RECAP The X-Files 10×05: Mulder y Scully 2.0

The X-Files 10×05 o la prueba viviente de que Chris Carter y equipo se dieron el lujo en este revival de hacer lo que quisieron, pasearon por todo el abanico de tonos que daban forma al show original y siguen desconcertando al espectador 2016 que lisa y llanamente no tiene cómo adivinar ante qué se encontrará cada semana.

The X-Files 10×05: Babylon

Obviamente, ¡SPOILERS!

Lo lindo de ver The X-Files allá lejos y hace tiempo era no tener idea qué verías ¿Tocará un episodio mitológico? ¿Irán por el terror? ¿Se zambullirán en la comedia? Las redes sociales no existían, internet no estaba disponible para todo el mundo, por lo tanto el acceso a la información era privilegio de unos pocos. Con esta vuelta del show estamos reviviendo esa sensación de desconcierto. Si bien los trailers dan una idea, son deliberadamente engañosos para alegría de unos y decepción de otros.

En Babylon tenemos una extraña mezcla de clásico episodio de humor con un arranque demasiado serio como para que luego no se sienta extraño.

Hay que decirlo: The X-Files nunca fue una serie “políticamente correcta”, en los tiempos en que se emitió supo jugar y meterse con temas que difícilmente podrían ejecutar hoy sin que agrupaciones de lo que se les ocurra pongan el grito en el cielo y la acusen pulgar en alto. Estoy convencido que muchos destrozarán el capítulo por mezclar comedia con un atentado terrorista, algo que post 11-S cambió la mirada del mundo. Puede chocar, pero The X-Files 10×05 hace honores a ese libre albedrío narrativo que convirtió a la serie en ícono.

El atentado terrorista -dejando a uno de los hombres bomba en coma- es apenas un catalizador para presentarnos a la nueva pareja de agentes, Miller y Einstein, que actúan como espejo de lo que en los inicios de la serie fueron los propios Mulder y Scully.

-¿Hay alguién ahí?

-Solo los agentes menos deseados de FBI. He estado esperando 23 años para decir eso (Scully)

El drama de la secuencia pre-títulos vira a la comedia en la que Miller (Robbie Amell, ex The Flash y primo de Stephen “Arrow” Amell), de creencias similares a las de Mulder, y Einstein (Lauren Ambrose, la inolvidable Claire en Six Feet Under), de formación y pensamiento alineados a Scully, van a echarse en cara la tónica misma de sus relaciones, necesidades, el cómo cada miembro de la pareja percibe al otro. Si esto es un experimento para un spin-off con los jovencitos reemplazando a Mulder y Scully, digamos un The X-Files: Nueva Generación, no lo sabemos… pero se siente peligrosamente como tal (y si bien los muchachitos superaron con creces el desafío, es una idea que no se si termina de convencerme).

En medio de debates filosóficos y religiosos, los protagonistas develarán el verdadero mensaje o discurso que intenta plantear The X-Files 10×05: el bien frente al mal, el mal como generador de actitudes positivas, los extremos opuestos presentes en la naturaleza de cada individuo y del universo. Volvimos a los grandes dilemas alejándonos de los pequeños que intentaron plantar durante el emocional episodio pasado (RECAP de Home Again, ACA). Y es descifrando ese mensaje que el polémico tono del capítulo adquiere sentido pues la serie está intentando adentrarse en la más complicada pregunta de nuestra época:

-Vi un amor profundo e incondicional, Scully.

-Vi cosas también, Mulder. Fui testigo de un odio sin reservas que parece no tener fin.

-¿Es posible conciliar las dos cosas?

The X-Files es eso: un show de preguntas existencialistas que quizás jamás encuentren respuesta. Carter (guionista y director del episodio) incomoda y nos interroga con sus rítmicos diálogos plagados de referencias. Para ese planteo casi metafísico (algo muy habitual durante la serie original) mezcla a Dios, el Corán, racismo, el peso de las propias palabras como influenciadoras de las actitudes del hombre. Imposible disfrutar el capítulo sin esa mente abierta que Mulder y Miller exigen de sus compañeras incrédulas.

El poder de la sugestión

Los nuevos agentes vienen por la ayuda de los viejos rostros del FBI y ambos intentarán darle una mano: Scully (sensible tras la muerte de su madre) propone comunicarse con el hombre en coma a través de un nuevo método que usa las imágenes cerebrales; Mulder va por otro camino totalmente opuesto: drogas alucinógenas que lo comunicarán telepáticamente con el inconsciente del hombre bomba. Nuevamente ciencia y fe, conceptos básicos de la serie.

Y así nos enfrentaremos a un delirio pocas veces visto en el show (y eso que el surrealismo era otra de sus variantes) que pasará de sorprendernos con las aptitudes de David Duchovny bailando country al son de Achy Breaky Heart para luego dejarnos con la boca abierta al ver al Fumador dándole latigazos y hasta recrear La Piedad del Vaticano de Miguel Ángel donde Mulder, en medio de esa alucinación, hallará la solución a la investigación. No busquemos respuesta racional a cómo sucede ello: esto es The X-Files y el juego consiste en creerlo, en dar un salto de fe, o simplemente cambiar de canal.

También en ese sueño está la respuesta a otra gran incógnita desde hace meses ¿Cómo harían para regresar a los fallecidos Pistoleros Solitarios? El trío formado por Dean Haglund, Tom Braidwood y Bruce Harwood hace un pequeño cameo para emoción de muchos y tristeza no de pocos que esperaban participación más destacada. Pero vaya si ese soporte vital para Mulder no se siente simpático estando en el momento en que Fox se enfrenta a las revelaciones, aunque más no sea en su volada mente.

¿Y esa canción?

El episodio culmina con Ho Hey de The Lumineers mientras ambas parejas de agentes se dejan llevar por los sentimientos y las dudas. ¿Por qué esa elección tan distinta a los gustos musicales habituales de la serie? No tenemos idea, pero nos ponemos en modo gorda fan y shippeamos a Mulder y Scully juntos (con William recuperado, obvio) porque como dice a letra “Mi lugar está contigo, tu lugar está conmigo” y claramente está hablando de ellos, de la pareja de detectives cuya química se encuentra sorprendentemente en su punto más alto.

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