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Críticas

Crímenes del Futuro (REVIEW)

David Cronenberg regresa al body horror con Crímenes del Futuro, un relato hipnótico y sombrío en donde confluyen todas las obsesiones del creador de la “Nueva Carne”. Crítica a continuación.

En una era en donde la imaginería en el cine se ve cada vez más sometida a las ideas prefabricadas de las majors y sus intereses que nada tienen que ver con lo artístico, la presencia de directores que marcan la cancha con su estilo siempre es motivo de celebración. Y si hay un autor que ha trascendido e inspirado a otros con su visión personalísima del mundo y de nuestra especie ese es David Cronenberg, el artesano de las pesadillas morbosas del cine moderno.

Crímenes del Futuro (Crimes of the Future, 2022)

Tras más de 20 años de haberse alejado del terreno del body horror para centrarse en dramas sociales y tramas de suspenso, como bien atestigua su última película, la sátira oscura Map to the Stars (2014), el director canadiense vuelve a explorar el grotesco paisaje interno del ser humano y las posibilidades de evolución a través de una nueva e hipnótica propuesta.

Titulada de la misma forma que su segundo largometraje de 1970, aunque sin ninguna relación causal, Crímenes del Futuro (Crimes of the Future, 2022) reúne las obsesiones que han acompañado a Cronenberg durante la mayor parte de su carrera: la conexión entre lo corpóreo y la tecnología que dio origen al concepto de la Nueva Carne, la perversión erótica y la idea de sexualidad como acto performático. Todo ello aparece en una historia fuertemente enlazada con el derecho sobre los cuerpos que diversos movimientos sociales continúan pregonando hoy más que nunca.

La cirugía es el nuevo sexo

La película, situada en un futuro postapocalíptico no muy lejano en donde la especie humana ha dejado de sentir dolor físico, presenta a Saul Tenser (Viggo Mortensen), un admirado artista performático que padece el llamado Síndrome de Evolución Acelerada, lo que provoca que constantemente le crezcan misteriosos órganos nuevos. Junto a su partener, Caprice (Léa Seydoux), se dedican a mutilar ese cuerpo enfermo a través de cirugías en donde la mujer es quien se encarga de extraer en vivo, a través de espectáculos vanguardistas, estos incipientes órganos para luego tatuarlos en su lugar. Una exposición de carácter subversivo que pregona como forma de placer a la búsqueda del dolor perdido, y como realidad al cuerpo moldeado a merced de las ideas políticas.

Ante la proliferación de grupos interesados en esta especie de metamorfosis, la pareja decide colaborar con la Unidad Anti Vicios, un ente gubernamental aún no declarado que desde las sombras se dedica a registrar y controlar los nuevos órganos, producto de la transformación humana tanto orgánica como inducida. Allí operan Timlin y Wippet (Kristen Stewart y Don McKellar), dos caricaturescos empleados profundamente seducidos por el mundo que rodea a los exponentes de este arte conceptual. Pero las cosas se complican cuando Saul comienza a involucrarse con el caso del asesinato de un niño, el primer eslabón evolutivo de un grupo de rebeldes que han modificado su biología para poder consumir plástico y sobrevivir así en un planeta asediado por los desechos industriales.

Nominada a la Palma de Oro en Cannes 2022, no cabe duda de que Crímenes del Futuro es David Cronenberg en estado puro. La obra que devuelve al cineasta de culto a la gran pantalla luego de ocho años de ausencia, se siente cercana a su etapa más popular, con las gemas Videodrome (1983) y de The Fly (1986) como máximos exponentes, pero también a las disruptivas Crash (1996) y eXistenZ (1999). Esto sucede porque la película se nutre de temas y fijaciones recurrentes dentro de la filmografía del director que dan pie a más metáforas, preguntas y reflexiones acerca de la mutación del ser humano, impulsada por el cada vez más veloz desarrollo tecnológico, y del férreo control del Estado ante la aparición de cuerpos disidentes que desafían los límites. Un planteo más que atractivo en una época en donde los derechos de identidad sexual y reproductivos se encuentran en pugna y abundan los retrocesos, tales como el caso de la Corte Suprema norteamericana y su reciente revocación del histórico fallo a favor del aborto legal.

