REVIEW: Andres Lee i Escribe

Crítica realizada durante el BAFICI [19].

Una correcta narración sobre encontrar la propia esencia.

Shakespeare dijo una vez que la vida es un escenario y, quienes las habitamos, actores. Las palabras del bardo inmortal resuenan muchísimo en la actualidad, quizás incluso más que en la época donde emitió estas palabras. ¿Cuántas veces por asumir demasiado en serio las responsabilidades del mundo adulto nos olvidamos de lo que queríamos ser? Esa es la pregunta que viene a contestar, a su manera, Andrés Lee i Escribe. 

Reencuentro con uno mismo

Andrés Centeno es un aspirante a actor que de noche trabaja en una fábrica y durante el día actúa roles de enfermo para estudiantes de medicina que aprenden a dar diagnóstico a sus pacientes. En dicho lugar conoce a Dominga, quién le hará reflexionar sobre las falsedades que rodean su vida.

Andrés Lee i Escribe tiene una propuesta temática atractiva y pone la evolución de su estructura al servicio de esta. Andrés es un personaje para el cual la actuación es su vida, pero no del modo que lo desea. El actúa en todos lados menos donde debería: ante un escenario o al frente de una cámara. Esto queda más que claro en una escena cuando su novia quiere tener sexo con él, pero ella quiere hacerlo a través de un role playing, cosa que Andrés rechaza.

Este deseo de hacer a un lado todo eso y reencontrarse con lo que realmente quería ser desde chico, con su propio ser y no este papel que interpreta, es el combustible que moviliza a toda la narración. Este giro, este cambio no solo queda claro en el papel que tienen sus cuadernos de recuerdos (donde pegaba los posters de películas que salían en los diarios), sino en cómo expone estos recuerdos ante Dominga, a los que responde con ternura, en oposición a los de su novia, que los tilda propios de alguien inmaduro. No obstante, debe decirse que la señal más clara de esta conexión con la niñez está en el titulo; no por nada hay una “i” donde debería haber una “y”.

Andrés Lee i Escribe no sólo se anima a hacer una diferenciación (siempre desde la vocación) entre los que eligen el arte y los que lo dejan, sino entre los que se toman el arte en su justa medida y los que se lo toman demasiado en serio, bordeando el snobismo. Clara prueba de esto es una frase de Andrés que es de antología: “Los que más necesidad tienen de decir que son artistas, son en realidad los que menos artistas son”.

Fernando Mena sostiene con mucha capacidad el protagónico, pero son sus escenas junto a María Gracia Omegna (Dominga), donde desnuda por completo las vulnerabilidades del personaje, donde brilla más allá de lo normal. Por el costado técnico, no hay mucho que decir. Una fotografía y un montaje que responden con sobriedad a lo que aporta el aspecto interpretativo.

Conclusión

Andrés Lee i Escribe es una película que no habla de la niñez como un tiempo pasado que fue mejor, sino donde está la base de lo que somos y lo que todavía podemos ser. No propone olvidar las responsabilidades del mundo adulto, sino que propone algo mucho más maduro que simplemente participar en el: Saber poner esas responsabilidades en su justo lugar. Sólo por saber hacer llegar ese mensaje, la película ya ganó.