por correspondencia una carrera sagrada a la que mancha con su sola presencia. Ve como alguien inferior a ese pobre tipo que sólo buscaba su aprobación.

El trabajo de Bob Odenkirk enfrentando esa verdad terrible, esa causa más que suficiente para ser Saul, es digno de premio tanto como dijimos sobre Banks en aquel episodio dedicado a su historia (RECAP del brillante capítulo 6 acá).

A riesgo de parecer un fanático desaforado voy a decir que amé este capítulo. Jimmy destrozado rompe relación con esa figura que era su guía moral, su espejo, y ahora sólo queda para él la desazón, la ruta tenebrosa que lo conducirá a defender criminales, blanquear dinero sucio y justificar todas las atrocidades que Heisenberg realizará para engrandecer su orgullo. El peor enemigo de Jimmy estaba en su propio hogar, se escondía de las ondas electromagnéticas y le profesaba un falso respeto. No es posible salir limpio de una traición devastadora como esa.

Jimmy, por tu bien necesitamos que seas Saul ya mismo.