A partir de un diseño de producción que recuerda a los escenarios de posguerra en Europa, con búnkeres subterráneos, muros y calles repletas de escombros, Cronenberg construye este microcosmos distópico que, exceptuando las máquinas estrafalarias que operan a Saul y le permiten cierto modo de vida, no parece visualmente tan distinto al nuestro. La fotografía con halos y sombras evocando al cine expresionista, y las partituras intrigantes de su colaborador habitual Howard Shore, le imprimen al film toda una atmósfera perturbadoramente onírica, sobria e inmersiva que logra sin mucho esfuerzo capturar la atención del público. Por supuesto, no faltan las escenas gore de incisiones y los primerísimos planos de vísceras en donde el director abraza aquella idea de humanidad monstruosa.

Crímenes del Futuro
Crédito: Neon vía AP

Sin embargo, lo que Crímenes del Futuro destaca a nivel conceptual y estético, no resulta directamente proporcional a su narrativa.

Las transformaciones de Saul y la relación de apego y codependencia entre este y Caprice, tan intensa como la de los protagonistas de The Fly, constituyen quizá el punto más fascinante de la película. Pero la historia de los artistas y su entorno no logra conectarse de manera efectiva con la trama paralela de Brecken, el niño mutante muerto. La inclusión de un detective (Welket Bunguê) que mantiene encuentros secretos con un Saul siempre vestido de monje, parece preparar a la audiencia poco a poco para un climax que nunca termina ocurriendo. En el medio, aparecen personajes secundarios como el padre del chico, los anarquistas ecológicos y unas sensuales asesinas corporativas que tampoco consiguen generar impacto.

En cuanto a las interpretaciones principales, conforman una pata fundamental del relato y cabe resaltar que el trabajo de Viggo Mortensen se encuentra impecable y a la altura de un personaje tan complejo como es este artista del futuro. El actor de The Lord of the Rings interpreta a Saul con una serenidad casi divina, la que junto con su vestimenta de túnica negra le otorga misterio, poder y cierto carácter visionario que recuerda a los maestros espirituales. Una caracterización que contrasta muy bien con sus momentos de agónica existencia en la intimidad, en donde el simple hecho de alimentarse se vuelve todo un procedimiento tortuoso. Por otra parte, la francesa Léa Seydoux también sobresale con una composición extasiada de amor por Saul, que además se muestra segura de sus convicciones políticas y se entrega al placer sin tapujos. No podemos decir lo mismo de Kristen Stewart, quien aquí se encuentra bastante desaprovechada en un rol estereotipado de nerviosa muchacha de biblioteca que parece ideado como alivio cómico, pero que desentona y genera malestar.

Crímenes del Futuro es mucho más que la vuelta de un célebre autor de género a sus orígenes. Se trata de la reivindicación de aquella mirada exploradora sobre lo que nos hace humanos y la lucha por la supervivencia que ha plasmado durante la mayor parte de su carrera y que todavía tiene mucho por preguntarse. Porque la “Nueva Carne” ha mutado en el “Nuevo Órgano” y aquello que brote desde nuestro interior puede ser tan terrorífico como seductor.

Estreno en salas seleccionadas el 15 de julio de 2022, y en la plataforma MUBI el 29 de julio.

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Crímenes del Futuro
Crímenes del Futuro (REVIEW)
Conclusión
El retorno de David Cronenberg al body horror se define como una pesadilla transgresora y contemplativa que reivindica y sintetiza las fijaciones del director en torno a la evolución humana, la sexualidad y las implicancias del entorno. Un relato sobrio y sombrío que destaca fuertemente por sus conceptos, sus metáforas y una estética que evoca tanto al expresionismo alemán como al neo noir y la mitología griega. Su punto débil se encuentra en la manera en que se conectan las tramas paralelas, la falta de climax y un final intencionalmente abrupto que no termina de convencer.
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